Como ser natural el hombre ni obedece ni desobedece a la necesidad; simplemente sigue el cauce por el que esta transcurre. La primera distancia respecto a la necesidad viene precisamente tras el reconocimiento de la misma y exploración de sus ramificaciones. El pensador jónico que empieza siendo estrictamente lo que hoy llamamos un físico, da un paso gigantesco cuando sencillamente se pregunta por aquello mismo que está haciendo, se pregunta por el lazo entre la necesidad que explora y el hecho de que está explorándola. El inicio de la interrogación se encuentra en la constatación de que hay más de una conjetura razonable. Todo empieza por un momento de duda, en absoluto sobre la necesidad, sino sobre el discurso que intenta reflejarla: la necesidad es agua, o bien, la necesidad es aire.El paso ulterior es inevitable. ¿Quién avanza ahora que se trata de agua, y ahora que se trata de aire? No es cuestión de dos sujetos que se pelean en razón de intereses o que difieren en la percepción de sus sentidos (como el enfermo de ictericia difiere de los demás en su percepción de la miel como amarga). Es cuestión del intelecto mismo, que tiene honradas razones para afirmar una cosa y para afirmar la otra.Veinticinco siglos más tarde el intelecto vuelve a dudar y vuelve a hacerlo exactamente en idénticas condiciones, es decir, ante la physis y terco en la tarea de explorar sus entresijos. Pues resulta que el intelecto tiene ahora razones para sostener que la luz es un conjunto discreto, y en otro ahora razones para sostener que la luz es un continuo ondulatorio. El intelecto no duda ni de su propia honradez ni de la necesidad natural. El intelecto duda de que la necesidad tenga una sola cara, y ello le conducirá a dudar de que la misma sea absolutamente separable de las intervenciones que el intelecto mismo realiza. Entiéndase bien: no se trata de que la necesidad sea superada por el intelecto, de que éste pueda, por así decirlo, hacer milagros. Se trata de que el intelecto forma parte de la necesidad, de que no hay quizás necesidad sin intelecto.Estas razones para aventurar que en el seno de la necesidad natural está también el propio intelecto surgen como consecuencia de la física de los pensadores jónicos y surgen de nuevo como consecuencia de la física del siglo XX. Lo de menos son las manifestaciones bajo las cuales está imposibilidad de evacuación del sujeto se manifiesta hoy en día, llegando algunas de ellas incluso literalmente a popularizarse. (así el llamado principio de incertidumbre). Lo importante es el hecho mismo que de nuevo la propia reflexión sobre la physis conduce a la metafísica.Y aquí una pregunta elemental: si los pensadores griegos ya se enfrentaron a la cuestión del sujeto y lo hicieron como resultado de sus propia exploración de la naturaleza, ¿qué añade el hecho de que tal cosa ocurra en el siglo XX? ¿en qué se diferencian realmente ambos momentos? ¿En qué digiere la metafísica que arrancó hace un siglo a partir de las aporías mismas de la física y la que constituye con los jónicos el arranque de la filosofía?
Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 84, El Boomeran(g), 05/02/2015