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'Perseu' de Cellini |
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«El “trabajo” es, por su esencia, una actividad no libre, inhumana e insocial, condicionada por la propiedad privada y creadora de propiedad privada. La abolición de la propiedad privada no se hará realidad hasta que no sea concebida como abolición del “trabajo”.»
Karl Marx, Sobre el libro de Friedrich List «El sistema nacional de economía política», 1845
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forges |
Por mucho que se haya ocultado y tabuizado la crisis fundamental del trabajo, ésta deja su impronta en todos los conflictos sociales actuales. El paso de una sociedad de integración de masas a un orden de selección y apartheid no ha conducido, precisamente, a una nueva ronda de la lucha de clases entre capital y trabajo, sino a una crisis categorial de la propia lucha de intereses inmanente al sistema. Ya en la época de prosperidad, después de la Segunda Guerra Mundial, se había desvanecido el antiguo énfasis de la lucha de clases. Pero no, ciertamente, porque el sujeto revolucionario «en sí» hubiese sido «integrado» mediante maquinaciones manipuladoras y el soborno de un dudoso bienestar, sino porque, por el contrario, en el estadio de desarrollo fordista, se destapó la identidad lógica de capital y trabajo como categorías sociales funcionales de una forma fetiche común a la sociedad. El deseo inmanente del sistema de vender la mercancía fuerza de trabajo en las mejores condiciones posibles perdió todo momento transcendente.«Ha quedado demostrado que, como consecuencia de leyes inevitables de la naturaleza humana, algunos seres humanos se verán expuestos a la miseria. Éstas son las personas infelices que, en la gran lotería de la vida, han sacado un número no premiado.» Thomas Robert Malthus
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Juan David García Bacca |
A los hombres de buena voluntad, a los enemigos de cuanto signifique engaño y, sobre todo, capacidad de adaptación para sobrevivir mezquinamente en ambientes donde el hombre GOZA DE LA LIBERTAD DE CUMPLIR LO QUE LE ORDENAN.
A mis compañeros muertos -vivos en el recuerdo- que creyeron, como yo, que nuestra sangre -ingenuidad y pasión de juventud- habría de servir para lavar tantos lodos… A todos ellos dedico, con el corazón, EN LOS DOMINIOS DEL KREMLIN".
Hermosa flor,
la ardiente primavera
nos ha tornado la bandera
de la esperanza entera:
¡Trabajo, alegría y amor!
¡Viva
la libertad verdadera!
¡Viva
la igualdad verdadera!
¡Viva
la fraternidad verdadera!
Sobre el tedio, la sombra y el rencor,
¡al cielo de la paz la bandera,
a la tierra de todos la bandera,
al mar hermano la bandera
de nuestra vida entera!
¡Trabajo, alegría y amor!
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forges |
«Los servicios sencillos, relativos a personas, pueden aumentar tanto el bienestar material como el inmaterial. Así puede crecer la sensación de bienestar de los clientes, si los prestadores de servicios se ocupan del trabajo propio más pesado. Y a la vez, aumenta la sensación de bienestar de los prestadores de servicios, al aumentar la autoestima gracias a esta actividad. Llevar a cabo un servicio sencillo, relativo a personas, es mejor para la psique que estar en paro.»
Informe de la Comisión sobre Cuestiones de Futuro de los Estados Libres de Baviera y Sajonia, 1997
«Sujétate con fuerza al conocimiento que se acredita al trabajar, porque la naturaleza misma lo confirma y le da su sí. Ciertamente, no tienes más conocimiento que el adquirido trabajando; todo lo demás no es más que una hipótesis del saber.»
Thomas Carlyle, Trabajar y no desesperarse, 1843
Cada cop tenim menys temps per publicar articles amb informacions a un post: ara tot és Twitter i altres xarxes (aquí les meves @xserra i fb.com/xserrab), però el dia 1 de gener del 2014, encara una mica adormit vaig proposar uns objectius, als quals m’agradaria ser fidel.
[vimeo [https:]
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![]() | Hannah ArendtDirigida per Margarethe von Trotta Guió: Pam Katz, Margarethe von Trotta Música: André Mergenthaler Fotografia: Caroline Champetier Repartiment: Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl Productora: Heimatfilm Any: 2012 Duració: 113 min. País: Alemanya |
A propòsit del film Hannah ArendtJordi Beltran del Rey |
És dins d’aquesta concepció que Arendt va escriure la seva magna Els orígens del totalitarisme, llançant a l’espai públic el seu judici reflexionant –a la manera socràtica– sobre el règim nazi i l’estalinisme (els estrategs de la Guerra freda subratllaran el paral·lelisme i el generalitzaran a tot el període soviètic) i omplint de sentit el termetotalitarisme, que en l’època es feia servir en sentits diferents. El totalitarisme no és una dictadura, ni una tirania, ni un despotisme, sinó que és aquell sistema que mitjançant el terror total acaba fent superflus els individus plurals per lligar-los en un cos únic. Aquell sistema en què, d’altra banda, “és totalment obvi que el suport de les masses al totalitarisme no procedeix ni de la ignorància ni del rentat de cervell” (OT, 27, n). Aquell sistema que fa servir la violència fins i tot quan no la necessita per mantenir-se, tot creant la figura dels delinqüents sense delicte. |
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La Mishnà, que recull la tradició oral i el cos jurídic hebreu, inclou la frase que Spielberg va fer popular a La llista de Schindler: “Qui salva una sola vida es com si salvés l'univers sencer.” En aquest sentit, el terme “justos entre les nacions” té com a origen la decisió del govern d'Israel d'emprendre una acció moral davant una certa passivitat mundial a l’hora de reconèixer el coratge i la generositat que determinades persones van tenir durant la Segona Guerra Mundial en salvar vides del poble jueu.Es considera jurídicament que el just salvador va ser una persona corrent que, al marge de la seva ideologia política, religiosa, humanista i sense cap voluntat de buscar cap reconeixement social, va decidir actuar en favor de la vida dels jueus.Yad Vashem –que és l'entitat que ha treballat des de fa molts anys per recuperar la memòria històrica i el testimoni de les víctimes– ha reconegut fins ara justos de 44 països i nacionalitats, homes i dones de totes les edats i condicions sense cap característica específica. |
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En el nostre cas concret, s’evidencia que un conflicte d’àmbit nacional –sabem que res es desenvolupa aïlladament– ens porta a un d’internacional. Una de les conseqüències de la nostra Guerra Civil, l’exili republicà, desembocà en altres conflictes en la Segona Guerra Mundial –la deportació, els camps i l’Holocaust– que protagonitzaren i patiren ciutadans i ciutadanes d’arreu del món i també catalans i catalanes.És cert és que al nostre país l’ensenyament sobre l’exili, la deportació i l’Holocaust forma part dels currículums oficials dins de les diverses etapes educatives. En l’ensenyament primari i secundari aquestes continguts són dins la part comuna de les ciències socials. Dins dels estudis universitaris, hi ha referències al tema de l’Holocaust en especialitats específicament relacionades, com poden ser història, filosofia, ciències polítiques, sociologia o dret. |
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Tratado sobre la naturaleza humana, libro I“Por mi parte, cuando entro más íntimamente en lo que llamo mí mismo (myself), siempre tropiezo con alguna percepción particular, de calor o frío, luz o sombra, amor u odio, dolor o placer. En ningún momento puedo nunca cogerme a mí mismo sin una percepción, y nunca puedo observar nada excepto la percepción. Cuando desaparecen mis percepciones por algún tiempo, como cuando estoy profundamente, durante tal tiempo estoy insensible a mí mismo, y puede en verdad decirse que no existo”
El error de Descartes consistió en concebir la mente como algo SIMILAR al cuerpo, yuxtaponible a él, por lo que dotó a la mente con propiedades mecánicas (las propiedades del universo galileano recién nacido). Así, su res cogitans tenía que ser la causa eficiente de los movimientos del cuerpo. Sin fuerzas a distancia, necesitaba algo así como que el alma “empujara” al cuerpo para iniciar el movimiento.“Y esto es lo que evidentemente ocurre con todas nuestras percepciones y objetos, excepto los de la vista y el tacto. Una reflexión moral no puede estar situada a la derecha o a la izquierda de una pasión, ni puede un olor o un sonido tener figura circular o cuadrada”
Seguimos hoy con las ideas que protagonizaron la pasada olimpiada. La conferencia inaugural fue impartida por Alfredo Marcos, catedrático de Filosofía de la ciencia de la Universidad de Valladolid. Como punto de partida apuntó a la autonomía como uno de los valores vertebradores de la modernidad. Esta palabra, autonomía, se convirtió a partir del siglo XVI en un objetivo en áreas bien diversas: política, moral, en el conjunto de la cultura… y como no podía ser de otra manera, terminó impregnando también a la propia antropología. Se fragua por tanto un modelo de ser humano que viene definido por la capacidad de acción y decisión, y por no depender de los demás. A contraluz, se abandona u oscurece la dimensión afectiva, social o, por qué no decirlo, animal del ser humano. El yo, valga la expresión, se impone sobre el nosotros. Los excesos de autonomía nos han llevado a considerar menos valiosos a aquellos de nosotros que no logran alcanzar ese proyecto moderno. El ansia de autonomía nos habría cegado, y hemos olvidado que la humanidad no sólo se caracteriza por la autonomia, sino que tiene también una dimensión social, afectiva, animal y vulnerable. La situación postmoderna no consiste entonces en negar la modernidad o pretender volver a una situación premoderna, sino en resituar la autonomía, en respetarla pero integrando también otros valores. Todo ello con referencias a Aristóteles, Santo Tomás y McIntyre, un autor que ha incidido mucho en esta dimensión comunitaria de la vida humana.
Te pasas toda la vida aspirando a llegar a ser autónomo para que luego te digan que has de estar también cuidando a los que no lo logran. Autonomía sacrificada en favor de la dependencia, de la vulnerabilidad. Esta idea rondaba más de una cabeza, y así se podía leer también en twitter: “No entiendo que el trabajo de toda una vida para conseguir ser tú, autónomo, tenga que limitarse a regalarlo a los demás #ofcyl”. En cierta forma, el propio Alfredo Marcos dio la respuesta en un turno de intervenciones en el que los alumnos presentes no demostraron mucha curiosidad por plantear preguntas. No se trata, en su opinión de llegar a ser autónomos para luego disolver esa autonomía en dependencia. La idea central que quería transmitir Alfredo, si no me equivoco, es que todos somos dependientes. En mayor grado en unas etapas de la vida que en otras, pero incluso en los momentos en los que nos pensamos más autónomos e independientes, estamos en realidad sostenidos por una red (palabra que apareció en el coloquio posterior a la conferencia) que no por invisible deja de estar presente. La vida cultural, social y económica no se puede construir solo desde la autonomía, porque se trata en todo caso múltiples individuos, palabra que no encaja nada bien con la dependencia, interactuando.
Uno, que creció con Barrio Sésamo, recordaba para sus adentros aquella frase de la infancia y que en cierto modo resume todo esto: “solo no puedes con amigos sí”. Y es que por un lado, las ideas que fueron presentadas por Alfredo ante un público “joven, sano y hermoso que quizás no piense demasiado en la dependencia” son especialmente necesarias en nuestro tiempo. Todos aquellos que piensan en lo que “ellos” particularmente han logrado a lo largo de “su” vida, deberían recapacitar y tomar conciencia del tejido de relaciones sobre los que han podido alcanzarlos. A este respecto, la reivindicación de la dependencia no es sólo social, política o económica: tenemos que repensar las propias relaciones humanas para cambiar estereotipos. Ante una cierta pasividad o timidez de los asistentes, se me ocurrió preguntarles por las situaciones reales de dependencia con las que los alumnos conviven en los centros. La reacción de alguno de los presentes fue precisamente la de ridiculizar al compañero de al lado, señalándolo como dependiente. Actitud de la que no podemos culpar a los alumnos, pues seguramente sea una tendencia social. Con todo, el desafío sigue siendo grande. Algunos texto de McIntyre, por ejemplo, evocan las polis griegas como comunidades ideales. El problema que tenemos que afrontar no se puede resolver mirando hacia atrás: la autonomía es un logro, pero habrá que modularla. Algo que pasa quizás por medidas sociales, políticas y económicas, pero también, por qué no por una “educación sentimental” que cambie de forma radical nuestra forma percibirnos a nosotros mismos como dependientes, y a los dependientes como autónomos y dignos dentro de su humanidad. Por ahí iban, creo, las propuestas de Alfredo Marcos, cuya presentación de diapositivas incluyo a continuación.
Autonomía y dependencia. Hacia una antropología postmoderna.
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Después de la Segunda Guerra Mundial, por un breve momento histórico, pudo parecer como si la sociedad del trabajo en las industrias fordistas se hubiese consolidado como un sistema de «prosperidad eterna», en el que lo insoportable del fin absoluto coercitivo se pudiese aliviar de manera permanente con el consumo de masas y el Estado social. Aparte de que semejante idea fue siempre una fantasía democrática de parias, que sólo se refería a una pequeña minoría de la población mundial, también iba a quedar desacreditada en los centros. Con la tercera revolución industrial de la microelectrónica, la sociedad del trabajo tropieza con su límite histórico absoluto.«El principio moral fundamental es el derecho de los hombres al trabajo [...] Según mi parecer, no hay nada más abominable que una vida ociosa. Ninguno de nosotros tiene derecho a algo semejante. En la civilización no hay sitio para gente ociosa.»
Henry Ford
«El capital es él mismo la contradicción en proceso [en tanto] que tiende a reducir el tiempo de trabajo a un mínimo, mientras que, por otro lado, pone el tiempo de trabajo como única medida y fuente de riqueza [...] Por una parte, en consecuencia, llama a la vida a todos los poderes de la ciencia y la naturaleza, así como de la combinación social y la circulación social, a fin de hacer la creación de riqueza (relativamente) independiente del tiempo de trabajo que haya exigido. Por otra parte, quiere medir esas enormes fuerzas sociales, así creadas, según el tiempo de trabajo y encauzarlas en los límites que se requieren para mantener como valor el valor ya conseguido.»
Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, 1857-58