La polarización de grupos es un mecanismo bastante bien conocido desde los años setenta: personas que habían entrado en una discusión con sus propias ideas matizadas, cuando descubren que se dividen en dos grupos de opiniones, radicalizan sus posiciones para adecuarse al grupo en un grado que nunca harían reflexionando personalmente. El mecanismo articula dos sesgos: el sesgo de confirmación, por el que la evidencia a favor de una opinión se hace más visible y adquiere mayor peso que la contraria, y el sesgo de socialidad, por el que las personas harán cosas que no estaban dispuestas a hacer sólo para ser reconocidas por un grupo del que se sienten miembros o quieren llegar a serlo. No sólo las redes sociales como Twitter o Facebook viven crecientemente de este mecanismo, sino que la estrategia se ha extendido a todos los medios de comunicación y de ahí a la gestión interna de los partidos políticos, que usan sus aparatos de "redes" para producir estratégicamente polarización a favor de los proyectos de las direcciones correspondientes.
Fernando Broncano, Esperanza vs felicidad,
El laberinto de la identidad 28/0172018
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