Como ocurriera en su día con la electricidad, aunque ahora a un ritmo mucho más rápido, lo digital embebe hábitos humanos así como prácticas industriales y comerciales, y en su devenir determina la cantidad y calidad del empleo. Más que la simple substitución del hombre por la máquina, lo que vivimos es la aparición de métodos y constumbres que diluyen empleos anteriores (tanto de naturaleza rutinaria, sean manuales o cognitivos, como algunos de los que asumen una buena capacidad de conocimiento). Más allá de la robotización, en el contexto de un desempleo generalizado, la tecnología cambia la relación entre "emp`leados" y "empresas". Las personas cuentan con dispositivos que les producen disfrute, a través de productos digitales de valor creciente y precio decreciente (a veces en régimen de gratuidad), con los que practican un autosevicio camino de una desintermediación, con efectos importante sobre el empleo (agencias de viajes e inmobiliarias, comercio electrónico, quioscos de prensa, ocio y entretenimiento, etc.). En el corto plazo puede afirmarse que "Pleno empleo y digitalización universal son dos objetivos que no van a ser plenamente compatibles". (...)
Los economistas clásicos solían partir del supuesto de que el pleno empleo era el estado normal de una economía de mercado, y el desempleo un fenómeno ocasional, asociado con las fases descendentes del ciclo (
Marx fue, naturalmente, una excepción). Sólo
Keynes, al término de la Gran Depresión, otorga carta de naturaleza a la idea de que, con la evolución tecnológica, la demanda de una economía pueda no bastar para que la producción correspondiente emplee a toda la fuerza de trabajo disponible. Una preocupación presente en muchos laboratorios tecnológicos con la excepción de aquellos de los "ganadores únicos digitales" cercanos a Silicon Valley. No todo es industrial, ni todo es digital, pero quien aspire a gobernar en un futuro pròximo debe olvidar la óptica casi metafísica respecto a que hay tanto empleo disponible como la gente reclama y necesita. (...)
El ciclo entre productividad y empleo parece roto, y la búsqueda, sin más, de mayor competitividad puede conducir al desempleo, aunque algunos digan suplirlo con la
nocontratación, Parafraseando al Clinton de 1992 hablando de Bush padre desde algunas ingenierías, se dice con preocupación: "¡Es la Digitalización, estúpidos!".
Gregorio Martín,
La nocontratación, La maleta de Portbou nº 12, julio-agosto 2015