No se ha notado suficientemente que también el sujeto (al fin de los dioses, sostiene Charles Taylor le sucede el origen del sujeto moderno) es también un libro de libros. Don Quijote es, sin lugar a dudas, la gran obra que inaugura la teoría moderna del sujeto, que vive entre el mundo y la representación porque su conciencia se ha constituido como biblioteca. En fin, mapas y libros se organizan en la modernidad en un entredós entre la realidad y la representación, o entre la representación y la realidad para dar cuenta de la nueva metafísica. Aunque Heidegger identificó la modernidad con la conversión del mundo en imagen es mucho más exacto pensar que fue su conversión en libro lo que inaugura un nuevo contexto cultural.
(...) ¿qué ocurre con la invención de las pantallas? No ya de la digitalización (que, al fin y al cabo es una suerte de transformación de la energía que nace de los circuitos y los transistores) sino de la pantalla en sí como un dispositivo que tiene una potencia metafórica tan intensa como el libro. Mil pantallas, decía José Luis Brea, que nos rodean incansablemente, que se convierten no ya en una herramienta sino en lo que el idealismo llamaría una mediación, un entorno que hace posible el contacto con la realidad, del mismo modo que el atlas permitió a navegantes, colonizadores, médicos y políticos conquistar el mundo moderno.
Que la pantalla sea el nuevo dispositivo de colonización es, estoy convencido, una idea poderosa que debemos investigar en todas sus múltiples conexiones. Más allá de su "moralización", como ocurre con los aburridos discursos del "homo videns" y cosas parecidas. Si la gran metáfora de lo social-moderno está inscrita en el grabado que presenta el Leviathan de Hobbes: un mapa de la multitud, la pantalla, que permite extraer información oculta, es ahora la nueva fuente para nuevas maneras de filosofía política. Abelardo G. Fournier (ver la instalación/ proyecto La colonización interior) muestra, usando algoritmos google, cómo la imagen puede ser tratada en estadísticas que permiten ver lo oculto: algoritmos sobre palabras, cuando digitalizamos un libro o cuando escribimos en internet, algoritmos sobre formas y tamaño del territorio, que permiten la exploración de los recursos minerales o energéticos, algoritmos sobre casas y cosas, que permiten las nuevas formas de guerra. La pantalla es, al final, la trama de la que están hechas nuestras identidades, cada vez más en los bordes, entre la colonización y la frontera donde nuestras espaldas mojadas tratan de escapar a los dispositivos de control.
Fernando Broncano, Colonizaciones interiores, El laberinto de la identidad 10/01/2016
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