Luis de Molina |
En 1589 se publica la Concordia liberi arbitrii cum gratia donis (Concordia del libre arbitrio con los dones de la gracia) del jesuita Luis de Molina, que (además de importunar a calvinistas y luteranos) fue inmediatamente objeto de crítica por parte de dominicos y representantes de otras órdenes, hasta el punto que en el papa Clemente VIII tuvo que mediar dos veces en la disputa.
¿Que había pues de singular en las tesis de este filósofo, nacido en Cuenca y enviado por la Orden como estudiante de filosofía a Coimbra, de cuya universidad llegó a ser profesor, tras haber seguido quizás las clases del entonces célebre Fonseca? Pues simplemente que Molina abordaba con gran originalidad un problema que recubre una interrogación esencial de la condición humana, a la cual se da en general respuesta negativa. El andamiaje escolástico del asunto era la doctrina de la predestinación que a muchos parecía incompatible con la no menos canónica doctrina del libre arbitrio. Pues si estábamos pre-destinados para el mal o para el bien ¿como es posible que se nos atribuya responsabilidad alguna?Tesis escolástica comúnmente aceptada era que, a diferencia de la nuestra, la inteligencia de Dios es susceptible de conocer exhaustivamente el futuro, y en consecuencia Dios sabía de toda eternidad si cometeríamos o no actos contrarios a su voluntad. Pero Molina pone el énfasis en nuestro libre arbitrio y en el uso que cabe hacer del mismo, bien un uso pasivo y estéril frente a la secuencia que nos llevó al mal, bien un uso fértil y creativo. Si nuestra libertad es sabiamente utilizada, por pecadores que aun seamos, demandaremos la gracia, implorando que aquello que nos condujo al pecado no haya tenido lugar. Gracia que al sernos acordada (la sinceridad de la petición sería criterio suficiente para el don) supone intervención humana sobre el pasado, aunque no directamente sino Dios mediante...la verdad de la petición de gracia desencadena la intervención del Hacedor.Cabría objetar que Dios previó también si haríamos uso bueno o malo y deseó que así fuera, con lo cual habría un círculo... En cualquier caso esta concordia entre la gracia y el libre arbitrio, que da título a la obra, no se hizo extensiva a los protagonistas de la discusión, y el mismo Papa exigió silencio, acabando por suprimir la Congregación creada ad hoc para decidir sobre el asunto.Pero limitar el problema a la diatriba en el seno de la iglesia sería algo así como juzgar el valor de las obras de Zurbarán o Roger van der Weyden por la mayor o menor fidelidad de la iconografía religiosa de estos artistas con la interpretación canónica del Gólgota o de los Hechos de los Apostoles. La tentativa de resolver el conflicto entre el postulado de la predestinación y la confianza en la gracia, fue oportunidad para Molina de intentar conciliar la idea de determinismo exhaustivo (por el cual lo que acontece con posterioridad es meramente el futuro de lo precedente) y capacidad de intervenir de alguna manera en esa secuencia, incluso remontándose al origen. Veremos que el asunto tiene más de un lazo con los temas que son objeto de estas reflexiones metafísicas sustentadas en el pensar contemporáneo.
Víctor Gómez Pin, Asuntos metafísicos 45: el fantasma de la causalidad inversa, El Boomeran(g), 22/04/2014