


Se acerca el lunes y están ustedes invitados:

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Se acerca el lunes y están ustedes invitados:
Només tens una vida, a què em refereixo amb això?, doncs bé vull arribar a la conclusió del fet que he d'obrir els ulls i gaudir de la vida, sent com sóc jo i a qui no li agradi doncs que no em mirin.
Ara semblaré una vella, però he passat per moltes etapes en setze anys que tinc, sóc una noia com qualsevol altre amb molts complexos que a la llarga els he intentat tapar per por al "què dirà la gent?" però farà qüestió de mesos em vaig adonar que deixaria de preocupar-me per als altres i començar a preocupar-me per mi. Per prendre aquesta decisió he trigat molt, ja que anava rebent comentaris, però el que més em va tocar i em va fer mal eren les persones que m'ho deien... Però la meva família i els meus amics, no aquells que diuen "estaré per sempre" sinó els que m'ho han demostrat quan ho he necessitat, ells van estar per ajudar-me.
Avui aniria i els i faria dos petons a cadascuna d'aquelles persones, ja que m'he fet molt més forta i no passo ni una, de fet algunes de les persones m'han confessat que em tenen enveja, però la meva resposta va ser... Valorat que un cos no ho és tot, ja que és un cos humà es pot engreixar, aprimar i el més important només hi ha una vida!
¿Se debe dialogar en cualquier circunstancia y con todo el mundo? Ni hablar. O, mejor dicho: hablar sí, y negociar, y hasta argumentar si cabe. Pero dialogar no. El diálogo requiere condiciones éticas y filosóficas que no siempre se dan en otras formas de comunicación. Sin esas condiciones, el diálogo no es posible (sin perjuicio de que se siga hablando, negociando o incluso argumentando).
La primera de tales condiciones es el compromiso con la verdad. El diálogo se instituye con el propósito de investigar o deliberar acerca de lo que son o deben ser realmente las cosas. Si no se comparte dicho propósito (porque no se crea posible, o porque las finalidades sean otras, como persuadir, propagar, manipular o mentir) no hay diálogo que valga.
Dado que la verdad no puede ser algo subjetivo, la segunda condición de todo diálogo es la cooperación. El diálogo es, esencialmente, una actividad intersubjetiva, en que las posiciones e intereses individuales, el triunfo retórico o la reafirmación del propio ego quedan subordinados a ese interés o bien común que suponen el conocimiento o la deliberación en torno a lo justo. Sin ese valor trascendente de lo común (lo verdadero, lo bueno, lo racional...), y de ciertas virtudes concomitantes (honestidad, tolerancia, espíritu crítico), podrán darse el habla, el debate retórico, la negociación, pero no el diálogo.
La tercera condición es la incertidumbre. Se dialoga porque se duda de lo que se cree y, conscientes de esto mismo, se reconoce la necesidad de poner a prueba nuestras ideas y aprender de otros. El diálogo ha de sacarte de tus casillas ideológicas y tus “-ismos” habituales. Si crees ciegamente que tus posiciones son indubitables un buen diálogo te vendría de perlas, pero nadie (salvo que te aprecie o se dedique vocacionalmente a ello) está obligado a ayudarte.
La incertidumbre es, además, condición del interés que nos empuja a empatizar con los demás, interesándonos por su forma de concebir el mundo e inquiriendo y valorando su opinión sobre nuestras opiniones. Si, por el contrario, lo que abunda es la lectura torcida o parcial de lo que dice el otro (para, así, regodearnos en lo “nuestro”), toca levantarse y coger la puerta.
La quinta condición es la radicalidad. En un diálogo no caben dogmas, tabúes o certezas incuestionables; ni conclusiones fijadas de antemano (un “debate” instrumentalizado para conducir a los que participan a una posición predeterminada no es un debate). Participar en un diálogo supone, por el contrario, asumir el riesgo de que nuestras convicciones se desmoronen e, incluso, de que nuestra vida cambie de rumbo.
Por último, un diálogo exige equidad racional, de manera que el derecho a tomar la palabra sea estrictamente proporcional a la voluntad y la capacidad de razonar y explicar (reconocida por los demás) que tenga cada uno. Así, si en un debate se da ventaja al que más grita, paga, pega o manda, tampoco hay diálogo.
Alguien podría decir que, dada esta lista tan exigente de condiciones, uno estaría condenado a no debatir jamás. Y no le faltarían motivos. De hecho, casi todo lo que pasa hoy por “diálogo” (debates parlamentarios, tertulias televisivas, discusiones en las redes) está dirigido a la manipulación, la justificación de intereses particulares, la reafirmación de lo que ya creemos o, más simplemente, a alimentar con sangre y saña al circo mediático que nos mantiene entretenidos en nuestro puesto virtual de trabajo (consistente en proporcionar información y comprar lo que nos ofrecen).
¿Deberíamos ser, entonces, tan pulcros o tiquismiquis? ¿No dejaríamos, así, el campo libre a demagogos y dogmáticos? Yo aquí soy optimista. Creo que la pulcritud intelectual y moral nunca es excesiva, y que es lo único que puede sacarnos de esta debacle. Más aún, espero que el espectáculo degradante del no-debate público vaya generando una reacción creciente de desapego, de forma que el simulacro de “diálogo” con que se autolegitima el régimen acabe por descubrirse solo.
Mientras, no ya levantarte indignado de la mesa (como los políticos o los famosos en los programas de cotilleo) sino, directamente, no participar de ninguna manera en el Show. No digamos si, en lugar de demagogia, ruido, consignas o risas necias, lo que hay sobre la mesa son amenazas, balas, pistolas o rebeliones de opereta, en cuyo caso no solo no hay nada que dialogar, sino que hay la obligación de expulsar del plató, la institución y hasta de la vida civil al que violenta, sometiéndole, si procede, a la violencia legítima de la ley.
A no ser, claro, que nos vaya la marcha, y que lo único que nos interese sea este crispante estado (completamente ajeno al bien común) de campaña electoral permanente.
Tengo ahora mismo, a las 16:00, una videoconferencia con Madrid que me deja sin paseo vespertino. Iré al grano.
El PP ha ganado con una amplia mayoría las elecciones de la comunidad de Madrid. La izquierda perpleja, se mira los bolsillos, volviéndoselos del revés, intrigada porque no cree que haya perdido las llaves de la que considera su casa, sino que se las han robado. No sabe qué ha pasado. Las buenas gentes de la izquierda -lo digo sin ironía- están convecidas de que son los únicos buenos y no entienden cómo el pueblo trabajador puede haber preferido a los malos.
Los malos son los que caben en el simplista esquema de espantapájaros con el que la izquierda ha esquematizadso a la derecha.
Daré mi explicación de lo ocurrido.
Viajo bastante a Madrid y siempre vuelvo sorprendido por el dinamismo de esta ciudad. Todo el mundo anda con planes, proyectos, ilusiones. Recibo más invitaciones de las que puedo responer y me siento, en cuanto llego a Atocha, como en casa. Pues bien, a los madrileños, que son conscientes de este dinamismo, la izquierda les ha estado diciendo que no hay nada de esto. Los madrileños no pueden decir que están bien y si lo dicen, saldrá algún izquierdista a rebatirlos, intentando persuadirles de que en realidad se encuentran no mal, sino muy mal, rematadamente mal, que viven en el sumidero de lo peor de España. Su conciencia del bienestar es sólo una conciencia cautiva, alienada, que necesita de los argumentos de un progre o, en su defecto, de un catedrático de metafísica, para descubrir su dolor.
Añadamos que si te consideras conservador es imposible reconocerse en la imagen vampírica que los socialistas y podemitas han proyectado de ti. Tú bien sabes que no eres nada de eso y, además, que no conoces a ningún conservador en Madrid que se aproxime si quiera a esa imagen fantasmal de una derecha que sería en realidad una ultraderecha filofascista, autoritaria, contraria a los intereses de los trabajadores, de la cultura, etc.
La manipulación ha sido tan grosera que, al final, el elector se ha guiado más por lo que veía directamente que por lo que le aseguraban que tenía que ver. Entre las cosas que veía estaba una mujer que siente orgullo de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Lo más curioso es que resulta claramente perceptible entre los vencedores como una liberación no tanto por haber ganado como por habrse quitado de encima a alguien -Iglesias- que intentaba denodadamente convertirlos en extranjeros de su identidad.
Cinefòrum dinamitzat per Joan Méndez
Sinopsi: el capità Vladimir Arseniev i el seu destacament han de fer prospeccions geològiques en els boscos de la taigà Siberiana. La immensitat del territori i la duresa del clima fan que s’extraviï. Condemnat a vagar pel territori salvatge coneix Dersu Uzala, un caçador nòmada que coneix bé el territori i l’ajuda a superar les inclemències del temps. Dersu ensenyarà a Vladimir a respectar la natura i a conviure en harmonia amb ella.
Mañana de trabajo intenso, preparándome varias conferencias que debo dar próximamente y leyendo con interés la biografía de Azaña de Emiliano Aguado. La sopresa del día me la ha dado el periodista húngaro Péter Heltai, redactor de una revista de Budapest, que me comunica que hoy ha publicado una entrevista que me hizo hace varias semanas. Me veo a mí mismo hablando en una lengua que me resulta totalmente desconocida y no me siento yo. De Hungría apenas sé nada. El primer nombre que me viene a la memoria es el de Béla Hamvas y su maravillosa Filosofía del vino. Después, enganchados a la filosofía, Lukács, Lakatos, Max Nordau, Agnes Heller....
He comido en el Petit Cafè, en la Plaza de Ocata. Y he vuelto a descubrir que la mayoría de la gente no guarda ninguna consideración con alguien que está leyendo. Al que lee se le puede interumpir con cualquier cosa, por ejemplo, con una muestra forzada de amistad, y tantas veces como apetezca. Cómo me gustaría aparentar que soy un misántropo y en el fondo no serlo, en vez de serlo a medias sin aparentarlo.
Esta tarde, paseo largo por la sierra de Sant Mateu, en Teià:. El Mediterráneo se ve diferente cuando se contempla desde la ladera, recuperando el aliento en un claro del bosque. Es como una huida del paisaje, una evocación de la aventura. Es la imaginación de lo posible desde la comodidad de Ítaca. En mi caso, comodidad relativa, porque mi Penélope sigue en Pamplona.
Leo mucho, a todas horas y, sin embargo, avanzo poco. A veces me ocurre esto: me obligo a leer determinadas cosas para asegurarme que no se me ha pasado nada por alto y cuando cierro el libro no he tomado ni una nota, aunque me haya entretenido en cuestiones marginales. He acabado con Ridruejo. Una decepción, porque posiblemente esperaba una obra importante de un mportante personaje. Creo que en él lo importante era su presencia física, su proximidad, su cordialidad. Me lo confirma Tono Masoliver, que lo conoció bien. Su poesía no me ha interesado nada (pero tengo que reconocer que él no parece que se hiciera muchas ilusiones como poeta) y en sus ensayos no me he encontrado ideas de esas que te hacen tropezar. Al final, me quedo con el Ridruejo viajero, el que, por ejemplo, pasea por Soria y describe con tan entrañable pulcritud el paisaje, los pueblos y las gentes. Ridruejo tenía, me parece a mí, un alma machadiana.
Recibo un mail de un gobierno autónomo. Me dicen que lo que me tenían que haber enviado hoy no saben cuándo me lo podrán enviar porque tienen un problema informático. ¡Ah, la informática! Nos hemos convencido de que la tecnología es moralmente neutra y que, por lo tanto, no hay que echarle las culpas de nada. Es como un nublado que arrasa una cosecha con una pedregada. ¡Qué le vamos a hacer! Lo más divertido ha sido el argumento final: "Lamentamos las molestiass ocasionadas por este retraso causado por nuestro deseo de innovar". Hace tiempo que vengo diciendo que lo nuevo ha ocupado el espacio que hasta hace poco teníamos reservado a lo bueno.
Largo paseo por las viñas de Alella. 9 km en 2 horas con un tiempo espléndido. Un sol imperial pero sin estridencias y una brisilla serena. No había nadie trabajando en las viñas y sólo me he cruzado con un caminante y su perro.
La primavera sigue su curso. Lo anuncia la flor del acanto, que ya insinúa sus colores:
Y lo confirman los tonos suaves del paisaje y las francicanas florecillas de los lindes.
Los racimos insinúan el milagro de cada año. Cada brote nuevo es una victoria de la cultura (como agri-cultura) sobre la naturaleza, un canto a la capacidad domesticadora del hombre. En algún lugar del mundo dentro de un par de años alguien beberá el vino que aquí nace.
El suelo estaba blando, el aire limpio, el campo desierto, el silencio era completo.
Me he recorrido estos lugares muchas veces y cada primavera me sorprenden porque (me) parece que me estaban esperándome. En todo caso, son un regalo que, al caminar en soledad, tienen algo de exclusivo.
Esos cipreses -árboles de Afrodita- llevan aquí muchos años, poniendo sobre las laderas una pincelada toscana. Cada vez que hago este recorrido me detengo a admirar esa insisencia suya por romper la horizontalidad dominante del paisaje...
Al fondo, Barcelona, como un espejismo. Me imagino que la mayoría de barceloneses no tienen ni idea de lo cerca de sus casas que está este oasis de paz. Mejor que siga siendo así, desde luego.
Los pámpanos parecen poseer una luz interior que los empuja a creceer.
Otra cosa: En el número de mayo-junio de la revista CLAVES hablamos de la familia: "evolución de una institución imprescindible":
Para apuntalar esta retórica de violencia contra personas enfermas o con necesidades especiales, la maquinaria de propaganda nazi articuló un discurso que intentaba convencer a los ciudadanos alemanes del alto coste que asumía el Estado por mantener “parásitos”, en alusión a discapacitados psíquicos y físicos, como señala Michael Burleigh en Muerte y liberación: la eutanasia en Alemania1900-1945 (Cambridge University Press, 1994). Esta propaganda, según Burleigh, tuvo cierto éxito, ya que informes secretos policiales revelan que “la gente estaba lejos de condenar unánimemente estas políticas” eugenésicas.
El sistema de Vox para condenar el gasto público en atender a menores extranjeros no acompañados no es, por tanto, novedoso: es la misma técnica propagandística que se usó para justificar una guerra de aniquilación contra aquellos a los que percibía como genéticamente inferiores.
Parece que sale el sol. La mañana ha sido insípida, destemplada, con lluvia intermitente y un cielo confuso que no acababa de decidir con qué gris quedarse. Ahora las nubes, contundentes, navegan a su antojo bajo un cielo azul pálido y de vez en cuando dejan paso a la reconfortante luz del sol.
He salido a eso de las 11:00 a dar una vuelta por el pueblo con el paraguas. No me apetecía quedarme encerrado en casa. El suelo estaba húmedo e iba palpando su consistencia con los pies, con un caminar de braille pedestre. Sabes que eres viejo cuando no puedes contar con la fidelidad de tus piernas traicioneras. El resbalón es algo más que una amenaza, es una insinuación a cada paso, especialmente en este pueblo con tanta cuesta.
En el paseo veo desde lejos a la mujer más sosa del pueblo. Blanda, sin cuello, regordeta, camina con pasos pequeños a un ritmo constante. Me ha visto y viene, directa, a por mí. No desaprovechará la portunidad de contarme uno de sus insípidos chistes. La caridad bien entendida debiera comenzar con la sinceridad con el palizas, porque si te haces el complaciente, ya no te lo quitas de encima. He caído. Es decir, he reforzado su vicio.
Dice Ambrose Bierce que la Tierra tiene forma esférica para que no podamos echarnos de la misma unos a otros a empellones. En Bierce he pensado cuando la mujer ha descargado sobre mí su insipidez.
Creo que me voy a dar una vuelta por la playa y posiblemente me llevaré a Ravel conmigo. Es primero de mayo.
Els he traduït de l'original anglès. Una lectura molt colpidora i informativa, sens dubte.
Més endavant allà fora, a Boston i a Nova York, vaig trobar-me entre els milions de negres prou bojos per sentir que tenir la pell més clara era una marca d'estatus - que de fet tenies molta sort d'haver nascut així. Però, temps després, vaig aprendre a odiar cada gota de sang que hi havia en mi d'aquell violador blanc. (Capítol 1 - Malson)
Aquesta va ser la meva primera lliçó sobre el joc; si veus algú que guanya sempre, no és que jugui, és que fa trampes. Més endavant a la vida, si començava a perdre per sistema en una partida, em posava a observar amb molta atenció. És com quan el negre a Amèrica veu com el blanc guanya sempre. És un jugador professional; té totes les cartes i tots els números al seu favor, i a nosaltres sempre ens ha repartit les cartes que ja tenia marcades. (Capítol 1 - Malson)
Sabia que no tornaria a veure la mare perquè m'hauria convertit en una persona molt cruel i perillosa - sabent que ens havien tractat com a números, com un cas més del registre, no com a éssers humans. I sabent que la meva mare allà dins era una estadística que no hi havia de ser, que hi era pel fracàs, la hipocresia, l'avarícia i la falta de pietat i de compassió de la societat. Per això no em queda pietat ni compassió per una societat que esclafa les persones, i després les penalitza per no haver estat capaces de suportar tot aquest pes. (Capítol 1 - Malson)
El que intento explicar és que mai no se'ls havia acudit que jo els podia entendre, que no era una mascota sinó un ésser humà. No es creien que pogués tenir la mateixa sensibilitat, intel·lecte o comprensió que haurien estat preparats i disposats a reconèixer en un noi blanc que hagués estat en la meva situació. Però al llarg de la història aquest ha estat el cas amb els blancs a l'hora de mirar els negres, que fins i tot quan hem pogut estar amb ells, no ens han considerat com ells. Fins i tot quan ha semblat que obrien la porta, encara la tenen tancada. Així que, a mi, no em van veure mai realment. (Capítol 2 - Mascota)
Jo era únic a la meva classe, com un gosset de color rosa. I n'estava orgullós; ara no ho negaré. De fet, en aquell temps, ni tan sols sentia que fos negre, perquè m'estava esforçant tant de totes les formes possibles a ser blanc. Per això avui dia passo tant de temps explicant als negres americans que perden el temps esforçant-se a "integrar-se". Ho sé per experiència personal: m'hi he escarrassat. (Capítol 2 - Mascota)
No vaig trigar ni una setmana a aprendre que l'únic que has de fer és donar espectacle als blancs i et compraran qualsevol cosa que els ofereixis. Era com quan treia el drap d'enllustrar sabates. Els cambrers dels vagons restaurant i els mossos dels vagons llit també ho sabien, i feien el número de l'oncle Tom per aconseguir propines més grans. Érem en el món dels negres que són servents i psicòlegs a la vegada, conscients que els blancs estan tan obsessionats amb la seva pròpia impotància que et pagaran el que sigui, quantitats enormes, per pensar que els estàs cuidant i entretenint. (Capítol 5 - Harlemita)
Quan et tornes un animal, un voltor, al gueto, com m'havia passat a mi, entres en un món d'animals i de voltors. Es converteix de fet en supervivència només dels més forts. (Capítol 6 - En Red de Detroit)
Aquest encara és un dels problemes més grans dels negres avui dia. Una gran part dels anomenats negres "de classe alta" estan tan preocupats per convèncer els blancs que ells "són diferents d'aquests altres" que no se n'adonen que només contribueixen a mantenir l'opinió que tenen els blancs de tots els negres. (Capítol 6 - En Red de Detroit)
Què me'n dius si et deixo guanyar cinc-cents dòlars per jo poder-ne guanyar deu mil? (Capítol 10 - Satanàs)
Ni tan sols saps el nom autèntic de la teva família, no reconeixeries la teva autèntica llengua si la sentissis. El dimoni de l'home blanc t'ha desposseït de qualsevol coneixement autèntic de la teva pròpia gent. Has estat una víctima de la maldat del dimoni de l'home blanc des que et va assassinar i violar i et va segrestar de la teva terra nativa en la llavor dels teus avantpassats. . . (Capítol 10 - Satanàs)
Ara passava per la prova més difícil, i també la més important, per a qualsevol ésser humà: acceptar allò que ja és dins teu, i al teu voltant. (Capítol 10 - Satanàs)
Qualsevol que hagi llegit molt pot imaginar-se el nou món que se'm va obrir. Deixeu que us digui una cosa: des d'aleshores fins a sortir de la presó, en qualsevol moment lliure, si no estava llegint a la biblioteca, estava llegint a la llitera. No em podríeu haver tret dels llibres ni fent palanca. Entre els ensenyaments del senyor Muhammad, la meva correspondència, els visitants - normalment l'Ella i en Reginald - i les meves lectures, vaig passar els mesos sense pensar en el meu empresonament. De fet, fins llavors, mai no m'havia sentit tan autènticament lliure. (Capítol 11 - Salvat)
Mentre els blancs es declaren ignorants sobre per què la Xina els odia tant, no puc parar de recordar el que havia llegit, allà a la presó, sobre com els avantpassats de sang d'aquests mateixos blancs violaven la Xina en el moment en què es mostrava més confiada i desvalguda. Aquests "comerciants cristians" blancs van enviar milions de lliures d'opi a la Xina. El 1839 ja hi havia tants xinesos addictes que el govern xinès, desesperat, va destruir vint mil caixes d'opi. Immediatament els blancs van declarar la primera Guerra de l'Opi. Imagineu! Declarar la guerra a algú que es resisteix a ser drogat! Els xinesos van patir una derrota severa, amb la pólvora que ells mateixos havien inventat. (Capítol 11 - Salvat)
Us diré una cosa. El corrent sencer de la filosofia occidental ha acabat en un cul de sac. L'home blanc ha perpetrat un frau tan gegantí sobre ell mateix i sobre l'home negre que ha caigut dins d'una esquerda. I ho ha fet a través de la seva necessitat neuròtica i elaborada d'amagar l'autèntic rol dels negres a través la història. (Capítol 11 - Salvat)
Sabeu per què l'home blanc us odia de debò? És perquè cada vegada que us veu la cara, veu el seu propi crim emmirallat - i la mala consciència no el deixa ni mirar-lo! (Capítol 12 - Salvador)
Que l'home blanc li pregunti al negre si l'odia és com si un violador li pregunta a la víctima, o un llop li pregunta a l'ovella: "M'odies?" L'home blanc no té cap autoritat moral per acusar ningú d'odi! Si tots els meus avantpassats han estat mossegats per una serp, i a mi m'ha mossegat una serp, i aviso els meus fills que vigilin amb les serps, per què m'hauria d'acusar la serp de predicar l'odi? (Capítol 14 - Musulmans negres)
On van llençar la bomba atòmica . . . "per salvar vides americanes"? Potser són tan ingenus els blancs per pensar que els dos terços no blancs de la població mundial no entendran l'autèntica implicació d'aquest fet? Abans de llençar aquesta bomba, aquí mateix als Estats Units, què me'n dieu dels cent mil japonesos-americans, naturalitzats o nascuts aquí, que van ser tancats en camps de concentració voltats de filferro espinós? I quants ciutadans nacionalitzats i nascuts a Alemanya van ser tancats amb filferro espinós? Perquè eren blancs! (Capítol 15 - Ícar)
"Enlloc no he vist tants blancs tractant els negres tan bé com vosaltres aquí a Àfrica. A Amèrica, els afroamericans lluiten per la integració. Haurien de venir aquí, a Àfrica, i veure com somrieu als africans. Aquí sí que teniu integració. Però podeu explicar als africans com a Amèrica somrieu als negres? No podeu! I en realitat no sou sincers amb aquests africans tampoc, l'únic que us agrada són els minerals que Àfrica té en el seu territori . . ." Els blancs que hi havia al públic es van posar de tots colors. Sabien que deia la veritat. "No sóc anti-americà, i no he vingut aquí a condemnar Amèrica - vull que això quedi molt clar!" Els vaig dir. "He vingut a dir la veritat - i si la veritat condemna Amèrica, així quedarà condemnada!" (Capítol 18 - El-Hajj Malik El-Shabazz)
Va ser el primer cop que vaig veure els ghanesos ballant com si no hi hagués demà. Tothom s'ho estava passant d'allò més bé, i em van demanar que digués unes paraules. Vaig tornar a insistir en la unitat dels africans i els afroamericans. Em va sortir del cor de dir: "Balleu! Canteu! Però mentre ho feu - recordeu en Mandela, recordeu en Sobukwe! Recordeu en Lumumba mort i enterrat! Recordeu els sudafricans que són a la presó!" Els vaig dir: "Us pregunteu per què no ballo? Perquè vull que recordeu els vint-i-dos milions d'afroamericans als Estats Units!" Però és clar que tenia ganes de ballar! Els ghanesos ballaven com si estiguessin posseïts. Una noia africana molt maca va cantar "Blue Moon" com si fos la Sarah Vaughan. De vegades l'orquestra sonava com Milt Jackson, de vegades com Charlie Parker. (Capítol 18 - El-Hajj Malik El-Shabazz)
Els vaig sortir als reporters amb una cosa que no s'esperaven. Els vaig dir que els negres americans havien de deixar de pensar el que els havien ensenyat els blancs: que els negres no tenien cap alternativa tret de suplicar pels anomenats "drets civils". Vaig dir que els negres americans havien de reconèixer que tenien un cas ferm i sense fissures per portar els Estats Units davant les Nacions Unides amb una acusació formal de "negació dels drets humans" - i que si Angola i Sudàfrica n'eren els precedents, aleshores els Estats Units no s'escaparien fàcilment de ser censurats a casa seva mateix. (Capítol 18 - El-Hajj Malik El-Shabazz)
En el passat, sí, he fet generalitzacions sobre tots els blancs. No ho tornaré a fer mai més - perquè ara sé que alguns blancs sí que són sincers, que alguns són autènticament capaços de ser germans dels negres. L'autèntic Islam m'ha ensenyat que fer una generalització sobre els blancs està tan mal fet com quan els blancs fan generalitzacions sobre els negres. (Capítol 18 - El-Hajj Malik El-Shabazz)
"Malcolm X!" em va cridar - i quan el vaig mirar, em va allargar la mà per la finestreta, amb un somriure d'orella a orella. "Et fa res fer una encaixada amb un blanc?" Imagineu-vos-ho! Tot just quan es posava verd el semàfor, li vagi dir: "A mi no em fa res fer encaixades amb éssers humans. Que n'ets un, tu?" (Capítol 18 - El-Hajj Malik El-Shabazz)
Ja n'he tingut prou, de la propaganda dels altres. Jo defenso la veritat, tant se val qui la digui. Jo defenso la justícia, tant se val a favor o en contra de qui vagi. Primer de tot sóc un ésser humà, i com a tal defenso qui sigui i el que sigui que beneficiï la humanitat com a tot. (Capítol 19 - 1965)
La història de la humanitat ha demostrat a través dels segles que l'autèntic criteri del lideratge és espiritual. Als homes se'ls atrau per l'esperit. Pel poder, només se'ls obliga. L'amor és engendrat per l'esperit. El poder només crea ansietats. (Capítol 19 - 1965)
De vegades m'he atrevit a somiar que un dia la història podria arribar a dir que la meva veu - que va destorbar la comoditat de l'home blanc, i la seva arrogància, i la seva autocomplaença - que la meva veu va ajudar a salvar Amèrica d'una catàstrofe greu, fins i tot fatal. (Capítol 19 - 1965)
Crec que seria quasi impossible de trobar enlloc d'Amèrica un negre que hagi viscut tan avall al fang de la societat humana com jo; o un negre que hagi estat més ignorant que jo; o un negre que hagi patit més angoixa durant la seva vida que jo. Però és només després de la foscor més profunda que pot aparèixer la llum més gran; només després del patiment més extrem que pot arribar la joia més gran; només després de l'esclavitud i la presó que pot arribar el dolcíssim reconeixement de la llibertat. (Capítol 19 - 1965)
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Malcolm X |
Sigo de Rodríguez, así que hoy me he preparado para comer una hamburguesa, gulas y un huevo frito encima. Delicioso. ¡Y la salsilla del fondo...!
Esta mañana me ha llegado esto:
El próximo día 10 de mayo lo presentamos en el Teatro de la Comedia a las 13:00. Están ustedes invitados. Si quieren acercarse, estarán en compañía de los monstruos Lluis Homar y Xavier Albertí. He dicho lo presentamos y debiera decir "los" presentamos porque se presenta también este otro libro, de María Condor.
Son los dos primeros volúmenes de un proyecto ambicioso de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y se pondrán a la venta en el mismo Teatro de la Comedia por 3€.
Aquest és el volum de les memòries de l'activista afroamericà Malcolm X (1925-1965), que es van publicar als Estats Units poc després del seu assassinat, i que havia posat per escrit el periodista Alex Haley (1921-1992) a partir de les converses que va mantenir amb Malcolm X durant els dos últims anys de la seva vida. De fet, la introducció que fa Haley al text ajuda a entendre millor el context en què es va redactar el llibre i el sentit d'urgència que Malcolm X va imprimir en aquestes memòries, convençut que li quedava poc temps de vida, i il·lustra molt millor fins i tot que el text mateix els moments més controvertits de la seva trajectòria, especialment la seva ruptura amb la Nació de l'islam (NOI) i les constants amenaces de mort que va rebre per part dels seus antics correligionaris a partir d'aquest moment.
Malcolm X és un personatge extremadament complex, i la seva biografia, de fet, sorprèn per la seva multiplicitat de facetes i experiències diverses en una vida tan breu. En els seus trenta-nou anys, Malcolm va passar de potencial estudiant brillant a veure com la seva família es desintegrava després de l'assassinat del seu pare. Va fer diverses feines als guetos negres de Boston i Nova York, fins que l'addicció i l'atracció pel diner fàcil de la vida al submón el van portar al tràfic de drogues i a la delinqüència. Un cop a la presó, va tenir lloc la seva conversió a la religió predicada per la Nació de l'islam, una organització religiosa que defensava el supremacisme negre, la separació entre comunitats racials i la confrontació directa amb els blancs. De la mà d'un dels fundadors, Elijah Muhammad, es va convertir en ministre d'aquest culte i va dedicar uns dotze anys de la seva vida a estendre la Nació de l'islam per les ciutats dels Estats Units.
Amb els anys, el seu carisma com a orador i predicador el van portar a la fama, i Malcolm X va convertir-se en l'antítesi radical, extremista i políticament incorrecta del moviment pels drets civils, que reclamava la integració i la igualtat de blancs i negres per mitjans no violents. La seva ruptura amb Muhammad després de descobrir el seu doble estàndard moral, així com la gelosia d'aquest pel carisma i la fama adquirits per Malcolm, van portar-lo a apartar-se del moviment, i la seva aproximació a la religió islàmica tradicional i al panafricanisme van marcar un punt d'inflexió en la seva trajectòria com a activista polític, arrel del seu viatge a la Meca i la seva gira per Àfrica. Les seves visions sobre el supremacisme negre van començar a adquirir matisos, així que els últims capítols del llibre obren preguntes molt interessants sobre quina hauria estat l'evolució del seu pensament si no s'hagués vist tràgicament truncada pel seu assassinat.
Cal comprendre que és el llibre d'un orador i d'un predicador, més que d'un pensador polític, que pretén convèncer a través del testimoni de l'experiència directa i una retòrica en tot moment encesa i combativa, més que per la solidesa o els matisos de la seva argumentació. El relat té un punt romàntic, amb el seu recorregut per la vida de crim i de pecat del jove supervivent perdut en el laberint de la jungla urbana, que només a la presó aconsegueix la tranquil·litat i el silenci per aprendre la lliçó sobre la seva pròpia història i descobrir el seu lloc al món. La segona part, la de l'activisme polític, ve marcada per la construcció de la seva figura pública, i és la que desenvolupa les seves idees amb més profunditat.
El punt d'inflexió en la seva vida comença quan, a través de la lectura, Malcolm es familiaritza amb el passat de la població afroamericana als Estats Units i l'herència de racisme i abús sistemàtic per part dels blancs, que és el germen de la segregació posterior i la impunitat de la violència contra els negres: pot semblar estrany vist des de la perspectiva d'avui dia, però a finals dels anys quaranta els llibres d'història amagaven els aspectes més foscos de l'imperialisme de les nacions europees i les seves conseqüències per al present. Els capítols de la presó són una profunda revisió de la història i la filosofia occidentals, dedicades durant segles a amagar els crims dels blancs sota arguments pretesament cientifistes i la retòrica de l'exportació de la civilització occidental.
De fet, aquest punt, el de la denúncia al racisme institucionalitzat per la cultura occidental, és l'aspecte en què el text és més lúcid i punyent, i és sobre aquesta base que Malcolm X edifica la seva defensa de la violència com a instrument de lluita política - en tant que la violència al carrer només seria el fruit i la conseqüència lògica d'una violència molt més profunda, institucional i simbòlica, que ha estat exercida amb impunitat contra els negres durant segles - i la seva resistència a la integració i la convivència entre blancs i negres - en tant que, qui voldria viure en pau i concòrdia amb el seu maltractador? Un altre moment brillant de la proposta és quan contraposa els "drets civils" reivindicats pels moviments pacífics com el de Martin Luther King, i que releguen la lluita antiracista a un afer intern dels Estats Units, amb una noció més àmplia de "drets humans" o de dignitat humana, que connectaria la lluita racial als Estats Units amb les lluites per la descolonització dels països africans.
Els seus plantejaments teòrics també tenen els seus punts cecs, especialment en els moments de sexisme i antisemitisme del text, que de vegades es comprenen pel context històric i social en què Malcolm va viure i que il·lustren les seves experiències, però que a vegades presenta a través d'arguments demagògics o directament falaços. En serien exemples la crítica que fa a l'assimilació dels jueus a Alemanya com el seu gran "error", com si la història es pogués llegir cap endavant i no únicament cap endarrere, un cop l'extermini dels nazis ja s'ha revelat, o els moments en què presenta el capteniment de les dones en públic com una mena de símbol o emblema d'una cultura sencera, donant a entendre entre línies, de fet, que el seu lloc intrínsec és l'àmbit privat. Tot i així, un cop llegit el llibre sencer, val a dir que aquests moments no desllueixen el conjunt, que brilla precisament per l'eloqüència enrabiada del seu protagonista, que prefereix la incorrecció política abans que caure en les mitges tintes o en qualsevol residu, per mínim que sigui, d'hipocresia.
Continguts: Des de la seva infància a Michigan, marcada per l'assassinat del seu pare i les penúries econòmiques de la seva família, Malcolm X aprèn de la injustícia d'una societat en què els blancs imposen les seves normes, basades en la inferioritat dels negres i l'abús i la discriminació sistemàtics. Quan es trasllada a la ciutat de Boston després de deixar els estudis, entra en contacte amb la vida nocturna de la ciutat, i comença a treballar en diferents feines fins que acaba traslladant-se al barri de Harlem, a Nova York. Allà entra en contacte amb el món de les drogues, la prostitució i la delinqüència, i després d'una sèrie de robatoris acaba a la presó, on entrarà en contacte amb la Nació de l'islam i començarà el seu camí com a orador i activista per l'alliberament dels negres. Fins al seu assassinat l'any 1965, les seves idees polítiques aniran matisant-se i evolucionant, tot i que aquests canvis quedin tan sols apuntats en els últims capítols del llibre.
M'agrada: És un testimoni valuosíssim sobre la vida als Estats Units sota la segregació racial, especialment al món urbà del nord, que tot sovint es considerava més avançat que el sud rural, tot i que Malcolm X revela aquesta suposició com a mera hipocresia per part dels blancs.
No m'agrada: Té moments i moments, i el text perd una mica en els passatges en què els arguments cauen en la simplificació i la demagògia.
En podeu llegir uns fragments aquí.
Acabo de decidir, mientras me ponía a escribir esto, que me voy a hacer para comer una tortilla de patatas con cebolla. Creo que ha sido la decisión la que me ha producido la apetencia. Así que voy a abreviar. Sólo dos cosas.
La primera: Mi artículo de hoy en El Subjetivo trata de un filósofo carabinero que leía a Heidegger en la frontera franco-española de Dancharinea... y de alguna cosa más.
La segunda: He comenzado a leer a la vez dos libros: La abolición del hombre, de C.S. Lewis y Escrito en España, de Dionisio Ridruejo. Del libro de Lewis, que es en realidad una relectura profunda, tengo que hablar el próximo dia 12 en Madrid, en la IV Edición del programa Young Civic Leaders de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. El libro de Ridruejo forma parte de un proyecto personal que comenzó de una manera hace un par de años y está derivando a otra muy distinta. Me ha pasado más de una vez: tengo una idea en mente y voy acumulando materiales para darle forma precisa, pero a medida que estos materiales crecen me van pidiendo que cambie la forma del proyecto, porque la realidad es más compleja de lo inicialmente sospechado y, sobre todo, más amena.
Me voy a pelar patatas y cebollas.
La burocratización del mundo en la era neoliberal
Béatrice Hibou
(Traducción de David J. Domínguez)
Madrid, Ediciones Dado, 2020
Luis Roca jusmet
Como ya sabemos, el neoliberalismo es algo más complejo que el proyecto económico en el que se privatiza lo público y se desregula el mercado. Se ha analizado a partir de sus prácticas, de su imaginario, de su ideología, de sus implicaciones políticas, de las formas de interacción que inaugura. Se ha dicho mucho y era necesario hacerlo, ya que se está convirtiendo en lo hegemónico a nivel social global. Per faltaba decir algo y este libro lo dice. Se trata de la manera como el neoliberalismo, al contrario de lo que predica, nos atrapa en unas redes burocráticas que es una forma de gobernar pero que también va tejiendo muchos de los aspectos de nuestra vida laboral e incluso cotidiana. La referencia para su análisis es (y así lo explicita de manera muy precisa en el postfacio), Max Weber. Pero tiene muy buenos compañeros de viaje: Michel Foucault, Cornelius Castoriadis y Claude Lefort. El primero en sus lúcidos apuntes sobre el neoliberalismo y los últimos en sus análisis de la sociedad burocrática. Todos ellos muy presentes, con todo su potencial crítico, en la caja de herramientas teórica que utiliza la autora del libro, la brillante socióloga francesa Beatrice Hibou. También están presentes Hebert Marcuse ( con su análisis del hombre unidimensional en el capitalismo avanzado), Paul Veyne ( con su análisis de los mitos) Karl Polanyi…
El libro argumenta de manera muy consistente una hipótesis a primera vista sorprendente: la propuesta neoliberal, cada vez más materializada en más sociedades, supone una nueva burocratización que supera todas las anteriores. Lo que ocurre es que este nuevo control burocrático es difuso, fragmentario, y a veces imperceptible. Está formado por un conjunto de dispositivos normativos y procedimentales cuyo rasgo fundamental es la formalización, es decir la abstracción. Es un paso más, y muy importante, en lo que Max weber llamaba “la burocratización universal del capitalismo”. En esta fase hay dos rasgos característicos: el primero es que se diluye la diferencia entre lo privado y lo público, ya que es el modelo de gestión privado el que se impone por todas partes; el segundo es que la abstracción y la formalización se radicalizan al máximo, conduciendo a una especie de “ficción de la realidad”.
El orden neoliberal es un orden mercantil y empresarial que requiere una actualización permanente de sus sofisticados métodos de formalización. Es un gobierno empresarial que llega a las instituciones y regula la vida cotidiana. Todo debe gestionarse de manera rentable, cuantificando y calculando siempre bajo el dominio de la contabilidad. El control y el mando no se establecen de manera jerárquica piramidal, se efectúan de manera indirecta, a través de un sistema de normas, de reglas y de relaciones contractuales que implican prácticas burocráticas. La manera como se impone es en forma de incentivos. Es un sistema de índices y de cifras que implican, en su proceso de formalización, una pérdida importante de información y de todo lo que es singular y cualitativo. Lo que prolifera casi exclusivamente es la matematización del saber. Hay una transformación radical según un modelo de gestión privada, que se aplica también a lo público, en el que las finanzas forman parte de un proceso tan fragmentado y especializado que todo se vuelve opaco. Se impone al mismo tiempo la judicialización y la legalización del mundo empresarial y la búsqueda de seguros a toda costa.
El nuevo espíritu del neoliberalismo es el de una sociedad totalmente burocratizada. Es una forma de gobierno a todos los niveles, desde la escuela hasta el Estado. Hay una burocratización neoliberal de la alianza público-privada según la contratación de la lógica jurídica privada. Hay una reinvención de la planificación de lo público centrada en la cuantificación de los resultados. Hay, paradójicamente, una exigencia de transparencia que finalmente lleva a la máxima opacidad, ya que casi nadie controla los medios sofisticados del proceso. El proceso burocrático continua en la búsqueda de certificación, que exige una auditoría del sistema y una verificación según la normativa. En el sector público hubo una des legitimización progresiva de la intervención pública directa y la necesidad, por actores privados, de ver el entorno modelado según sus intereses. Esta normalización se basa en el principio de trazabilidad, que es la capacidad de reconocer y remontarse a los procedimientos que permiten una producción de un producto o un servicio. Se trata, en todo caso, de una dominación en forma de normalización: oficinas de evaluación, de las agencias de calificación y sociedades de certificación que lo evalúan todo y califican cuando hay lo necesitan. El lugar por excelencia es la seguridad para el despliegue de las técnicas de control y vigilancia.
Un elemento importante es la producción de la indiferencia social entre los ciudadanos, convertidos en clientes. La ética se convierte en algo puramente formal, en una adecuación a la racionalidad técnica y a la ingeniera burocrática. La ayuda humanitaria se convierte en algo burocrático que permite alcanzar el estatuto de víctima, que siempre remite a una lógica individualizante. La pobreza algo tipificado con unos criterios burocráticos que debe resolver el problema de integrar a los excluidos en el mercado. Es un diagnóstico técnico. La indiferencia es resultado de la despolitización. La burocratización se convierte en el lugar de enunciado de lo político. Hay una eliminación ficticia del conflicto, que se oculta y se esconde bajo el lenguaje del consenso y las técnicas de mediación y de resolución de conflictos. Lo que no se puede formalizar, que es lo heterogéneo, queda excluido. Pero no se trata de una descomposición de lo político sino de una reorganización de las formas de dominación. Si se quiere hacer un planteamiento emancipatorio hay que lidiar con esta cuestión, mucho más seria de lo que puede parecer.
Con este breve resumen he intentado resaltar los elementos básicos de que desarrolla con rigor, precisión y claridad Béatrice Hibou en n libro que no dudo en calificar de imprescindible para entender un aspecto menos visible de lo que es el gobierno neoliberal de nuestras vidas.
El futurisme reproductiu no necessita més deixebles. Pero tampoc n’hi ha prou amb l’actitud punk de “no future”, com si tot el que ens quedés per fer fos seure a mirar com els injustificadament rics i poderosos es carreguen la nostra economia, el nostre clima i el nostre planeta, mentre gralles sobre els escarabats egoïstes que tenen la sort de menjar-se les molles del banquet. (110)
Durant la meva tardor prenyada -l’anomenat trimestre daurat- [...] Vaig rebre aquesta ajuda, que em va semblar d'una amabilitat extrema. Més d’una vegada, militars que em creuava a l’aeroport se’m quadraven literalment. Aquestes demostracions de familiaritat em deixaven quasi en xoc. Portes el futur a dins, s’ha de ser amable amb el futur (o si més no amb certa imatge del futur, que es veu que jo semblava capaç de proporcionar i els nostres militars a punt per defensar) [...]
Però el cos embarassat en públic també és obscè. Irradia una mena d’autoerotisme petulant: una relació íntima s’està duent a terme, visible per a tothom, però que decididament els exclou. (129)On anava jo hi anava el bebè, també. Hola, Nova York! Hola, banyera! I tot i això, els bebès tenen una voluntat pròpia, que es fa evident per primer cop quan el meu estira una extremitat i em converteix la panxa en una mena de carpa. (131)
Els bebès creixen dins d’una espiral d’esperança i de por: la gestació només t’acosten al cercle més profund de l’espiral. (132)
De la manera com ho interpreta Sedgwick, no va ser només el fet que ella relacionés una escriptora canònica amb el fantasma brut del plaer personal el que va semblat depravat als seus crítics [es refereix a l'article “Jane Austen and the masturbating girl”]. Encara va ser més irritant l’espectacle d’una escriptora i pensadora -ja fos Sedgwick o Austen- que considera la seva feina com a generadora de felicitat, i que ho celebra públicament com a tal. Encara pitjor, en una cultura decidida a dessagnar les humanitats fins que morin, juntament amb qualsevol tasca amorosa que no serveixi al Déu del capital: l’espectacle d’algú a qui li agrada la seva feina inútil i perversa, i que a més la cobra -i fins i tot bé. (161)
Comida, gratísima, como siempre, con F., en el lugar de siempre y, como siempre, hablamos de editoriales, de autores, de libros... y de jóvenes promesas. Hacemos planes y, como diría Herralde, "gossipeamos" un poco.
F. es una persona que se gana espontáneamente lealtades. Yo quisiera ser él -al menos en este aspecto.
Como llego pronto a Barcelona, entro en el Corte Inglés, donde estoy seguro de que encontraré lo que busco, en la planta de caballeros. Una dependienta muy amable me atiende. Le explico lo que deseo: calzoncillos y camisetas El abanderado, los más clásicos que tenga, los de algodón de toda la vida, sin florituras, estricta comodidad. La chica se me queda mirando y me suelta -ah, la espontaneidad culpable!:
- Está usted muy joven para llevar calzoncillos de abuelo.
Es muy triste lo que estamos haciendo con los jóvenes. No les estamos enseñando las virtudes de la santa hipocresía y sin ella naufraga la civilización.
Antes de volver al tren, me paso por la librería Laie, a ver libros que no leeré. Me compro La mirada cínica, de Ambrose Bierce. Aquí el aforismo con el que me encuentro al abrir el librito al azar: "Si al menos la opinión pública estuviera determinada por el lanzamiento de una moneda, a la larga acertaría la mitad de las veces".
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
Cuando uno es pequeño suele encandilarse con el discreto encanto de las pequeñas cosas, y hasta la más minúscula fruslería le parece grande y rara, hasta que, al hacernos mayores o sabios, los detalles se descubren como lo que son: un incordio, una pérdida imperdonable de tiempo, una extraviada pulsión de muerte que solo mola a los poetas intimistas, los que alucinan por un tubo (ustedes ya me entienden) o a los místicos que buscan a Dios justo en lo que no es.
Digo todo esto por el desprecio (retórico, por descontado) que muestran por lo “universal” todas las almas cándidas que, haciendo gala de ese gusto, tan romántico y burgués, que tiene la modernidad por lo sensible, se empeñan en confundir lo real con lo concreto, lo verdadero con lo palpable, lo bueno con lo emotivo y lo justo con un fabuloso y tribal jardín del Edén. ¿Se puede estar más perdido?
Empecemos por esto de la realidad. ¿Habrá cosa en el universo, comenzando por el universo, que no sea un “universal”? No ya las leyes universales del cosmos, sino hasta los más pequeños objetos o sucesos son realidades puramente ideales. Piense, verbigracia, en usted mismo. ¿Por qué usted es usted? Ni en lo concreto de su cuerpo ni en lo etéreo de su tiempo hay nada más que infinitas partes de partes, ninguna de las cuales es idéntica a ninguna. ¿Dónde radica, pues, su identidad? ¿En qué cambiante momento es Ud. el que es? En ninguno, claro. Porque Ud. no es ninguna cosa o momento concreto, sino un universal, una esencia, una cosa… ideal.
Pensemos ahora en ese tipo de identidad entre mente y mundo que entendemos vulgarmente por “verdad”. “No hay verdades universales”, dicen los locos que, negando lo que afirman, toman como universal la verdad de que no la hay. ¿Pero no la hay de verdad? Imposible. Cada vez que enunciamos algo descubrimos una verdad universal y eterna como el tiempo. Que “ahora que escribo esto son aquí las siete” será verdad siempre, a las siete y a las nueve, aquí y en Japón, y si no fuera verdad (porque todo es relativo, porque me hubiera equivocado, o porque mi reloj cojeara del segundero), sería igualmente falso (es decir: verdaderamente falso) aquí y en Japón, a las siete y…
¿Y lo “bueno”? ¿Es universal o relativo lo “bueno”? Si algo es bueno de verdad, no puede serlo solo para mí; y si no es bueno de verdad, no es bueno. Piénsenlo otra vez: si lo bueno es según cada cual, es que todos vemos (mal, parcialmente) lo mismo (lo Bueno), luego lo bueno de verdad será siempre lo que es, y el relativismo moral una tesis universalmente falsa, sin que pueda salvarla de ello emotivismo alguno: las emociones y su baile de hormonas no están menos determinados por la música de esos universales que son las ideas interpretando (en tono mayor o menor) el “cómo nos va la feria”.
Pasemos a asuntos más polémicos. ¿Es el pérfido universalismo-de-occidente el padre del especismo antropocéntrico, el colonialismo, el androcentrismo, el esclavismo o el cambio climático? Lo dudo mucho. La mayoría de las culturas se instituyen como un patriarcado, y son tan antropocéntricas y colonialistas como puedan serlo. De otro lado, el capitalismo depredador no es el fruto del universalismo, sino de un relativismo que, descreído de toda verdad o valor universal, nos conforma con la más pobre de las filosofías (la más concreta de las universalidades): la del mundo como un mecanismo ciego, la de la pura voluntad de poder, el imperio de los cuerpos y los cosas, o la sacralización del dinero...
Si algo nos ha descubierto, por el contrario, el universalismo occidental (aunque no solo él) es ese plano trascendente a lo concreto y a las visiones y deseos subjetivos que da lugar a lo objetivo del conocimiento o a la racionalidad de los valores morales.
Que todo nuestro actual sistema de valores (la dignidad, la equidad y la justicia, la solidaridad, la paz, el respeto por el diferente o el cuidado de la naturaleza) haya surgido junto a la subjetividad más ciega, los deseos más egoístas, la opresión de mujeres y esclavos, la guerra, la persecución y el expolio, es una amarga ironía, pero también una esperanza de progreso. Quiere decir que algo hemos aprendido y que, tal vez, los ideales de una civilización pueden, y deben, trascender su origen. Algo que ocurre siempre que en ella se profundiza en las ideas de universalidad y trascendencia.
Desconfíen de los nuevos y extraviados profetas. Cualquier tiempo pasado fue peor: menos universal y más esclavizado por irrelevantes detalles y falsos ídolos (la raza, el género, la comunidad, la patria, el idioma, la costumbre…). Las pequeñas cosas tienen, sin duda, su encanto; pero solo si uno no las confunde con las grandes y esenciales y hace de ellas un falso y peligroso universal.
"L'exercici més fructuós i natural del nostre esperit és, al meu parer, la conversa. Trobe que acostumar-s'hi és l'acció més dolça de la nostra vida; i és la raó per la qual, si se'm forçara a hores d'ara a triar, consentiria més prompte, així ho crec, a perdre la vista que l'oïda o la parla. Els atenesos, i els romans també, conservaven amb gran honor aquest exercici en les seues acadèmies. En el nostre temps, els italians en retenen alguns vestigis, per al seu gran profit, com es veu si comparem els nostres enteniments amb els seus. L'estudi dels llibres és un moviment lànguid i feble que no escalfa, mentre que la conversa ensenya i exercita alhora. Si converse amb una ànima forta i un dur rival, m'ataca pels flancs, em punxa per la dreta i per l'esquerra, les seves imaginacions esperonen les meues. La rivalitat, l'ambició, la lluita, m'empenten i eleven per damunt de mi mateix. I l'acord és una qualitat completament enutjosa de la conversa."
Escribe B: "Merci à vous amis qui me souhaitent une meilleure santé. J'en suis touché".
Ayer por la tarde mantuve una charla telemática en el Instituto Juan de Mariana con Quintana Paz sobre conservadurismo. Era, de hecho, la continuación de otra anterior que se nos quedó corta. Esto de las pantallas en un sustituto necesario, pero muy torpe y muy limitado, de la relación fundamental, que es la relación cara a cara. Cuando dos personas discuten sobre algo en el mundo real es todo su cuerpo el que se expresa; cuando discutimos mediados por las pantallas, el cuerpo es un testigo no diré que completamente mudo, pero sí bastante tartamudo y excesivamente pudoroso y eso, curiosamente, resta verosimilitud y, sobre todo, presencia, a los argumentos que intercambiamos. Cuando Sócrates dialogaba con los jóvenes atenienses utilizaba con frecuencia dos expresiones: "ponte en tensión" y "volvamos atrás". Con la primera estaba diciendo que nuestra actitud ante el diálogo es la parte esencial del mismo y, sobre todo, aquello que con mayor claridad nos llevamos a casa; con la segunda, animaba a recuperar la tensión y la frescura inicial que puso en marcha el diálogo y que siempre está amenazada por las divisiones, definiciones, diferencias y sutilezas de la discusión. Parece que quiere decir: o intensidad (y entonces el sujeto que habla es, todo él, el que dialoga) o claridad (y entonces el logos se independiza de nosotros y se acaba perdiendo, hasta el punto de que podemos dudar de si nos reconocemos o no en las palabras que decimos). En el primer caso nos jugamos, sobre todo, el acuerdo o desacuerdo cono nosotros mismos; en el segundo, nos ocultamos tras nuestras palabras.
El tiempo sigue antojadizo, es decir, infantil, que es lo propio de la primavera. Al generoso sol de ayer le ha sucedido una mañana insípida, de grises desvaídos, azules sucios y lechosos, un vientecillo insidioso que me ha pillado mal abrigado y lloviznas a ráfagas que han dejado una fina película de tierra amarillenta en la terraza. Mi cuerpo, barruntándose el cambio, me ha mantenido toda la noche rondando por la casa, como alma en pena, descentrada e incapaz de dar con su destino.
Mi Agente Provocador ha salido a primera hora de la tarde para Pamplona y yo me he prometido aprovechar el tiempo al máximo. Me he programado unos deberes rigurosos que bien sé que no cumpliré. Aquello de Sócrates de que la peor derrota es la que se infringe uno a sí mismo, me resulta tan familiar... Pero el hombre hacendoso que yo quisiera ser se divierte imponiéndole tareas regladas al hombre real que me lleva a rastras y tampoco es cuestión de dejarlo sin voz ni voto.
Me escribe Fernando Savater y me dice que me lea esto. El autor, Shane Trotter, me sonaba... y no he tardado en encontrar la razón. Me lo encontré casualmente hace unas semanas defendiendo en un artículo la fórmula de la felicidad, con lo cual, lo aparté de mí como a un moscardón. Pero el artículo que me sugiere Fernando es interesante.
Aparece una buena reseña de La escuela no es un parque de atracciones en una revista importante, Teoría de la educación. Este libro ha ido haciendo su camino sin prisas, sin aspavientos, de manera silenciosa, pero sin parar. Recuerdo que en el último momento, después de mandarle el texto, le dije al editor que no lo publicara, que no estaba contento con el resultado y que quería revisarlo de arriba abajo. Él, con más sentido común que yo, me respondió que ni hablar. Esta reacción de pánico ante el "nasciturus" es tan habitual en mí que ya debería estar vacunado contra ella. Pero mis fantasmas se despiertan en cuanto pongo el punto final a un manuscrito con el mismo poder de convicción.
Esta tarde, a las diez, tengo una charla telemática amigable con Quintana Paz en el Instituto Juan de Mariana. Hablaremos de conservadurismo.
Sin noticias de B.
Gratísima visita de dos amigos zaragozanos muy queridos, Iris y Rafael, que se presentan con esa inefable felicidad que los recién casados llevan prendida en la piel y en los pequeños gestos. Todo en ellos tienen un aire de cálida intimidad desvelada. Hemos vermuteado en la Plaza de Ocata y comido en casa. Comido y bebido, porque con el transcurso de la comida el vino se nos iba pegando al paladar y a los parpados. Hemos hablado de Marías, de Ortega, de Unamuno y de mil cosas más. ¡Qué cosa asombrosa es la amistad! ¡Qué clima de confianza se crea entre los amigos! ¡Qué bueno sabe el maridaje cordial de vino y risas!
B. me escribe, deprimida, tras la operación, dejándome en el lomo bien clavadas las banderillas de una terrible interrogación: "Franchement, cher philosophe, tout cela vaut-il le coup?"
Tras mucho rumiarlo, me decido a contestarle que sí, que vale la pena y que tengo dos argumentos irrefutables que lo demuestran:
El primero: Tenemos todavía muchos correos que intercambiarnos y así B. podrá continuar dando envidia a sus amigas con su correspondencia con su amigo filósofo español.
El segundo: Gracias a nuestra correspondencia puedo fardar ante mis amigos de mi amiga B., parisina. Ninguno de ellos tiene una amiga parisina. Es, por lo tanto, de sentido común querer mantener mi superioridad cosmopolita sobre ellos. La perturbación de nuestra correspondencia me rebajaría al nivel de su miseria relacional, disminuiría mi dignidad y, en consecuencia, implicaría una grave merma de mi amor propio.
He comenzado De historia y política, de Luis Díez del Corral (1956). Lleva una dedicatoria manuscrita del autor: "A Carlos María González de Heredia y Oñate". Me gustan estas dedicatorias de los libros de segunda mano. Me permiten, de alguna manera, situarme a espaldas del receptor original, para prolongar su eco. ¿Dónde acabarán todos estos libros míos cuando sean de tercera mano? ¿Se les brindará la oportunidad de llegar a serlo?
Larga entrevista con un periodista de El periódico. Quiere conocer mi opinión sobre los datos que sugieren que los adolescentes cada vez se muestran más desinteresados por el deporte.
Efectivamente, el desinterés es real y creciente. Los sucesivos estudios del Consejo Superior de Deporte sobre los hábitos deportivos de la población escolar así lo vienen señalando al menos desde el 2011. El sedentarismo crece, especialmente entre las chicas. Parece que el momento en el que el flujo del abandono se convierte en cascada es el de los 12-13 años. Curiosamente, a esa edad los chicos -sobre todo ellos- abandonan la lectura de libros.
¿Por qué? ¿A qué se debe este abandono? Los argumentos que aducen los adolescentes para justificarse son inquietantes porque recuerdan mucho a sus quejas en la escuela: la práctica deportiva es aburrida, no les gusta sentirse humillados cuando pierden, el entrenador no los motiva... Curiosamente, la práctica de deporte parece fomentar tanto la capacidad atencional como el trabajo en grupo.
Desde que en los años 50 el sociólogo norteamericano James Coleman descubrió la emergencia de una específica cultura adolescente, con sus propios rituales, lenguajes, modas, aspiraciones, etc., ésta ha ido, al mismo tiempo, creciendo (cada vez se expanden más sus márgenes cronológicos), diversificándose (se habla de la atomización del ocio adolescente) y buscando su identidad a espaldas de los adultos. Hoy en torno al 40 % de los adolescentes cree que tiene mejores cosas que hacer que practicar deporte o ver deporte en la televisión.
Ha aparecido en El Mundo una entrevista que me hizo el sábado pasado Olga San Martín. Lleva una foto de Javier Barbancho, hecha en la Cuesta de Moyano (creo que, de aquí en adelante, sólo me voy a dejar fotografiar con gafas de sol):
En el suplemento cultural del ABC Luis Alberto de Cuenca reseña el magnífico libro de J.M. Sánchez Galera, La edad de las nueces. Afirma, entre otras cosas, que "está enriquecido con un estupendo prólogo, como todo lo que escribe, de Gregorio Luri". A nadie le amarga un dulce, especialmente si viene de un poeta como Luis Alberto.
Aparece también la segunda entrega de mi Locutori en El Tribú.
Releo despacio algunas páginas de Ideas para una filosofía de la historia de España, de Manuel García Morente (1943) y me quedo, especialmente, con su sutil y clarificadora diferencia entre sujeto y persona.
Comida en familia para celebrar el cumpleaños de mi segundo nieto, Gabriel. Siete años, nada menos nos hace hoy. ¡Santo Dios, los nietos crecen muchísimo más rápido que los hijos!
Todo es política. Nadie está más convencido de eso que yo. Pero la vida no cabe en los esquemas de los debates políticos habituales. Hay que reducirla mucho para hacerla encajar allí. La política es inevitable, pero la vida personal tiene más dimensiones políticas que lo que se suele entender por política. Y hay que preservarlas.
Propio del lenguaje humano es que con sólo un pequeño número de morfemas (elementos ya significativos del lenguaje) cabe realizar una enorme cantidad de combinaciones, de ello resulta esa capacidad que tiene el lenguaje humano de decir todo. Los morfemas se descomponen en fonemas (elementos desprovistos de significación), cuya imposición selectiva es, sin embargo, la matriz de toda carga semántica. Nada análogo en el somero mensaje de la abeja, que de hecho, no es la expresión de un lenguaje. Al respecto escribe el evocado Benveniste:
“El conjunto de estas observaciones muestra la diferencia esencial entre los procedimientos de comunicación descubiertos en las abejas y nuestro lenguaje. Esta diferencia se resume en el término que nos parece más apropiado a definirlo: el modo de comunicación utilizado por las abejas no constituye un lenguaje, se trata de un código de señales”.
Quizás el nihilismo esencial consista en renunciar a esta posibilidad de seguir actualizando el mundo a través de las palabras, en sentir que decididamente todo está dicho, o incluso que el decir desde el origen poco importa que la confianza en la capacidad humana de otorgar sentido fue simplemente una suerte de espejismo, casi una muestra más de una superada ingenuidad.
Víctor Gómez Pin, El hombre cuenta (II): "La oveja que como centellas", El Boomeran(g), 23/04/2021
Lo sorprendente de este libro no es que nos muestre un Valera liberal, socarrón y escéptico en pleno dominio del nacionalcatolicismo, sino que petenezca a una colección pensada para alumnos de bachillerato.
La mañana, curiosa, ha comenzado con una llamada desde las Cortes y ha acabado con otra de un periodista que me entrevistará a las 17:30.
Cada vez me interesan menos las novedades literarias. Prefiero dejarme llevar por la lectura que se insinúa en el libro que estoy leyendo, es decir, me gusta que las lecturas futuras respondan a un reclamo de las presentes. Cada libro convoca a otros y así se va estableciendo un diálogo entre ellos. Leer sin intención de novedad no significa que no encuentre en los libros insinuaciones muy potentes de algo nuevo. Lo que se ha quedado atrás no ha exprimido, en modo alguno, todo su significado; muchas veces recluimos a las estanterías de lo viejo a autores que dejaron insinuadas en sus obras ideas que en su tiempo no encontraron la posibilidad de desarrollo y que ahora, vistas desde el presente, ofrecen pistas interesantes para la comprensión de lo que nos pasa. Se trata pues, de ir tirando de los hilos sueltos de los libros viejos. La experiencia, lo aseguro, merece la pena. Te permite liberarte del círculo encantado de las palabras en boga, que acaban imponiendo su propio horizonte de sentido.
Tras dejas a Valera he tomado el tomo de Balmes de la Nueva Biblioteca Filosófica (1932).
Aquesta primera novel·la de l'autor britànic George Orwell (1903-1950) es va publicar per primer cop el 1934 i és un testimoni franc i directe sobre la crueltat i la perversitat inherents a l'imperialisme com a sistema. L'acció s'ambienta a mitjans dels anys vint, en una petita ciutat de províncies al nord de Birmània, on una colla de funcionaris i empresaris britànics controlen l'explotació econòmica de la zona, mentre intenten posar ordre sobre la població colonitzada a través d'uns sistemes judicial i policial corruptes. L'statu quo que s'ha de preservar es basa en l'assumpció teòrica de la superioritat dels blancs, i de la justícia i bonhomia inherents a aquesta operació d'explotació sistemàtica rere el pretext d'estendre el progrés occidental a races menys civilitzades.
La pràctica d'aquest sistema ensenya les seves vergonyes només en començar: l'opressió d'una massa de població impotent es fa palesa a través de la complicitat entre una classe dominant que imposa la seva llei per la força de les armes i una classe funcionarial de natius entrenats per perpetuar aquest sistema a base d'explotar els seus compatriotes. George Orwell és extremadament clar i didàctic a l'hora de presentar aquest context social, i els retrats dels seus personatges els deixa pintats amb traços gruixuts, sota la llum menys afalagadora possible, i de vegades semblen més tipus al servei de la crítica política del seu autor que no pas personatges psicològicament complets. Cap d'ells en absolut acaba fent-se mínimament agradable o ni tan sols mostra cap mena de qualitat redemptora, o com a mínim atenuant, per al seu comportament.
El protagonista, en John Flory, és un comerciant de llenya establert a Birmània des de la seva joventut. Als trenta-cinc anys, la crisi de la mitjana edat l'agafa cansat de viure i plenament conscient de la corrupció moral que el sistema ha operat en ell: és perfectament conscient de la hipocresia de tots els funcionaris i comerciants britànics que l'envolten, i és l'únic que entén la seva feina com a explotació econòmica, cosa que li guanya la fama, dins d'aquest cercle, d'element subversiu. Aquesta imatge es veu agreujada per la seva amistat amb un metge indi, el doctor Veraswami, que, lluny de ser un agitador social o un radical, és un lleial servent a l'imperi britànic i està perfectament convençut de la superioritat de la raça blanca. El doctor és víctima de les maquinacions d'un magistrat birmà de la localitat, U Po Kyin, que basteix el seu èxit social i la seva cursa dins la piràmide del funcionariat en calumniar els seus rivals a través de xantatges i suborns a tercers.
Quan el metge indi es vegi acusat de sediciós per tota una sèrie de pamflets i cartes anònimes que es comencen a publicar als diaris birmans, la seva única esperança serà esdevenir membre del club local, que és exclusiu per a blancs però es veu en l'obligació d'integrar un primer membre asiàtic per tal de calmar les tensions socials que comencen a escalar i amenacen amb la violència als carrers. Flory té la possibilitat d'ajudar el seu amic en diverses ocasions, però en la seva situació és molt més fàcil no enemistar-se amb els seus compatriotes, així que la sort del doctor no sembla augurar res de bo.
No és l'únic front obert per a Flory, però. Quan arriba al poble l'Elizabeth Lackersteen, una jove òrfena i sense fortuna que ve a viure amb els seus oncles, en Flory es planteja per primera vegada que un matrimoni honorable pot ser la seva via de redempció a la vida i la seva última oportunitat, desesperada, per aconseguir la felicitat. L'Elizabeth no té ni un cèntim i està força desesperada per casar-se amb el primer home que li ho proposi així que, d'entrada, no sembla que hi hagi gaires obstacles per a la relació - no gaires més, almenys, que les idees sedicioses d'en Flory, l'aparició inesperada del tinent de policia Verrall, jove, esportista, i que sembla encarnar totes les qualitats que li falten al protagonista, i la presència sempre amenaçadora de la Ma Hla May, l'amant birmana d'en Flory, és clar, que amenaça la seva imatge de respectabilitat.
Un cop Orwell ha col·locat tots aquests personatges en aquest particular tauler d'escacs, el que segueix és una trama d'anades i vingudes perfectament construïda fins a cada petit detall, i que podria arribar a resultar vodevilesca si no colpegés amb una violència tan crua en els moments més inesperats. L'escalada de la violència s'acaba produint i, quan finalment esclaten les revoltes al carrer, en realitat no es presenten com a via d'alliberament, sinó més aviat com a oportunitats per exercir el control i el poder en benefici únic d'uns quants.
La primera novel·la d'Orwell és un relat despietat fins a ratllar la crueltat, que transita una línia molt fina entre el realisme social i la sàtira política. La trama argumental està subordinada a la crítica política que pretén el seu autor, sobre un sistema inherentment corrupte, en què les relacions humanes queden enrarides abans de començar, i la veu narradora mateixa, aparentment objectiva en tercera persona, cau en els mateixos clixés racistes i en la misogínia típiques del sistema que retrata. Tot i així és una lectura intrigant i fascinadora, que atrapa pel seu ritme en crescendo, els girs de guió inesperats i de vegades absurds, i la profunditat de la crítica política que desplega a totes les capes i estaments de la societat que retrata.
Sinopsi: A mitjans dels anys vint a la colònia britànica de Birmània, una colla de funcionaris i empresaris anglesos controlen l'economia de la zona mentre mantenen l'ordre amb mà de ferro. John Flory, un comerciant de llenya, es troba en un punt de la seva vida en què no troba més al·licient que la beguda, el sexe amb la seva amant birmana i les converses amb el seu amic indi, el doctor Veraswami. Quan aquest és víctima d'una campanya de difamació contra la seva respectabilitat, Flory es debat entre fer alguna cosa per ajudar el seu amic i enemistar-se amb els altres blancs, o deixar que les coses passin al seu voltant com sempre ha fet.
M'agrada: És una novel·la extremadament entretinguda i que, rere la seva sàtira social de traç gruixut, amaga una crítica política sempre directa i clarivident.
No m'agrada: La veu narradora en tercera persona cau tot sovint en el racisme i la misogínia gratuïts. No em refereixo als moments en què aquestes actituds queden justificades pel retrat o el context social a través de les opinions dels personatges, sinó a altres moments en què la veu narradora cau en aquest tipus de clixés a l'hora, per exemple, de descriure els personatges o l'ambient, especialment els natius birmans.
Hay un singular placer en hablar bien en público de alguien que ha hablado mal de ti en privado... y que seguramente te está oyendo. Es una especie de venganza que parece indicar que se puede utilizar la bondad para humillar. Se puede ser malo siendo bueno... pero no creo que se pueda ser bueno siendo malo... aunque a veces nuestras malas intenciones tengan efectos inesperadamente beneficiosos para aquel a quien pretendemos perjudicar.
Dos versos de Fernando de Herrera:
Ya siento el dulce espíritu del alba
que mansamente murmurando expira.
Y otros dos de Lope:
Estaba el sol apenas matizando
las plumas de las alas de los vientos.
Ayer mantuve una agradable tertulia pedagógica con los profesores de la Escuela Universitaria de Osuna. Buena gente y profunda añoranza de Andalucía. Nos lo pasamos bien aunque el acto comenzó con cierta tensión. El presentador comunicó a los telemáticamente presentes que, con mi permiso, la sesión comenzaría cinco minutos más tade de la hora indicada, por los famosos cinco minutos de cortesía. Protesté inmediatamente y dije que tal cosa se haría, en todo caso, sin mi permiso. Si íbamos a hablar de educación debíamos dar ejemplo tomándonos en serio los horarios y la cortesía con los puntuales.
Encuentro en Felipe Vivanco una idea poderosa que me obliga a rumiar: "La emoción es sedimentación".
He enviado mi segunda colaboración para el Tribú, la revista digtal de Feran Caballero. Me gusta cómo va quedando mi sección.
La Sociedad Científica de Mérida, con el apoyo del Centro de Profesores de Mérida, el Centro Universitario de Mérida y la Junta de Extremadura, ha producido esta videoconferencia en la que exponemos, de modo general y con espíritu divulgativo, algunas de las claves para entender, a mi juicio, las profusas relaciones entre lo estético y lo político. Se añade, al final, una breve bibliografía en español.
Me escribe B:
On m’opère à 13h. La hâte que ce soit fait est plus forte que la peur de passer sur le ‘’billard’’. Ces dernières journées, et surtout les nuits, ont été cauchemardesques.
Voilà, ‘’alea jacta est’’!
Portez-vous bien. Salud!
A mí, B., no me importaría portarme mal de vez en cuando, pero no se me presenta la ocasión. Suelo ser bueno no tanto por mérito propio como porque me ha tocado en suerte un demonio perozoso que con tal de no trabajar, ni me tienta. Soy bueno sin mérito. Claro que mi edad -¿para qué engañarnos?- algo tiene que ver con la mandra del demonio.
A primera hora de la tarde he acompañado a mi mujer a Badalona. Le han puesto la vacuna contra la Covid. Por ahora, sin problemas. En casa respiramos un poco más profundamente.
He comenzado a leer La España real de Julián Marías. Tengo amigos muy apreciados que son entusiastas de Marías y entre ellos uno, especialmente querido porque nos une San Miguel de los Navarros, que es biógrafo suyo. A todos les parece muy razonable y a mí es eso, precisamente, lo que me aleja de él. Efectivamente: todo en Marías es razonabilísimo. Todo convence. Todo es mesurado, sensato, tranquilo. Todo está bien argumentado y bien escrito... pero nunca te pone una zancadilla, nunca te da un susto, nunca te asoma al abismo, nunca te provoca una malestar, te contagia una perplejidad, te obliga a apartarte de su escritura para emerger y tomar una bocanada de aire...
Día frío, desangelado. Llovizna intermitente y un cielo sucio y bajo. Ni un rayo de sol. Mi cabeza se empeña en dar vueltas por entre las líneas del libro de Eugenio Noel que intento leer, sin éxito.
Mail de B., que espera ser operada mañana: "Quoi qu’il en soit, je veux vous dire à quel point j’aime notre correspondance, et qu’elle a été toutes ces dernières années un vrai rayon de soleil dans ma vie". Emocionado, le contesto inmediatamente, para asegurarle que una amiga es aquella persona que tiene plena autorización para llamar a la puerta de casa a cualquier hora del día o de la noche. Y siempre será bien venida.
La mirada se me clava, de sopetón, en esto de Eugenio Noel: "Quevedo, el enorme Quevedo, más grande a medida que se le va olvidando, decía en aquella lengua insuperable suya: ... y Bruto se perdió porque quiso ser malo con templanza" (España, fibra a fibra, 1960). A la cita le falta la primer aparte. La busco en la Vida de Marco Bruto y no tardo en dar con su despiadada clarividencia: "Y al fin Antonio prevaleció contra Bruto, porque supo ser malo en extremo; y Bruto se perdió, porque quiso ser malo con templanza". Quevedo es un enorme filósofo político.
Este artículo fue publicado originalmente por el autor en El Periódico Extremadura
Los sofistas tuvieron mucho éxito entre los ciudadanos de pro, que no dudaban en pagarles para aprender a hacer pasar sus opiniones por justas y verdaderas. Sobra decir que la mayoría de esos sofistas no tenían nada por propiamente “justo” o “verdadero” (lo de la “posverdad” es muy antiguo); pensaban que tales cosas eran tan variables como los intereses y deseos subjetivos de las personas, y que lo que prevalecía era siempre lo que dictaba el que tenía más labia y, por ello, poder.
¿Vivimos hoy un renacimiento de la sofística? No lo duden. La tesis de que la verdad no existe (o de que no merece la pena buscarla), y que lo que importa es lo persuasivo o buen comunicador que uno sea, forma parte del bagaje ideológico de nuestro tiempo. Lo podemos observar en el detalle con que preparan sus intervenciones los políticos, en la calculada demagogia de los “líderes de opinión”, en la insistencia con que se busca el efecto emotivo y el aplauso fácil en los medios, y en la demanda de expertos en comunicación de toda laya (publicistas, asesores de imagen, gestores de redes, storytellers, expertos en oratoria) por parte de gobiernos, empresas y hasta colegios.
No exagero: en muchos centros de enseñanza se está asentando la costumbre (tan anglosajona) de los “torneos de debate”, eventos en los que varios equipos de alumnos compiten entre sí para medir cuál es más persuasivo ante un tribunal de expertos. ¿De expertos en el tema de que se trata? No. De expertos en tratar de cualquier tema de forma eficiente y persuasiva. Al fin, en estos torneos más que la verdad lo que se persigue es la habilidad para construir estrategias argumentales con que defender e imponer una tesis (la que te toque) frente al equipo contrario.
No hay nada que objetar, por supuesto, a que los alumnos mejoren sus dotes retóricas o aprendan a argumentar con corrección. Pero la educación ha de tratar de más y más nobles e importantes cosas que de “hablar bien”; cosas que, como el diálogo, el pensamiento crítico o la competencia ética, están siendo arrinconadas o sustituidas por presuntas “innovaciones” provenientes de la esfera del coaching empresarial, las técnicas de venta (de productos u opiniones, tanto da) o de la psicología de moda.
Así, el diálogo educativo es algo muy distinto al torneo de oratoria. El fin del diálogo no es saber hablar, sino buscar el saber; en él no se trata de una competición o un concurso de talentos retóricos, sino de una investigación en común (como la de los programas de Filosofía para niñosde muchas escuelas) en que la generosidad hermenéutica con respecto a las tesis del otro, el cuestionamiento constante de las propias, o el deseo de aprender (y no de vencer) son las principales pautas.
Tampoco el pensamiento crítico tiene nada que ver con lo que se “vende” como tal en el mercado de la innovación educativa. La capacidad para someter a análisis racional los fundamentos (ontológicos, epistemológicos, axiológicos) de nuestras ideas, deseos, afectos o acciones, no es la misma cosa que recibir un cursillo del gurú, coach o experto en liderazgo de turno sobre cómo gestionar la información, practicar el “pensamiento lateral” o no dejarte engañar en las redes.
La educación ética no es tampoco nada que convenga confundir con los postulados de la psicología positiva, los cinco pasos para mejorar la “inteligencia emocional” u otros grandes éxitos de la literatura de autoayuda. Conocernos y tomar las riendas de nuestra vida exige una reflexión mucho más seria sobre lo que somos y debemos ser, así como sobre los valores desde los que afrontar los graves dilemas morales y políticos a los que se asoma nuestro tiempo.
Sé que lo tenemos crudo (no hay día que no aparezca en prensa un publirreportaje pagado, y disfrazado de noticia, ponderando a algún gurú del coaching y la “innovación” educativa), pero no podemos renunciar a una concepción de la educación en la que el diálogo veraz, el pensamiento crítico o la capacidad ética, sean sustituidos por las habilidades oratorias, la “aptitudes para el liderazgo” o la venta de recetas para el bienestar emocional.
Lectura intensa. Sol contundente. Sobre la mesa, en la plaza de Ocata, la taza del café con leche se ha juntado con la copa de cerveza. Leer es ir ampliando las dimensiones de la propia ignorancia. Afirmar, entonces, como a veces he afirmado con vehemencia, la necesidad de disponer de una imagen fiable de la propia ignorancia es una quimera. La ignorancia es la materia oscura. Está rodeándote, pero también anda acechando en el corazón mismo de cuanto crees saber. Sólo tienes de ella noticias epidérmicas, algo así como una sombra. La salud está en el hombre sencillo que sabe lo que sabe y lo que ignora porque no se ha problematizado ninguna de ambas cosas. La sabiduría consistiría, entonces, en encontrar el camino de regreso a ese hombre. Es, claramente, un proyecto imposible. Cada libro que abrimos nos aleja un poco más de él pero, al mismo tiempo, nos hace comprender la importancia de los prejuicios terapéuticos de la gente corriente.
Se detiene a junto a mi mesa un vecino grande con alma de niño. Me dice que me ve leer y que quiere darme un aplauso, porque no hay nadie que lea más que yo. Le digo que en vez de un aplauso me gustaría un cesto de cerezas, que sé que tiene un cerezo magnífico en las afueras de Ocata. Me contesta, airado, que ni hablar, que "las cerezas valen dinero".
Hay una familia de números que siempre ha fascinado a los investigadores matemáticos por sus singulares propiedades: los números primos. Si a ti también te intrigan, este libro te acercará al apasionante mundo de la investigación matemática y de la encriptación en internet.
Si eres docente, en esta obra encontrarás secuencias didácticas para lograr que tu alumnado descubra los números primos, sus propiedades y cómo usarlos para resolver problemas, a través de la metodología de aprendizaje por descubrimiento.
Ver la emoción que sienten los estudiantes cuando hacen sus propios descubrimientos no tiene precio y, por otro lado, cuando dejas que investiguen siguiendo sus propios caminos se aprende mucho. De hecho, este libro está lleno de descubrimientos de alumnos de su autor.
Sobre el autor
Gregorio Morales Ordóñez es licenciado en Matemáticas por la Universidad de Valencia. Ha sido profesor asociado del Departamento de
Innovación y Formación Didáctica de la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante y en la actualidad es profesor de Educación Secundaria y Bachillerato, donde ha introducido el aprendizaje por descubrimiento y los laboratorios de matemáticas. Forma parte del comité redactor de los problemas de la Olimpiada Matemática de la Comunitat Valenciana, y participa en el proyecto Estalmat CV. Comparte su pasión por la enseñanza y el aprendizaje de las matemáticas con la papirofexia, la manipulación de tela mediante nudos para crear teselaciones (ámbito en el que ha impartido numerosos cursos y talleres para su inclusión como recurso educativo en el aula), los rompecabezas de carácter matemático y los juegos de mesa. Junto con su compañero Jordi Gené ha publicado juegos como Grill Party, Bauhaus, Panik Pilze o Crazy Lab.
La entrada La estructura de los números se publicó primero en Aprender a pensar.
El febrer de 2019, fa més de dos anys, es va iniciar la vista oral del judici contra els presos independentistes, que els jutjava pels càrrecs de rebel·lió, sedició, malversació de fons i desobediència per la celebració del referèndum d'autodeterminació de Catalunya l'1 d'octubre de 2017. Els líders civils Jordi Cuixart i Jordi Sànchez van ser inclosos en aquestes acusacions a causa de la seva implicació en les protestes pacífiques del 20 de setembre de 2017 davant la Conselleria d'Economia.
Ahir a la nit TV3 va estrenar el documental "El judici", que repassa el context dels fets i els moments més destacats del procediment, així com també dóna a conèixer imatges inèdites de les defenses i els acusats preparant les seves intervencions. En el moment ja vaig seguir-ne la retransmissió en directe com vaig poder i com la feina em va permetre; ara el documental fa una magnífica tasca de recopilació de dades i de resum dels moments més rellevants de la vista oral.
Amb la consciència que va ser una injustícia i una demostració de força gratuïta per part de les institucions de l'estat espanyol més que qualsevol altra cosa, revisitar aquells fets a partir del documental ajuda a tenir-los ben presents encara ara. La història no s'ha acabat aquí.
Podeu revisitar els capítols del documental ja emesos en el següent enllaç:
Regreso a casa y reencuentro con las cosas.
Los objetos familiares que me rodean, con su sencillez, su docilidad, su asequibilidad, forman un horizonte protector en cuyo interior siento más leve el peso del mundo. Aquí están mis libros esperando que les llegue su turno de lectura, mi sofa, mis zapatilas, los recuerdos que he traído de algunos viajes, las fotos, mi mesa de trabajo, las ventanas... los lápices que me gustan, el mar, allá... El baúl del tesoro, que sólo podemos abrir mis nietos y yo. Sólo nosotros podemos gozar de sus tesoros. Todo está como acomodado a mi cuerpo y a mis dimensiones. Todo está tan domesticado que parece que me estaba esperando y cuando abro la puerta de mi estudio siento como una alegría de bienvenida en el silencio acogedor.
Me escribe B., que en los días pasados me ha echado unas broncas considerables por mi frecuentación de Ruano, hasta el punto de hacerme sentir un poco culpable por andar reviviendo su vida entre las páginas de sus libros. Me dice: "Cher G. Je suis à l’hôpital depuis ce matin. Je suis tombée et me suis cassé le col du fémur." Quisiera poder dar forma material a mi dolor solidario y enviárselo tal cual, casi como un complemeto del suyo. Pero lo único que consigo hacer es redactar frases que no sé cómo evitar que parezcan de compromiso. Aunque por otra parte, pienso, también es importante saber que cuentas con las sinceras frases de compromiso del que lejos de ti vive su vida sin tus dolores pero pensando en ti.
Desde librería Muga abrimos paso a Luis Roca Jusmet para hablar sobre libro Ejercicios espirituales para materialistas. El diálogo (im)posible entre Pierre Hadot y Michel Foucault. Entrevista realizada por Margarita Sánchez-Mármol.
Margarita Sánchez-Mármol: Luis, ud. aparte de realizar su labor docente en el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona y en el IES La Sedeta de Barcelona, ha colaborado en numerosos libros y revistas de filosofía y psicoanálisis. Publicó Redes y obstáculos siete años antes de escribir Ejercicios espirituales para materialistas. Su visión crítica de Pierre Hadot y Michel Foucault le han llevado a ser uno de los filósofos españoles más reconocidos del momento, ya que nos permite una lectura diferente de estos autores. ¿Cuál fue la motivación que le llevó a escribir este libro?
Luis Roca Jusmet: He trabajado 33 años como profesor de instituto (los últimos 15 en la Sedeta) y estuve tres años como asociado en la UAB. Por tanto, mi dedicación fundamental ha sido la docencia. Hasta ahora, que me acabo de jubilar. Pero escribir ha sido una necesidad y he buscado tiempo para hacerlo. Poco, por lo que he necesitado varios años para publicar cada libro. La motivación de este último fue mi interés por el aspecto de transformación ética que tiene la filosofía. Pierre Hadot y Michel Foucault eran dos autores, nacidos los dos en Francia y de la misma generación, totalmente paralelos, con trayectorias totalmente distintas. Pero los dos me interesaban y me llamó la atención que se interesaran por las escuelas helenísticas y romanas como propuestas de vida y que a partir de aquí comenzaran un debate apasionante sobre este tema.
M.S.M.: Pierre Hadot y Michel Foucault, ¿Diálogo posible o imposible?
L.R.J.: Si mi título es (im) posible es para señalar la paradoja. Era posible porque se daban todas las condiciones. Fue imposible porque Michel Foucault murió poco tiempo después, a los 56 años. En el libro expongo la crítica de Hadot a Foucault e intento imaginar la respuesta posible de Foucault. Es un debate muy fecundo y que da muchas claves para orientarse éticamente en el mundo.
M.S.M.: Luis, ud. dice en el libro que la filosofía quiere decir saber ver, saber pensar y saber hacer. ¿Qué nos enseñan Hadot y Foucault en sus filosofías?
L.R.J.: Este planteamiento es justamente el de Pierre Hadot. Por esto mismo para este filósofo la filosofía nos enseña como ser más sabios y ser mejores en nuestra vida, en la relación con nosotros mismos y los otros. El planteamiento de Foucault es más escéptico, pero para él la filosofía nos da una visión crítica de la realidad que vivimos y nos permite pensarla de otra manera. Para ambos la filosofía abre un espacio de libertad.
M.S.M.: Hadot insiste en que los ensayos de Montaigne han sido para él una permanente fuente de inspiración. ¿Qué hace que Montaigne sea de los filósofos modernos que más influyen en Hadot?
L.R.J.: Montaigne inventa el ensayo personal, la filosofía como reflexión sobre la propia vida. Montaigne entiende que lo más importante que hacemos es vivir y que por lo tanto esto es lo que es prioritario pensar: cómo vivir. Cuando la filosofía antigua ya está perdiendo este sentido originario, como práctica y forma de vida, y se está convirtiendo en un discurso, Montaigne mantiene que la filosofía es un ejercicio espiritual en el sentido que apunta Hadot.
M.S.M.: Es curioso que el concepto de angustia adquiere un carácter central en el romanticismo, momento en que el individuo toma conciencia de su finitud. Parece que el abandono de las creencias cristianas abren paso al desasosiego. ¿Cómo es vivido desde Hadot y por Foucault el concepto de la angustia?
L.R.J.: Para Hadot la angustia es algo moderno. Para los antiguos no existía este sentimiento de manera tan central como para el hombre moderno. Es cierto que la crisis del cristianismo abre este sentimiento de angustia y que el romanticismo es quien le da una dimensión más profunda. Hadot es poco romántico en este sentido. Prefiere a Goethe en su dimensión más clásica, más cercana a los antiguos, y en su lema “no te olvides de vivir”. Y en buscar un “sentimiento oceánico” con el Cosmos. Foucault tampoco parte de la angustia, ya que más bien pertenece a la generación que reacciona contra el existencialismo de Sartre, muy centrada en este sentimiento. Aunque Heidegger, que hace de la finitud y la angustia un tema importante de su filosofía, tendrá influencia tanto en Hadot como en Foucault.
M.S.M.: Hadot y Foucault se dirigen hacia una construcción del sujeto partiendo de modelos filosóficos completamente opuestos. En este sentido, ¿cuál es la diferencia fundamental en la manera de entender la “subjetividad” en Hadot y en Foucault?
L.R.J.: El tema del sujeto no es tan central en Hadot. En realidad es un concepto que no utiliza mucho. Rechaza el idealismo filosófico, que ve el mundo como una construcción del sujeto. Y como expresión de esta dimensión más moderna de la filosofía que se inicia con Descartes. Los antiguos y los modernos que le interesan hablan poco de sujeto. Para Hadot justamente los ejercicios espirituales en que consiste la filosofía ( pensar, leer, dialogar, vivir de manera justa…) nos llevan a salir de nuestra subjetividad.
En el caso de Foucault el tema del sujeto es central. Primero para criticar la idea de un sujeto soberano, que es quien constituye el mundo desde su mirada. Para Foucault los sujetos estamos más bien sujetados a las redes de poder que nos envuelven. Somos un efecto de ellas. Esto es lo que piensa al principio. Pero al final piensa que tenemos un margen para constituirnos como sujetos de una manera singular y propia. Para hacer de nuestra vida “una obra de arte”. Es la “estética de la existencia” que nos permite vivir de manera diferente a como nos impone la sociedad.
M.S.M.: Como conclusión, después del profundo recorrido por estos dos grandes representantes del pensamiento contemporáneo del siglo XX, ¿considera que la filosofía es un ejercicio intelectual o espiritual?
L.R.J.: Considero que la filosofía es un ejercicio espiritual, en el sentido que plantea Pierre Hadot y que recoge Foucault (aunque él hable más de cuidado de sí o de tecnología de sí) porque en la experiencia filosófica está implicada la percepción, el deseo y el afecto y no solo el pensar. Es algo global. La filosofía es algo vinculada a la vida.
M.S.M.: ¿Es el psicoanálisis un ejercicio espiritual ?
L.R.J.: La pregunta se la hace, en el libro con este título, Jean Allouch. Pero Allouch piensa en Foucault y no en Hadot. Parece claro que los ejercicios espirituales de Hadot no tienen nada que ver con el psicoanálisis. Pero en el caso de Michel Foucault y, sobre todo si nos referimos al psicoanálisis de orientación lacaniana, es más complejo y ambiguo. Foucault dice que antes que él solo Heidegger y Lacan plantearon en el siglo XX la relación entre sujeto y verdad. Una piscoanalista mexicana, Elena Bravo, acaba de publicar un libro en el que plantea la genealogía del psicoanálisis a partir de la noción foucaultiana de Cuidado de sí. Yo mismo he escrito un artículo en un libro que se publicará próximamente que titulo Foucault y Lacan ¿ ejercicios espirituales para materialistas?. No tiene una respuesta clara, pero en todo caso pensarlo resulta fecundo.
M.S.M.: Muchas gracias Luis por tu gran amabilidad y la generosidad de compartir tus aportes con librería Muga.
L.R.J.: Gracias a vosotros por dedicarme este espacio.
La idea és agafar un personatge famós (com més famós, millor) i si és possible ja en hores baixes, treure-li uns quants draps bruts i ensorrar-lo a través d’una campanya a les xarxes amb tota la bona consciència i la superioritat moral que els nens i nenes de casa bona porten incorporades de sèrie. El moviment per la cancel·lació s’inspira, i té el seu origen, en un concepte xinès, la ”humiliació pública” dels dissidents, el renrou sousuo, traduït literalment com a "cerca de carn humana". Els wangmin (ciutadans de la web), o en aquest cas el wangyou (el grup més íntim d’amics a la xarxa) es llacen a la cacera moral, per acabar patriòticament amb els dissidents i incorrectes. De la mateixa manera els militants usen les xarxes per avergonyir els famosos que no semblen prou addictes o que gosen anar per lliure.
Primer va caure Woody Allen i la cancel culture ha afectat després un reguitzell de gent, com Kanye West o Roseanne Barr, avui autèntics pàries. Però també han caigut editors i directors de mitjans suposadament tan sòlids com el New York Times i The New York Review of Books. Potser la peça més significativa que s’ha cobrat la xarxa fins ara sigui J. K. Rowling, l’autora de Harry Potter... que durant anys va finançar tota mena d’ONG’s progressistes. L’assetjament que els grups trans li han dedicat aquests dos últims anys serà digne d’estudi en la història del totalitarisme. Gosar dir que un trans mai no serà una dona perquè la biologia és una realitat existent, no li ha estat perdonat per la inquisició progre. Tant als Estats Units com a Austràlia els seus libres estan deixant de vendre’s i fins i tot es retiren de les biblioteques. L'atenció de les xarxes és fàcil de dirigir cap a suposats malfactors, aquells que exhibeixen deficiència moral, funcionaris del govern de baix nivell o escriptors que han vist passar el seu minut de glòria. Però, que passa quan els referents morals dels hipermoralistes resulta que no ho eren tant? També se’ls ha de silenciar, o passarem xiulant?
Avergonyir públicament els considerats transgressors morals ha estat durant segles una pràctica inquisitorial altament popular que qualsevol persona liberal considerava repugnant La novetat és que les xarxes l’han recuperada i que gent diguem-ne progressista considera l’avergonyiment públic com una forma radical de justícia ciutadana. El costum xinès i totalitari s’ha convertit ara en la pràctica democràtica (poseu-hi cometes a dojo) de fer outcries a qualsevol cosa. L’outcry, la reacció dura i desproporcionada a una informació sovint ni tan sols contrastada o a un rumor com més escandalós millor, s’adiu molt amb les xarxes socials. Quan el teu públic es converteix en el teu càstig les coses es poden tornar realment complicades.
A la taverna de Twitter sembla que formar part d’un grup minoritari doni dret a bescantar tothom i a demanar compensacions i tractes de favor en nom de qualsevol història desgraciada i antiga. La Internacional Papanates (gran troballa de Quim Monzó) hi viu abonada. Foucault ja ho va dir: anem a una societat panòptica on tots seriem vigilats sense misericòrdia. Però no comptaven que els vigilants també podien ser víctimes de la xarxa. La cultura de la cancel·lació s’ha d’aplicar també a les patums culturals? O n’estan exemptes?
Ramon Alcoberro, Foucault, pedòfil i cancelat?, eltemps.cat 17/04/2021
Desde mi perspectiva, la democracia convertida en un mercado plantea tres problemas:
1) Los individuos, en el contexto de la elección, tienden a perseguir constantemente cómo imponerse a sus oponentes. Se transforman en grandes empresarios políticos que se disputan el espacio con otros empresarios. Por la tendencia a verse los protagonistas exclusivos del proceso político, los sujetos tienden a concentrarse en propósitos propios y a identificarlos con el interés colectivo. Por lo demás, tienden a concebir la participación política como el concurso a su propia competición: tú vas a ayudarme con las ideas, tú a acosar y desestabilizar a mis contendientes; una vez pruebes tu rentabilidad, accederás, de mi mano, a los recursos políticos.
Por supuesto que analizamos estos procesos. La cuestión es que atribuimos los problemas a errores de carácter personal. Creemos que debe haber alguna manera de continuar el juego competitivo y de evitar problemas: ¿elegir mejor los candidatos? ¿Tal vez educarlos con mejores teorías? ¿Rodearlos de buenas personas?… Hasta que comienza otra vez la competición para procurar que, esta vez, la oferta política sea la correcta.
2) Existen otras posibilidades y, en estas, se tiene claro que hay que limitar el juego del mercado político, sabiendo que se generan costes. Además, se necesita saber por qué es necesario diseñar procesos competitivos en todos los planos. Quienes entran dentro del juego, quienes viven en el fetiche del mercado político, quienes se contemplan como los electores libres y racionales, tienen siempre una respuesta: abrir la participación a cualquiera es peligroso, hay que saber elegir, debemos tener cuidado de que no se cuelen impresentables, por ejemplo, disparatados o nazis. La cuestión es: ¿cómo producir un electo bien cualificado? ¿Es por ser experto por lo que alguien destaca y lo elegimos como el mejor? ¿Sabemos bien en qué debe destacar?
Esto se justifica en un caso y solo en uno: en el caso en el que el saber que requiramos del experto exija unos enormes costes de adquisición. John Locke, cuando hablaba de Newton, explicaba: sobre la física de Newton soy un simple underlabourer, un albañil, pues solo puedo aplicarla, pero no acabo de comprenderla bien. Un experto nos convierte en albañiles —aplicamos sus saberes— o, a lo mejor, llamamos expertos a albañiles de una teoría difícil de adquirir. En este caso, lo sensato es seleccionar entre expertos, aunque para ello debamos saber muy bien en qué deben serlo y necesitamos que las credenciales que nos muestran sean correctas.
Hay otra posibilidad: las cualidades buscadas en los representantes son difíciles, pero es posible adquirirlas. Los costes de adquisición no son leves, pero se considera necesario afrontarlos. Es lo que puede llamarse, siguiendo el diálogo Protágoras, “teoría del flautista mediocre”: se trata, no de asegurarse que todos sean genios de la política, sino que se generalice un nivel medio en la adquisición de capacidades políticas. La única manera de afrontar los costes es promoviendo la participación política. Pero para que esto no sea un pío proyecto, debe considerarse que el trabajo democrático es parte esencial de nuestra condición de ciudadano y hay que hacer un espacio al mismo. ¿Cuánta participación? Toda la que se pueda. Y para que no sea socialmente selectiva, debe ser remunerada; para que no dé pábulo a la frivolidad o al oportunismo, exigiendo cuentas de lo que se hace.
Y hay, además, otra posibilidad: la de que llamemos competencias políticas a algo que todo el mundo sabe hacer. Sucede que delirando en el propio fetichismo, en el propio cultivo de sí, necesario para sobrevivir en una situación competitiva, quien las tiene se valora a sí mismo de manera exagerada.
3) Llegamos, así, a la última cuestión: ¿quién educa a los que acceden? ¿Quién se preocupa de que no adquieran capacidades disparatados o nazis? La respuesta habitual es: hay que buscar al buen seleccionador (¡siempre el sujeto libre eligiendo!), aquel que no se deje seducir por propiedades espurias de los candidatos (su belleza física, sus marcas sociales de nobleza, su entreguismo…) y las convierta en lo que no son (cualidades políticas).
Existe otra respuesta, la que yo prefiero, la que entra dentro de lo que he llamado principio antioligárquico en democracia, y que se deriva del modelo político ateniense: organicemos un acceso tan amplio como sea posible a las capacitaciones políticas, y hagámoslo de forma que sea difícil apalancarse en los recursos y pactar de manera sectaria para ello. Introduzcamos, por tanto, rotación y sorteo. El sorteo solo tiene una virtud intrínseca: impide la coordinación instrumental. Unido con la rotación, permite el acceso de individuos que no se autodesignan y que se encuentran en el centro del debate político durante un tiempo de su vida. No serán excelentes, pero puede esperarse que sin esa cultura media no haya democracia posible; incluso para cuando haya que designar al elegible, es decir, a quien considera que sobresale en la competición electoral.
Por tanto, no propongo ningún programa nuevo para defender la democracia. Al contrario, propongo la recuperación meditada de su repertorio. Ese repertorio no se reduce a la competición electoral, la cual juega un papel importante en la democracia, sino que hace de ella un complemento para otro procedimiento: el del sorteo. A menudo, para avanzar hacia adelante tenemos que echar la vista atrás y revisar bien nuestro bagaje. De lo contrario, dejaremos olvidado bastante de lo que más puede ayudarnos en el camino.
José Luis Moreno Pestaña, ¿Cuánta falta de participación puede soportar la democracia?, elsaltodiario 13/04/2021
Pues bien: hay razones para pensar que el sujeto último de la ética no es susceptible de convertirse en objeto de la ciencia natural, y ello por la razón más general de que es imposible su mera reducción a objeto. Y desde luego, en tal posición se repudia la presentación de la ética como una suerte de aplicación de la disposición científica, afirmando con radicalidad que, en todo caso, más bien se trataría de lo contrario:
La ciencia misma sería un resultado de la singularísima disposición que se da en el ser humano (y sólo en el ser humano) que cabe tildar de ética, es decir, de subordinación de los lazos con el entorno natural, con los demás humanos y hasta con uno mismo a exigencias que no se hallan determinadas por la darviniana lucha por la subsistencia.
En ocasiones, el ser humano asume la singularidad de su condición, situando la inteligibilidad de sí mismo y del entorno como motor de su comportamiento. Mas si tal comportamiento es un caso específico de actitud ética, entonces la ética no puede ser una consecuencia más de que la inteligibilidad ha sido alcanzada; la ética no puede ser una modalidad entre otras del saber actualizado, y en definitiva: la disposición que se designa como ética no puede ser objeto de ciencia, porque en la misma reside la condición de posibilidad de la ciencia.
Hay ciencia como consecuencia de que se da esa exigencia de lucidez que es reflejo de la disposición general del espíritu que denominamos ética. Cuando Einstein se esfuerza en arrancar al misterio aquello que se conocía como efecto fotoeléctrico (que al poner en entredicho la teoría ondulatoria de la luz, parecía introducir la contradicción en el seno de la física), está sentando una de las mayores revoluciones conceptuales en la historia del pensamiento…sin que haya ningún imperativo práctico que encuentre solución en dicha teoría. Así Einstein accede al Premio Nobel por haber alcanzado a explicar algo (a saber, que la luz en ocasiones funciona como si fuera un conjunto discreto de partículas) que no satisface otra cosa que la exigencia misma de explicación.
Y lo mismo cabe decir de la otra gran teoría einsteniana, la relatividad: la demolición de la tesis del carácter absoluto de tiempo y espacio, no venía a resolver ningún problema acuciante relativo a la subsistencia de los seres humanos ni al adecentamiento del marco en el que transcurren sus vidas. Venía tan sólo a dar satisfacción al deseo de transparencia y de coherencia, arrancando a la física del abismo en el que la había sometido la constatación de que los hechos, los fenómenos, no casaban con el armazón teórico a partir del cual eran interpretados.
Y el argumento se extiende a tantas y tantas teorías científicas que han enriquecido la historia de la humanidad. Cabría por ejemplo decirlo de la teoría cantoriana de los números transfinitos, recordando al respecto la sentencia de Hilbert relativa a que en ella se hallaría en juego “la dignidad misma del espíritu humano”. Esta referencia a los valores en un texto matemático resulta poco sorprendente en la perspectiva considerada de que la existencia misma de la ciencia es muestra privilegiada de que se da en el ser humano una disposición ética.
Víctor Gómez Pin, El hombre cuenta (XI): ¿Moralidad legitimimada por la ciencia o ciencia como corolario de la moralidad?, El Boomeran(g) 11/04/2021