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Estas cosas me cuenta mi amigo Manuel. ¡Quien le ha visto y quién le ve!No conozco el árbol de la vida, pero lo imagino semejante a un árbol grande y frondoso, lleno de hojas y frutos, que se renueva sin fin. En el árbol de la vida nos movemos y vivimos: somos sus ramas y hojas. Si nos arrancan del árbol nos marchitamos y nos secamos, pero unidos a él damos frutos. Las ramas no son nada sin el árbol y el árbol no es nada sin sus ramas. Cada uno no puede ser quien es sin el otro y ambos a una son vida renovada y sin término. La vida del árbol es muy especial porque es capaz de hacer algo asombroso: convertirse en semilla. El árbol grande y sus ramas frondosas se hacen semilla que cae a la tierra y en ella se oculta. De esa semilla vuelve a brotar poco a poco el otro y mismo árbol inmenso y sus ramas verdes que, encontrándose, se saludan sonrientes. Así es de especial y admirable el árbol de la vida, su nacer muriendo y su morir naciendo. Por eso no hay que olvidar que la rama sola no es una rama. La rama es siempre rama del árbol que en el fruto y la semilla se renueva sin término.
Circula desde hace varios días por las redes sociales, y es inevitable que antes o después aparezca en cualquier blog en el que se hable de la conexión entre música y filosofía. Porque hay muchas formas de expresar las ideas y por supuesto también de aprenderlas, aquí dejamos hoy la Crítica de la razón pura, condensada en poco más de cinco minutos. Esto sí que es, sin duda, una gran síntesis de la razón.
Aristòtil |
Immanuel Kant |
Así, la definición identifica virtud y potencia puesto que ambos son inherentes a la esencia o naturaleza del hombre. Si la virtud no es otra cosa que actuar a partir de las leyes de nuestra naturaleza y el conatus es la ley básica de nuestra naturaleza, se sigue de aquí que el esfuerzo del hombre por perseverar en su ser es el fundamento de la virtud.Por virtud y potencia entiendo lo mismo; esto es, (por la proposición 7 de la parte III), la virtud, en cuanto se refiere al hombre, es la esencia misma o la naturaleza del hombre, en cuanto tiene la potencia de hacer ciertas que pueden entenderse por las solas leyes de la naturaleza. (E4def8)
En una proposición de la Ética, que recuerda los primeros razonamientos de la Ética Nicomaquea de Aristóteles, Spinozaafirma que la virtud en tanto fin último es deseada por su propio bien.…la virtud no es nada más que el obrar según las leyes de la propia naturaleza y que nadie se esfuerza por conservar su ser sino según las leyes de su propia naturaleza. (E4p18e)
Por otra parte, la estrecha relación entre acción e idea adecuada en Spinoza nos lleva a la conclusión que uno sólo puede obrar por virtud si estamos determinados por ideas adecuadas, así nuestro autor sostiene una equivalencia entre virtud y razón --si bien bajo una característica spinoziana al identificar razón con nuestro propio interés o utilidad. En la medida en que el hombre vive en conformidad con la razón, vive en conformidad con su naturaleza.Obrar absolutamente por virtud no es en nosotros nada más que obrar, vivir y conservar su ser (estos tres términos significan lo mismo) bajo la guía de la razón, teniendo por fundamento la búsqueda de la propia utilidad. (E4p24)
Saltaba a los medios hace unos días la noticia de la próxima regulación de los medicamentos homeopáticos. Desde entonces, se han sucedido en diversos medios de comunicación los artículos de opinión, a favor y en contra de la medida. Los críticos señalan que esta medida abre el campo a la implantación de la homeopatía y su reconocimiento como una más de las terapias a seguir en caso de enfermedad. Algo que es muy grave, nos advierten, pues sitúa al ciudadano en un total indefensión: carentes de formación sanitaria, pobres ignorantes de nosotros, compraremos la homeopatía como borregos, mientras la medicina convencional ve cómo algunas teorías rivales van ocupando su sitio. La réplica viene de los especialistas en homeopatía, algunos de ellos titulados en medicina y con años de experiencia a sus espaldas: tratan de explicar los principios fundamentales de la misma, y esgrimen estudios que demostrarían su eficacia frente a varias enfermedades. Surge, de nuevo, el viejo debate entre ciencia y pseudociencia: ¿Tiene razones la medicina “convencional” para despreciar la homeopatía como una más de las pseudociencias?
La crítica más escuchada estos días califica a los medicamentos homeopáticos de placebo: es poco más que agua con azúcar. La réplica, sin embargo, se agarra como a un clavo ardiendo a ese “poco más”: Todo medicamento homeopático lleva una serie de componentes, extraídos con frecuencia de plantas, en unas proporciones pequeñísimas, pero capaces de actuar sobre el sistema inmunológico en el largo plazo. Llevan el argumento un poco más lejos y aluden a las vacunas de la medicina “oficial”: igual que una vacuna previene la enfermedad, proporcionar pequeñas dosis de lo que la causa puede favorecer su curación. Sin embargo, también reciben su contrarréplica: no es lo mismo “prevenir” que “curar” y además no se puede decir que los medicamentos homeopáticos contengan “virus” en cantidades minúsculas. Por no hablar de que en muchos algunos de ellos incluyen principios activos “alopáticos”, es decir, que siguen los principios de la medicina tradicional: la enfermedad se cura con lo “no semejante”. Este es, en lineas generales, el argumentario que más se ha escuchado en estos días.
Si el binomio ciencia-pseudociencia ya de por sí da que hablar, su aplicación en el campo de la medicina es especialmente interesante. Principalmente porque hay una cosa de la que, a juzgar por el dogmatismo y el tono de desprecio de algunas manifestaciones de los últimos días, la medicina parece no percatarse todavía: el enorme campo de insatisfacción que genera la disciplina “oficial”. De otra forma, debería al menos bajar el tono, pues a la sombra de la medicina habita no solo la homeopatía, sino también otras muchas disciplinas “paramédicas”: medicina natural, acupuntura, fitoterapia… y tantas otras ramas. Algo que no devalúa a la medicina tradicional, que sirve para un porcentaje mayoritario de la población. Después, cuando alguien se cansa de ir de especialista en especialista sin recibir el tratamiento deseado, es comprensible que desee acudir a una alternativa que a otras personas les haya funcionado. Y no termino de comprender por qué los partidarios de la medicina convencional han de descalificar o menospreciara quienes deciden probar con la homeopatía. Sencillamente por una razón fundamental: la sombra de la medicina es muy alargada y está aún muy lejos de dar una solución adecuada a las dolencias del ser humano. Allá cada cual con las medicinas que abrace: sean convencionales o alternativas, las consecuencias las sufrirá la propia persona.
Robert Ezra Park |
La magnífica serie producida por Spielberg sobre la Segunda Guerra Mundial lo llevaba en el propio título: Band of Brothers. Pero también están los hermanos de armas, los hermanos de sangre, la Hermandad Aria, los Hermanos Musulmanes, los hermanos templarios… y no solo ante una guerra. Como se ha señalado en más de una ocasión, la similitud étnica que existía en los países nórdicos habría favorecido el asentamiento del sistema de redistribución de la riqueza del que han gozado durante las últimas décadas. Un sistema que empieza a ser cuestionado por los contribuyentes con la llegada de inmigrantes: ellos con su diferente color y sus costumbres ajenas ya no serían «de la familia» y el sacrificio vía impuestos que exige el sistema dejaría de compensar. La solución no es sencilla, pero al menos ser conscientes de tal sesgo nepotista/racista puede ser de ayuda.Yo contra mi hermano; yo y mi hermano contra mis primos; yo, mi hermano y mis primos contra los demás; yo, mi hermano, mis primos y mis amigos contra los enemigos de la aldea; y todos nosotros y la aldea entera contra la aldea más próxima.
En conclusión, las estructuras políticas, la cultura y la sociedad pueden haberse vuelto enormemente sofisticadas en los últimos siglos, pero para lograr conectar con los individuos tienen que saber tocar ciertas teclas del alma, apelar a unos intereses fundamentales que apenas han variado ¿Significa todo esto que nadie nunca debería sacrificarse por su país ni por nada? Pues quién sabe. Es una retórica que afortunadamente va quedando atrás, aunque en ocasiones siguen dándose causas justas. Lamentablemente no tengo la fórmula mágica para distinguir cuáles y en qué contexto, aunque hay una adaptación del lema inicial que sí podemos seguir como una infalible brújula moral sin miedo a equivocarnos: «Dulce et decorum est pro patria mori, sed dulcius pro patria vivere, et dulcissimum pro patria bibere. Ergo, bibamus pro salute patriae». «Dulce y honorable es morir por la patria, pero es mucho más dulce vivir por ella y más aún beber por ella. Por lo tanto, brindemos a la salud de la patria».Habéis mostrado al mundo que sois infinitamente superiores a esos enemigos inhumanos contra los que luchamos. Vuestros enemigos son de una raza muy curiosa, un cruce entre un ser humano y un simio. Y como los simios, cuando se ven acorralados, saben cómo morir. Pero son inferiores a nosotros, y lo sabemos, y este conocimiento os ayudará a vencer (…) Sabéis que tenemos que exterminar a esas alimañas si queremos vivir nosotros y que vivan nuestras familias. Tenemos que ir hasta el final si deseamos que sobreviva la civilización. Debemos exterminar a esos japoneses.
Esta es la base del método hipotético-deductivo (MHD) que muchos, como decíamos, confunden con “el” método científico. Tenemos que hacer notar que el punto 4 habitualmente no se formula así, sino que se plantea como “verificación de la hipótesis”; en estas situaciones estamos solamente ante un caso más de falta de reflexión sobre lo que se está describiendo. El método hipotético-deductivo y el falsacionismo naíf van de la mano necesariamente.Dado un fenómeno y con objeto de explicarlo…
1 Usa tus conocimientos y experiencia. Considera los distintos aspectos del problema, reune datos suficientes y, con lo que sabes, intenta explicarlo. Si lo consigues, problema resuelto. Si los conocimientos existentes ya desarrollados no son suficientes para encontrar una explicación satisfactoria, el fenómeno lo consideraremos un problema nuevo; pasa al punto 2.
2 Con las observaciones y mediciones disponibles y los conocimientos teóricos existentes crea una conjetura, a la que llamaremos hipótesis.
3 A partir de la hipótesis deduce predicciones
4 Diseña experimentos que prueben que la hipótesis creada en el paso 2 es falsa.
5 Si es falsa, vuelve al punto 2. Si no lo es, problema explicado.
Por tanto, con las limitaciones que indicábamos más arriba, y teniendo en cuenta el factor psicosocial de la creencia en el MHD por parte de muchos científicos, podemos decir que el MHD es, a lo sumo, uno de los métodos de la ciencia.La idea de que la ciencia sigue un método y que éste consiste en generar predicciones a partir de hipótesis, y que después estas hipótesis se aceptan o rechazan dependiendo de que la observación se observe o no, es demasiado simplista como para describir con un mínimo de aproximación lo que realmente sucede en ciencia.
Erwin Schrödinger |
Max Weber |
Aunque la extensión de una educación pública y gratuita sea un fenómeno relativamente reciente en nuestra historia, no lo es tanto la existencia de la enseñanza. Se suele explicar en los temas de antropología que la educación, entendida como transmisión del conocimiento, ha de aparecer necesariamente de la mano de la técnica. De otra forma, nos hubiera sido imposible conservar el fuego, seguir fabricando ruedas o comprender el por qué y el significado de tantas y tantas producciones artísticas y culturales. De manera que una de las relaciones humanas más antiguas es la que hoy llamamos de alumnos-profesor, pero que desde que el hombre es hombre se viene estableciendo entre quienes enseñan y aprenden, independientemente de cómo queramos interpretar este binomio conceptual en el flujo que implica toda experiencia de aprendizaje o de enseñanza. Esto no implica que dicha relación haya ido evolucionando a lo largo del tiempo, hasta lo que es en nuestros días. Sin afán de exagerar: después de la familia y las amistades, y quizás los compañeros de trabajo en algunos casos, una de las relaciones sociales más significativas de la vida de todo ser humano. No en vano pasamos algo menos de un tercio de nuestra vida, aproximadamente, inmersos en nuestra formación personal.
De partida, el tópico más extendido es el de la confrontación. Si nos dejamos llevar por esta concepción del asunto, no hay personaje más odiado durante la adolescencia y juventud que el profesor de turno. Sentimiento que en muchos casos es mutuo: hay profesores que no sienten simpatía alguna hacia sus alumnos. Aquello de la “manía” que suelen esgrimir algunos alumnos encuentra un contrapeso en la balanza, cuando los profesores hablan, por su parte, de que “fulanito me odia, va a reventar mis clases”. Todo tópico genera también su opuesto: nos encontramos con profesores que prácticamente creen ser “amigos” de sus alumnos, y en plan colega están dispuestos a salir de cañas (o lo que se tercie), a intercambiar mensajes por el móvil o incluso a encubrir a los chavales delante de sus padres. Los alumnos, por su parte, tratan de estar a la altura de este “profe que más mola”, aunque alguna vez también le puedan poner en alguna situación comprometida. El profe-ogro y el colega: dos extremos de los que, afortunadamente, no abundan en educación, sino que más bien se tiende al término medio. La dialéctica entre alumnos y profesores se reproduce hoy como hace siglos, con la salvedad de que está ya en vías de universalizarse, si es que algún día se logra que la educación esté garantizada en todos los países del mundo. Por ello, tiene sentido proponer esa vía intermedia, esa superación del ogro y del colega, y sugerir algunas características.
Tres posibles condiciones: ser consciente de los límites, comprensión y respeto hacia la vida que crece. Lo primero de todo: saber hasta dónde podemos llegar. La relación dentro de aula no es personal, pero tampoco distante o anónima. Los profesores tienen nombre y cara para los alumnos y así sucede también con todos y cada uno de ellos para el profesor. Sin embargo, eso no implica que no existan límites: tanto en el fondo como en las formas. Saber determinar cuándo se han rebasado esas fronteras es una de las tareas docentes más importantes, que requieren de varios años de experiencia. Lo mismo que ocurre con la segunda característica: la comprensión de las circunstancias de cada cual. Ni todos los alumnos son iguales, ni se les puede tratar a todos de la misma forma. Las diferencias se notan de alumno a alumno y de grupo a grupo. Y una de las virtudes del profesor tiene que ser, si no la empatía, sí al menos la comprensión hacia los alumnos, de los cuales cabe esperar una actitud similar, dando por hecho que no les van a gustar todos los profesores, y que no cabe el mismo comportamiento con unos que con otros. Llegamos entonces al tercer rasgo que apuntábamos: el respeto hacia la vida que crece. Todo profesor tiene que asumir que jamás volverá a tener quince años, que no volverá a ocupar una silla en un aula de bachillerato. Asumir que las generaciones de alumnos han de pasar por su clase sin que él pertenezca a ellas. Algo que parece de sentido común, pero que, sorprendemente, no siempre se da en las aulas.
Salvador Pániker |
Gabriel Tarde |