Escrito por Luis Roca Jusmet
La teoría de Spinoza sobre las pasiones es de lo más lúcido que se ha escrito sobre la psicología humana. Lo hace en la parte tercera de la "Ética", que habla sobre el origen y la naturaleza de los afectos.
Un afecto es la idea de las afecciones del cuerpo. Lo cual quiere decir que es la transformación a la mente de lo que afecta al cuerpo. Si el afecto conduce a la acción, es decir, al aumento de nuestra potencia de obrar mantenemos este nombre. Si no, le llamaremos pasión. Las pasiones las padecemos, disminuye nuestra potencia de obrar.
La diferencia entre acción y pasión es que de una es una idea clara y adecuada y la otra es una idea confusa y inadecuada.
Las pasiones tristes disminuyen nuestra potencia de obrar. Pero cuando imaginamos que algo nos produce tristeza entonces lo odiamos. Podemos odiarnos a nosotros mismos ( vergüenza, culpa ) o podemos odiar al otro ( celos, envidia, ira, venganza). El odio es una pasión destructiva. Odiamos lo que imaginamos que es la causa de nuestra tristeza.
Hay pasiones que nos producen satisfacción pero en cuanto que son pasiones nos dominan, estamos sometidos a ellas. Son la ambición, la gula, la lujuria, la avaricia y la embriaguez.
El deseo es lo que nos empuja a obrar, si nos mueve un afecto adecuado, que sería hacer lo que nos produce alegría. Amamos lo que imaginamos que nos causa alegría.
Pero las pasiones son también deseos inmoderados que nos impulsa a la acción. Sea a consecuencia de los deseos inmoderados o de los deseos que derivan del odio. La tristeza es la negación del deseo. Solo es productiva para producir odio.
Si reflexionamos sobre todo esto desde las aportaciones del psicoanálisis se plantean debates muy sugerentes.
Por una parte hay un cambio radical en cuanto a Spinoza que es el de la imposibilidad del cumplimiento del deseo, es decir de llegar al estado de alegría interna que preconiza Spinoza. En este sentido el psicoanálisis es más schopenhaueriano que spinoziano. Porque el deseo singular de cada cual, su conatus que le lleva a ser lo que es, puede ser consciente en Spinoza, si es una idea adecuada. Para los psicoanalistas no hay ideas adecuadas sobre el deseo. Es imposible. Por esto el ser humano siempre está en falta, siempre le falta algo.
Los deseos inmoderados de Spinoza tienen algo que ver con las pulsiones. Pulsión sexual la líbido, pulsión oral la gula, pulsión narcisista la ambición y pulsión anal la avaricia. la embriaguez tendría que ver con las adicciones.
Por otra parte el odio tendría que ver con la pulsión de muerte, fuera destructiva o autodestructiva. Aquí deberíamos hablar del goce en sentido lacaniano.
Igualmente habría que profundizar en el cuerpo y en el imaginario.
En todo caso el psicoanálisis sacude el edificio spinoziano y habría que ver hasta que punto puede reconstruirse tras la explosión o simplemente hemos de elegir entre uno y otro porque son incompatibles.
Sea este un primer apunte para profundizar en la cuestión.