Escrito por Luis Roca Jusmet
Tony Jud, el lúcido historiador británico, trágicamente fallecido a causa de una terrible enfernedad genética, tuvo entre otras virtudes la de renovar el valor de la socialdemocracia. Cuando la supuesta izquierda radical se autoproclamaba como tal, cuando se hablaba de la socialdemocracia como de una tradición pasada al capitalismo, que se había convertido en uno de sus gestores, él la reivindicaba con alegría.
La socialdemocracia como intento de recoger lo mejor del socialismo, del republicanismo y del liberalismo me parece una de las buenas ideas que hay que recuperar. Entre otras cosas porque la Europa política del Estado del Bienestar que hoy reivindicamos es la cristalización de esta idea. Se trata de defender un poder político que garantice los derechos individuales, políticos y sociales de los ciudadanos. La tradición comunista ha fracasado porque ha derivado en totalitarismo cuando ha tenido el poder o en izquierda marginal cuando no lo ha hecho. El eurocomunismo fue un intento de situarse en este proyecto que había propuesta la socialdemocracia.
Salir de Europa y recuperar la soberanía nacional, saliendo entre otras cosas del euro, me parece una opción muy arriesgada y poco clara. Prefiero jugar la opción de construir una Europa diferente, política, frente a la Europa monetaria del capital internacional. Esta opción pasa por el gobierno de partidos socialdemócratas renovados en toda Europa, muy vinculados entre sí, como una Federación de Partidos europeos.
Pero la socialdemocracia europea, con diferentes intensidades y particularidades, ha tenido una doble deriva. Por una parte se ha transformado en una oligarquía burocrática y por otra se ha plegado al neoliberalismo. Han pasado de la socialdemocracia al socialliberalismo.
En algunos países, como en Grecia y en Portugal, los partidos socialdemócratas están demasiado maleados por la corrupción y el clientelismo como para esperar transformaciones internas. De aquí el papel de Syriza como nuevo partido socialdemócrata y posiblemente del Bloque popular en Portugal. En Italia y Alemania veremos que pasa, porque el PDA y el SPD tienen una política demasiado neoliberal en lo económico.Pero era lo mismo que pasaba en Gran Bretaña,y para sorpresa de propios y extraños, ha dado un giro radical. La victoria de Corbyn abre una esperanza en el sentido de que las oligarquías que dominan estos partidos pueden ser derrocadas por las bases. No olvidemos que Gran Bretaña construyó un Estado del Bienestar por la acción política radical del gobierno laborista después de la Segunda Guerra Mundial.
El caso de Francia y España es algo diferente. Son partidos que se han movido en una cierta ambigüedad porque han existido en su interior tanto corrientes socilademocráticas como socialliberales. El ejercicio del poder también los ha llenado de arribistas y oportunistas y han tejido redes clienterales o directamente corruptas. Hace falta una renovación ética de sus dirigentes y crear mecanismos políticos que eviten estas situaciones.
En España ha aparecido Podemos con pretensiones de asumir el proyecto socialdemócrata. La izquierda es plural y puede haber espacio para varios partidos en este proyecto. También Izquierda Unida se presenta a veces como una opción socialdemócrata consecuente. En el caso español los tres partidos y agrupaciones tienen mucho que depurar. Democratizar el funcionamiento interno, hacer propuestas claras y abandonar el sectarismo. Esto implica integrar en esta izquierda plural también a otros grupos como Equo, Compromís... Hay que apostar por una izquierda plural peor no dividida, capaz de colaborar entre ´si.
En todo caso la victoria de Corbyn es una muy buena notícia y abre, en estos tiempos sombríos, una cierta esperanza sobre el futuro de Europa.