p.p1 {margin: 0.0px 0.0px 0.0px 0.0px; text-align: justify; text-indent: 14.2px; font: 10.0px 'Times New Roman'} span.s1 {font: 7.0px 'Times New Roman'}
Para que el
Contra Uno de
La Boétie fuera el verdadero CONTRA UNO, habría tenido que darnos las pautas para saber cómo habrían podido los hombres prescindir de los amos, cómo habrían podido vivir entre ellos y formar una sociedad sin convertirse en amos unos de otros, sin dominarse ni mandarse mutuamente, sin reconocer ni a superiores ni a inferiores. Pero como el autor parte del principio de que somos todos iguales, sin indicar bajo concepto alguno la manera de desarraigar el despotismo, se desprende de ello que el uso que hace de este principio contra la monarquía no es, en el fondo, más que un sofisma. Y eso es lo que sentía
Montaigne y lo que lo llevó, aun reconociendo la belleza casi divina del discurso salido del alma juvenil de su amigo, a considerar esta obra sin otro valor político que la declamación.
Montaigne revela así, es cierto, su escepticismo.
Pierre Leroux,
El 'Contra Uno' de Ètienne de La Boètie, apéndice a
Discurso de la servidumbre voluntaria, La Plata: Terramar, Buenos Aires 2008