La coma, esa pequeña mancha de tinta, puede cambiar el sentido de una frase. Como en este titular, ya corregido, de El Diario Montañés."Pablo Alborán, reina en la música española".
A pesar de que la frase no es gramaticalmente incorrecta, la coma cambia por completo el significado. Algo parecido a lo que ocurre con estos dos ejemplos que encontramos en Paper Papers. Uno de El País: "Aguirre, dimite".
Aquí la coma convierte un simple enunciado en una orden. Una orden CRUEL. Aun así, hay que mencionar que las comas también pueden resultar heroicas, como se aprecia en este cartel que subraya la importancia de usarlas con los vocativos.
Desde Fundéu, Judith González nos cuenta que muchas de las consultas que reciben sobre puntuación son precisamente sobre estas comas, las del vocativo. González explica que la puntuación "nunca es fácil" porque, aunque es cierto que "hay comas que no son obligatorias", otras "pueden cambiar el sentido de la frase o simplemente son incorrectas".
Otras dudas habituales que suelen llegar a Fundéu son el uso de la coma y la conjunción "y", la coma en las enumeraciones, la coma en los encabezamientos de las cartas y la coma en las oraciones causales, entre otras, incluyendo el ejemplo clásico para los adjetivos:
- Los soldados, cansados, volvieron al campamento.
- Los soldados cansados volvieron al campamento.
En el primer caso, todos volvieron al campamento y todos estaban cansados. En el segundo, sólo regresaron los que estaban cansados.
La siguiente anécdota muestra otra coma que cambia el sentido de una frase (y de una vida). La explica Pablo Martín Sánchez:
El monarca Carlos V está a punto de firmar una sentencia que dice: «Perdón imposible, que cumpla su condena». Con la pluma en la mano se queda unos instantes pensativo y, en un gesto de magnanimidad regia, firma el documento, no sin antes haber desplazado la coma: «Perdón, imposible que cumpla su condena», dice ahora la sentencia.
Como sospecha el propio autor del artículo, la anécdota es falsa. Pero es tan perfecta que en Snopes, la página dedicada a desmentir leyendas urbanas, encontramos una versión en inglés. En este caso se trata de una condena a muerte escrita por el propio zar Alejandro III. Su mujer Dagmar cree que el acusado es inocente y cambia la coma, dejando la frase como: "Pardon, impossible to be sent to Siberia".
Perdón imposible: guía para una puntuación más rica y consciente es el título de un libro de J.A. Millán, que en su blog recogió errores similares. Por ejemplo, este titular de El Mundo del 23 de septiembre de 2004:
Sin la coma, da la impresión de que trabajaban allí desde que se produjo la fuga, cuando lo que se quiere decir es que tras la fuga tóxica, huyeron.
Millán también publicó este anuncio:
Aunque la idea de veranear en Marina D’Or no me resulta muy atractiva, suena razonable pensar que el anuncio quería decir “Mejor, ni lo sueñe”.
La ausencia de comas convierte este cartel en una advertencia innecesaria.
Aunque vete a saber lo que llevan los cigarrillos hoy en día.
Otro anuncio, extraído del blog Dificultades gramaticales, nos recuerda que las comas evitan ambigüedades.
Sí: “Línea de cremas para piernas de uso diario”. Aunque imagino que hubo pocas confusiones acerca de si era conveniente usar las piernas cada día, la coma hubiera ayudado a aclarar que el uso diario es para la crema: “Línea de cremas para piernas, de uso diario”.
Lo cierto es que según donde coloquemos o dejemos de colocar las comas, el significado de la frase puede resultar ambiguo. Esto es muy útil si trabajas como pitonisa en el oráculo de Delfos. Tal vez conscientes de la imposibilidad de adivinar el futuro, estas adivinas ofrecían augurios que el interesado podía interpretar a su gusto.
En un famoso ejemplo, un guerrero preguntó si debía combatir, a lo que se le respondió con el texto: “Irás regresarás nunca perecerás”. El tipo, confiado, acudió a la lucha. Y murió. Porque la frase se debería haber puntuado así: “Irás, regresarás nunca, perecerás”.
Dos incisos: primero, la frase podría ser latina en su origen. Y segundo, en favor de la pitonisa, hay que tener en cuenta que los signos de puntuación comienzan a usarse a partir de la Edad Media y no se extienden hasta la invención de la imprenta, si bien es cierto que los latinos usaban signos para indicar la entonación de un texto.
Jaime Rubio Hancok, No, me gusta este titular, Verne. El País, 14/10/2014 [blogs.elpais.com]