Escribo estas líneas desde Bolivia. Aquí, con la llegada del mes de Agosto, se celebra a la Pachamama con multitud de rituales. Para acercarnos a ella, nada mejor que este texto de Galeano:Madre nuestra que estás en la tierra
Eduardo Galeano- Los Hijos de los días.
En los pueblos de los andes, la madre tierra, la Pachamama, celebra hoy su fiesta grande.
Bailan y cantan sus hijos, en esta jornada inacabable, y van convidando a la tierra un bocado de cada uno de los manjares de maíz y un sorbito de cada uno de los tragos fuertes que les mojan la alegría.
Y al final, le piden perdón por tanto daño, tierra saqueada, tierra envenenada, y le suplican que no los castigue con terremotos, heladas, sequías, inundaciones y otras furias.
Ésta es la fe más antigua de las Américas.
Así saludan a la madre, en Chiapas, los mayas tojolabales:
Vos nos das frijoles,
que bien sabrosos son
con chile, con tortilla.
Maíz nos das, y buen café.
Madre querida,
cuidanos bien, bien.
Y que jamás se nos ocurra
venderte a vos.
Ella no habita el Cielo. Vive en las profundidades del mundo, y allí nos espera: la tierra que nos da de comer es la tierra que nos comerá.
En el altiplano andino, mama es la Virgen y mama son la tierra y el tiempo.
Se enoja la tierra, la madre tierra, la Pachamama,
si alguien bebe sin convidarla.
Cuando ella tiene mucha sed, rompe la vasija y la derrama.
A ella se ofrece la placenta del recién nacido, enterrándola entre las flores,
para que viva el niño; y para que viva el amor, los amantes entierran cabellos anudados.
La diosa tierra recoge en sus brazos a los cansados y a los rotos,
que de ella han brotado, y se abre para darles refugio al fin del viaje.
Desde abajo de la tierra, los muertos la florecen.