
20083 items (19891 unread) in 44 feeds
6.06.2022
Hola, Gregorio:
La Biblioteca Pública de Historia de Rusia, Centro de Historia Sociopolítica me propone hacer una presentación de tu libro. En caso normal, que no lo tenemos, sería mejor que lo hicieras tú, pero lo haré yo, el miembro menos valioso de nuestro equipo. En mi vida no he hecho nada semejante. Esta biblioteca es un lugar histórico, debes conocerlo bien, porque se encuentra en el mismo edificio del Comintern, en la calle Wilhelm Pick, enfrente de Mosfilm, por aquí pasaron muchos personajes de tu libro.
Leo las Cartas a un escéptico en materia de formas de gobierno, de Pemán (en la segunda edición, de 1937). El título, sin duda, es un guiño a las Cartas a un escéptico en materia de religión, de Balmes y, en cierta forma, es una reivindicación de la claridad conceptual de Balmes. Pemán tiene algo de Balmes de Cádiz; es decir, de un Balmes con más sol, más alegría y más voluntad de estilo.
Pemán es valiente y claro y ambas cosas se agradecen, porque te permiten señalar con nitidez las zonas de acuerdo y de desacuerdo y, al mismo tiempo, te fuerzan a interrogarte sobre tus propias convicciones. En este sentido es un analista terapéutico.
El texto tenía un destinatario claro. Y este no es un lector intemporal, sino el lector de El Debate y de quienes, tras la proclamación de la segunda república, se habían declarado indiferentes a las formas de gobierno. Pemán argumenta que en política la forma es el contenido y que nadie puede considerarse escéptico con respecto al contenido, porque el régimen político tiene repercusiones directas en la manera de concebirse a sí mismo del ciudadano. Pero al leerlo es imposible ignorar nuestra actualidad e interrogarnos por esta monarquía con formas republicanas que es nuestra forma de gobierno.
Viene una madre a pedirme un consejo que no le puedo dar. No puedo caer en la frivolidad de improvisar un diagnóstico simplemente por quedar bien. Así que le digo que su caso ha de ser analizado despacio por un especialista. Me responde soltándome la retahíla de especialistas a los que ha acudido. Es obvio que está desorientada y muy cansada y yo no tengo para ella una sincera palabra de consuelo. Poco antes de despedirnos me asegura que ya no puede más, que dimite; se ha quedado sin fuerzas. Su hijo tiene un trastorno caracterial grave que se manifiesta esporádicamente con conductas muy violentas. Me alejo de ella empapado de su tristeza, comprendiendo su cansancio y dejándola con su dolor.
@font-face {font-family:Wingdings; panose-1:5 0 0 0 0 0 0 0 0 0; mso-font-charset:2; mso-generic-font-family:decorative; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:3 268435456 0 0 -2147483647 0;}@font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:roman; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;}@font-face {font-family:Calibri; panose-1:2 15 5 2 2 2 4 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:swiss; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536859905 -1073732485 9 0 511 0;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}p.MsoFooter, li.MsoFooter, div.MsoFooter {mso-style-priority:99; mso-style-link:"Pie de página Car"; margin:0cm; mso-pagination:widow-orphan; tab-stops:center 220.95pt right 441.9pt; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}p.MsoListParagraph, li.MsoListParagraph, div.MsoListParagraph {mso-style-priority:34; mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; margin-top:0cm; margin-right:0cm; margin-bottom:0cm; margin-left:36.0pt; mso-add-space:auto; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}p.MsoListParagraphCxSpFirst, li.MsoListParagraphCxSpFirst, div.MsoListParagraphCxSpFirst {mso-style-priority:34; mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-type:export-only; margin-top:0cm; margin-right:0cm; margin-bottom:0cm; margin-left:36.0pt; mso-add-space:auto; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}p.MsoListParagraphCxSpMiddle, li.MsoListParagraphCxSpMiddle, div.MsoListParagraphCxSpMiddle {mso-style-priority:34; mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-type:export-only; margin-top:0cm; margin-right:0cm; margin-bottom:0cm; margin-left:36.0pt; mso-add-space:auto; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}p.MsoListParagraphCxSpLast, li.MsoListParagraphCxSpLast, div.MsoListParagraphCxSpLast {mso-style-priority:34; mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-type:export-only; margin-top:0cm; margin-right:0cm; margin-bottom:0cm; margin-left:36.0pt; mso-add-space:auto; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}span.PiedepginaCar {mso-style-name:"Pie de página Car"; mso-style-priority:99; mso-style-unhide:no; mso-style-locked:yes; mso-style-link:"Pie de página";}.MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}div.WordSection1 {page:WordSection1;}ol {margin-bottom:0cm;}ul {margin-bottom:0cm;}
Dos días divertidos en Madrid y Sevilla. Ayer, a las 11:00, cita con Toni Cantó en la Oficina del Español. No lo conocía personalmente y me cayó muy bien. Fui a entregarle El eje del mundo. A las 12:30, encuentro con el enormísimo Emilio del Río en el Círculo de Bellas Artes (qué fácil es todo con este hombre, elegante, generoso, inteligente, divertido y.,.. por si fuera poco, riojano. ¡Cuánto lo admiro! A las 15:30, conferencia en el Aquinas College, después emocionante ceremonia de graduación de los alumnos de bachilleratto de los colegios del CEU-San Pablo, a los que apadrinaba. Les hice un discurso emotivo que creo que les gustó en el que les canté las bienaventuranzas y terminé dándoles dos consejos. El primero, que cuiden sus relaciones con el empollón de la clase en la universidad, porque quizás tengan que acudir a él en el futuro para pedirle trabajo; la segunda, que si sacan malas notas, no todo está perdido, porque pueden llegar a ministros en el gobierno de España. A las 21:00, cena con Diotima pero, de camino, parada a saludar a Marcos Obregón, que presentaba Contra el diagnóstico -editado por Rosamerón- en la librería Machado. Hoy a las 8: AVE a Sevilla. En la estación de Atocha he comprado El Mundo porque en el suplemento cultural -La Lectura- aparece una entrevista que me hace Julio Valdeón. A las 13:00 conferencia, comida cordialísima y salida a la intemperie: 41 grados. Me he encerrado en la habitación del hotel, ducha y siesta. Me he despertado hace poco, cena en el mismo hotel y vuelta a la habitación. Sigo muerto de sueño. Mañana, a las 8:00, vuelta a casa.
He llegado este mediodía a Madrid, donde ya se asoma el verano a la dureza del asfalto. Madrid en verano es un barco a la deriva sobre un mar de asfalto encendido. He dejado en el hotel mis cuatro cosas (una, en realidad) y me he dirigido en metro a la Universidad CEU-San Pablo, donde me esperaban a las 13:30. Lo que no esperaba yo era encontrarme entre los oyente a personas a las que aprecio mucho, como Pablo Velasco, Jaume Vives o Manuel Oriol. Como decía aquel, ¡qué agustico se está entre amigos! Tras una exposición por mi parte del tema que nos traíamos entre manos (la familia y la corrección política), ha habido debate y comida, todo al mismo tiempo. Mi conclusión es que conviene debatir con una lata de cerveza en la mano, porque al sujetar la lata te desembarazas inmediatamente de academicismos, retóricas escolásticas y pedanterías, y estás en condiciones de llamar al pan, pan, y al vino, vino,
Vivo con tanta intensidad estos encuentros que al acabarlos me siento agotado. He vuelto caminando al hotel y me he echado una siesta antes de ir a la Librería Berceo, una librería de viejo, a gastar dinero en vicios impostergables.
Por el camino he recibido un mensaje de Aurora Nacarino, la entrañable editora de Deusto, que me publicará mi próximo ensayo, el más ambicioso que he escrito hasta ahora. A medida que lo iba escribiendo, iba también modificando mis ideas iniciales, y a medida que lo reescribía para recoger las modificaciones, iba remodificándolas. Así que ha sido este un largo diálogo conmigo mismo que, previsiblemente verá la luz a finales de año.
Mi mujer me ha llamado para decirme que nos ha llegado el último libro de García-Máiquez, un poeta que pasará a los libros de texto. Lo ha devorado y me ha hablado maravillas de su contenido.
“Vino una mujer de aspecto aburguesado, trayendo en brazos a su hijo, atrozmente escuálido, que llevaba prendidas por todas partes manitas labradas en azabache o en barro. Pregunté a la madre su significación y me dijo ser ellas el único remedio contra el aojamiento”
- Del "Viaje a Madrid de la Condesa d’Aulnoy".
@font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:roman; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman",serif; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";}.MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}div.WordSection1 {page:WordSection1;}
Tres días intensos en un Madrid radiante, haciendo de editor, de conferenciante, de amigo, de entrevistado y de invitado. Y, además en el Paseo de Recoletos, la feria del libro viejo. O sea, un festín. Lo peor, la vuelta en el AVLO. Tenía en el asiento de mi derecha, en el lado de la ventanilla, un joven con tanto sobrepeso que no podía impedir que la mitad de su humanidad se desparramara sobre mí. Iba yo encogido y orillado, al borde del pasillo, hasta que me he atrevido a pedirle al revisor, discretamente, un cambio de asiento. No le echo la culpa a mi vecino, sino a RENFE que debiera prever situaciones como esta.
Madrid, luminoso, cálido, cordial, primaveral. Nada más poner los pies en Atocha comenzó la vorágine. Todo debiera haber comenzado con la presentación de "El poder", de Pedro Baños, en el espacio Betelsmann, pero tuvo que suspenderse por enfermedad del autor. Eso me permitió adelantar mi encuentro con varios periodistas y amigos. Y gastarme un dineral en libros.
A la mañana siguiente tenía, a primera hora, una entrevista en la radio y, a partir de aquí, un no parar. Encuentros con amigos, comida con el director de un medio con el que comenzaré a colaborar pronto, participación en el Primer encuentro iberoamericano de profesores de religión, en concreto, en una "conversación de filósofos" con Carmen Pellicer, J.M. Torralba y Miguel García-Baró (moderados por Jordi Cabanes). Por la noche, cena en casa de Diotima, con Diego S. Garrocho, Juan Claudio de Ramón y Victoria Carvajal. ¡Cuánto aprendí!
Pero lo más importante, desde un punto de vista estrictamente profesional, es que parece que hemos conseguido pergueñar un nuevo libro con un importante autor que nos ayudará a definir bien lo que queremos ser en Rosamerón.
En la vuelta me encontré con mi mujer en la estación de Sants. Comimos juntos y nos despedimos. Ella iba para Pamplona y yo volví a nuestra casa, vacía.
Ayer por la noche volvía a casa en el cercanías, cansado, pero feliz, porque el día nos había ido estupendamente en la editorial. Nada más sentarme en el vagón, saqué un libro del bolsillo de la americana y me sumergí en la lectura, sin fijarme ni en quién subía ni en quién bajaba, hasta que, no sé muy bien dónde, al levantar la cabeza, vi que había a mi lado, de pie en el pasillo, una mujer embarazada con las manos sujetándose la tripa. Inmediatamente me levanté y le cedí mi asiento. Fue un gesto casi automático, porque nada me parecía más elemental. La mujer se deshizo en elogios en voz alta a mi amabilidad que, como me di cuenta enseguida, eran también reproches a los jóvenes que iban sentados y que no habían mostrado ni la menor caridad con ella. Algo funciona muy mal en nuestra sociedad cuando a los jóvenes les ha dejado de ser evidente que hay que ceder el asiento a una mujer embarazada.
Unos días antes, el martes 19, exactamente, bajando por el Paseo de Gracia en una noche lluviosa, me caí -me caigo aparatosamente con cierta frecuencia porque al suelo le gusta jugar conmigo al escondite- justo sobre un charco y allí en el suelo, con el paraguas roto en una mano, empapago por el agua del charco y de la lluvia, vi pasar a mi lado una joven que me miró sin imutarse y siguió para adelante. Fue un joven con acento argentino el que me ayudó a ponerme en pie y se preocupó por mi estado. Estaba un poco magullado, pero bien... si ignoramos que al levantarme chorreaba.
El prólogo comienza así:
Como confirmando que todo lo que rima es verdadero, hoy, mientras Borja me comunicaba por teléfono que me había enviado el libro, ha sonado el timbre y era el cartero, que me lo traía y casi al mismo tiempo que el libro he recibido la invitación oficial del Centro Internacional Antonio Machado para dar tres lecturas en julio con el título genérico de "Leer a Sor María Jesús de Ágreda, la monja inabarcable". Allí está, en la cocina, J.A. González Sainz, con el que es muy fácil llevarse bien. Por cierto, su libro La vida pequeña es una joya.
El día se ha completado de manera óptima e inesperada. Se han puesto en contacto conmigo desde el decanato de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Honduras con la invitación a un viaje.
¡Hola a todos! El próximo sábado, Rosamerón estrena su primer Sant Jordi y… ¡queremos convertir este gran día en una fiesta! Desde la mañana hasta bien entrada la tarde, os esperamos en esta encantadora placita, donde lucirán nuestros grandes protagonistas: las rosas y los libros. Además, vamos a acompañarlos con vino para brindar, tapas y... ¡por qué no una paella! ¡Editar es vivir! ¡Os esperamos!
Al concluir la guerra francoprusiana se dijo que había sido ganada por los maestros de escuela alemanes. Wellington sostenía que la batalla de Waterloo se había ganado en los campos de Eton.
También hay batallas hoy que se están librando en los patios de nuestros centros educativos.
Han llegado el sol, las tardes largas, los bañistas y los paseos por la montaña. Todo anima al optimismo, pero mis rodillas se han empeñado en recordarme insistentemente que ellas también forman parte de mi mundo.
Me llama M.F. pidiéndome fotografías sobre Eitingon y asegurándome que está poniendo el punto final al documental sobre los Mercader. Ha conseguido buenas entrevistas y material inédito de esta mina ingotable de la historia que es la familia de Ramón Mercader. Nos veremos en septiembre en Biarritz, en el Festival de Cine Latinoamericano. El documental huele a premio.Me llama Luis Moctezuma, querido amigo mexicano, que está en Barcelona, y lo invito a comer en el puerto de El Masnou un arroz con sepietas y alcachofas. Repasamos recuerdos y rostros que nos son comunes y hacemos planes para una hipotética visita mía a México. En octubre estoy invitado a Colombia y quizás...
Rosamerón va bien. Ya hay cuatro libros nuestros en las librerías y se están vendiendo a buen ritmo. El próximo -a punto de salir- será este:
Cristóbal del Hoyo Solórzano y Sotomayor, Marqués de la Villa de San Andrés y Vizconde de Buen Paso (Tazacorte, Canarias, 1677- San Cristóbal de la Laguna, 1762), excusa en una de sus cartas a Judas Iscariote de una manera original.
Tras haber oído un Jueves Santo a un predicador despotricar de manera encendida contra Judas, un soldado salió colérico de la iglesia dispuesto a darle al felón traidor su merecido. El demonio, que anda siempre al quite, se le apareció y se ofreció a conducirlo hasta su escondite. Al llegar al lugar, el soldado echó mano a su espada y hubiera acabado en un periquete con Iscariote si éste no le hubiera convencido, no sin esfuerzo, para que escuchara la verdadera versión de lo acaecido. "Atiéndame, Señor Soldado", le rogó, "y si no tengo razón, hará usted lo que quisiera de mi."
"Yo, Señor Sargento", dijo Judas, "era comprador en la casa de mi Maestro en tiempos en que no éramos en mesa más que doce, pero creció la familia mucho y el dinero era tan poco, que no me alcanzaba para el gasto. En este estado, mi Maestro, manirroto, se empeñó en que debíamos hacer una cena magnífica sin tener un cuarto. Unos judíos me dicen que me darían treinta monedas si les decía cuál era mi Maestro. Aunque no juzgué buena aquella acción, pensando que mi Maestro se paseaba por el mar como cualquiera por su casa; que atravesaba paredes, como hace el sol por los vidrios; que del agua hace vino y de cinco peces comida para muchas almas, decidí tomar el dinero, que mi Maestro ya haría de las suyas para salvarse y los judíos quedarían burlados y nosotros, remediados. Pero llegada la hora, lo agarraron, y él se dejaba agarrar como un cordero, y yo me decía para mi sayo: "¿A qué espera este hombre?" Pero viendo que se lo llevaban sin que nada de lo que yo había previsto aconteciera, me salí afuera contrito, y me colgué. Estos pocos reales me quedaron, aquí los tiene usted, y déjeme en paz, por su vida, que bastantes preocupaciones tengo yo".
Las Cartas del Marqués fueron publicadas en 1740 por fray Gonzalo González de San Gonzalo (no me invento su nombre, que ahí está Google para verificarlo).
@font-face {font-family:"Cambria Math"; panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4; mso-font-charset:0; mso-generic-font-family:roman; mso-font-pitch:variable; mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-unhide:no; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; margin:0cm; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman",serif; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";}.MsoChpDefault {mso-style-type:export-only; mso-default-props:yes; font-family:"Calibri",sans-serif; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-fareast-font-family:Calibri; mso-fareast-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}div.WordSection1 {page:WordSection1;}
Hoy hemos comido solos mi nieto Bruno (12 años) y yo. Y no hemos parado de hacer deberes.
Hemos ido juntos al mercado. Le he dejado comprar lo que quisiera con dos condiciones: que de primero, habría ensalada y de segundo lo que él eligiera más espárragos a la plancha. Lo demás, a su antojo.
Nada más sentarnos a comer ha aparecido sobre la mesa la cuestión del infinito y la necesidad de aportar a la filosofía un nuevo concepto, que viene impuesto por la misma naturaleza de las cosas: el de infinito y pico. Si hay infinitos que contienen infinitos, entonces el primero es un infinito y pico. Después se nos ha planteado la posibilidad de concebir el Todo como un container. La pregunta que me ha planteado Bruno es si el container, para contener el Todo, no debiera contener al container que contiene el Todo. De aquí al argumento ontológico de San Anselmo, no había más que un pasado... que me he apresurado a dar. Por cierto, lo ha rechazado con una seguridad pasmosa que dejaría satisfecho al mismísimo Kant: la existencia pensada no es lo mismo que la existencia real. Le ha intrigado mucho más esta pregunta: ¿Si el Universo se expande, por dónde se expande?
A los postres la interrogación versaba sobre lo admirable y extraño que es el ser capaz de preguntarse sobre estas cosas.
La conclusión de todo, mientras recogíamos la mesa, la ha puesto mi nieto: "Somos máquinas con conciencia". Me he limitado a decirle que era un cartesiano y lo he dejado encender la televisión con esa convicción.
Pues eso, que no hemos parado de hacer deberes.
Vuelvo a estar de Rodríguez y esto hace que, de alguna manera, vayan más pausadas las horas. Hasta echo en falta el tic-tac de un reloj de pared que vaya ritmando su lento sucederse.
Leo y salgo al pequeño jardín de nuestra casa a ver la maravilla de los cerezos en flor. Tenemos dos y están espléndidos. No hay nada más mecánico y rutinario que la floración primaveral y, sin embargo, siempre nos coge desprevenidos, boquiabiertos y con hambre de belleza.
Sigo con sor María de Ágreda y los mil matices de su correspondencia con Felipe IV. El rey parece claro que ve a la monja como su embajadora en el cielo y la cuida para que le entregue informes precisos del Más Allá y, sobre todo, para que rece por él, que aunque la edad va amortiguando inexorablemente los pendoneos de la juventud, aun anda con los bajos levantiscos y dispuestos a asaltar cualquier fortaleza que se le ponga a tiro. Al final, el progreso de los achaques corporales acabará haciendo de él un monarca trabajador y taciturno que gracias a Sor María ha aprendido a sobrellevar con el mayor estoicismo las desgracias que le van cayendo encima.
Cada vez que aparece una reseña de alguno de nuestros libros o alguna entrevista con alguno de nuestros autores, mi alma de editor, recién estrenada, se alegra con una alegría nueva que me sienta muy bien. ¡Bienvenido sea el futuro que llega con dulces sabores nuevos!
El artículo sobre la amistad que apareció el sábado pasado en La Vanguardia, sigue vivo. Son muchas las personas que me escriben para decirme que han encontrado en él palabras que describen muy bien su experiencia.
Me espera un mes, entero, sin salir de casa; de refugio en mis rutinas: mi sofá, mi cuarto, mis libros, mi café de la plaza de Ocata, mi playa, mi siestecita después de comer, mi paseo por la tarde, mis proyectos.
He ido cayendo casi sin darme cuenta, en la fuerza gravitacional de la correspondencia entre Felipe IV y Sor María de Ágreda. Asombrosa. Lo que comenzó siendo mera curiosidad, ha ido creciendo y ahora se ha convertido en un sentimiento que, si no es piadoso, no sé qué nombre darle. El gran imperio español se ve sometido a todo tipo de presiones en todas sus costuras y el rey, que desconfía de su capacidad y de sus fuerzas, sin apenas recursos, confía en Dios: Dios no puede desamparar a una corona que lo ha dado todo por la fe y a un pueblo que con tanta vehemencia ha resistido al protestantismo. Dios solo puede estar con España. Pero el reinado de Felipe IV es una sucesión vertiginosa de triunfos precarios y desgracias definitivas, mientras su propia familia vive, como en un reflejo amplificado, la incertidumbre colectiva. Dios es la gran esperanza porque Él es, relamente, el soberano.
Pero el soberano no acude a su cita con la fe de España.
Tengo que escribir sobre esto. Sobre la piedad y la soberanía.
El miércoles pasado presentamos en amistad (mejor que "en sociedad") nuestra editorial, Rosamerón, en la Gran Bodega Saltó de Poble Sec que nos pareció el lugar más adecuado de Barcelona para escenificar nuestro proyecto.
En realidad no se trataba de una presentación, sino de una invitación a compartir juntos un viaje. Se trataba de decirles a nuestros amigos que nosotros -los tres socios fundadores- no queremos ser más que lo que aparentamos ser y que lo que aparentamos ser no es, en modo alguno, independiente de nuestras relaciones de amistad. Por eso pusimos mucho cuidado y mucho cariño en el diseño del acto y en la elección del lugar y por eso nos sentimos tan contentos viendo las caras de cordialidad, de simpatía, de complicidad y de alegría.
Muchas gracias a todos los que nos acompañasteis. Estamos seguros de que el viaje será largo.
Pr cierto, el libro que acabamos de publicar me parece extraordinario:
La gran aportación de los pedagogos de la LOMLOE a la historia de la educación es la ignorancia preventiva: como no sabemos qué será útil en el futuro, que nuestros alumnos lleguen a él ligeros de equipaje.
Ayer, por segunda vez en mi vida, fui invitado a comer al Palacio Real de Madrid. Y, por supuesto, fui. Viniendo de quien venía, recibir la invitación es un honor y responderla afirmativamente, un deber. Cogí un AVE temprano para husmear un poco en una de mis librerías de viejo preferidas de Madrid y salí de allí con una joya a muy buen precio, "L'angoisse de Pascal", de Maurice Barrès (1923), y una estatuilla del Quijote. El día fue largo y memorable. A Madrid ha llegado la primavera.
Hoy publico en The Objective La esperanza del Mesías.
He participado en un seminario sobre la educación en virtudes que ha tenido lugar en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Lo menos que puedo decir es que ha tenido la virtud de alimentarnos muy bien. Pero, además, había una cordialidad en el ambiente muy notable, que facilitaba mucho los contactos y ya se sabe que lo que ocurre en los pasillos de estos encuentros es tan iportante como lo que ocurre en la tribuna.
He vuelto a casa con mi moleskine llena de notas que tengo que meditar. Transcribo a continuación alguna de ellas:
1. La virtud, más que la conducta del "vir", del varón, nombra algo que se encuentra en su (supuesta) raíz indoeuropea "-rt-", que ha dado lugar a términos como "orthós" (recto), "arithmós" (número), "ritmo", "arte", etc.
2. La virrtud en su sentido más propio es el desarrollo excelente de una función. No se puede decir de algo o de alguien que es virtuoso si ignoramos respecto a qué. Existen los virtuosos del piano, del balón o de la cocina. Un caballo de carreras que gana carreras es virtuoso en esto. Los griegos hablaban sin reparos de la "virtud del ladrón", porque un ladrón es virtuoso si desarrolla su función de manera excelente (con la mayor eficiencia). ¿Pero cuál es la función del hombre?
3. Volví a oir lo de que "aprender no es simplemente adquirir conocimientos". Obviamente, pregunté: "¿Si no hay un incremento del conocimiento se ha aprendido algo?" ¿Por qué esta reticencia a aceptar lo obvio? ¿No se cuela en nuestros discursos pedagógicos modernos, de manera más o menos subrepticia, un tufillo antintelectualista?
4. Nos olvidamos un poco de la teoría como culminación de las virtudes propiamente humanas. Este olvido fue otro tributo a los tiempos.
5. Los británicos que intervinieron dijeron sin matices algo que nosotros matizaríamos mucho: que los profesores son los representantes de los padres en el aula. ¿Quién tiene razón? Dijeron también -e insistieron en ello- que no existe la neutralidad docente. Pero entonces no son unos prepresentantes meramente vicarios. Y aquí está el problema.
7. Me gustó esto: "La humildad no consiste en quitarnos valor, sino en no quitárselo al otro".
8. Varios conferenciantes resaltaron 3 momentos de la práctica de la virtud en la escuela: la práctica en sí misma (una actividad coherente), la narrativa (propuesta de modelos de excelencia) y las tradiciones (inscripción en una tradición).
9. Una idea rupturista en tiempos innovacionistas: Las prácticas pedagógicas deben crear tradiciones propias.
10. En un seminario como este era inevitable insistir en la educación del carácter y así se hizo. Se señaló que en la escuela para que esta educación sea posible, se requiere un idioma común (en palabras y ejemplos) y se insistió mucho en basar la educación del carácter en determinadas narrativas.
11. Otra idea repetida insistentemente, y que comparto: No es suficiente con que el profesor acompañe al alumno. Ha de educar.
12. Puede ser que a nuestros alumnos les resulte difícil leer a los clásicos, pero el maestro debe estar empado de ellos, de manera que sus discípulos accedan a los clásicos a través de él. Al maestro -se dijo- se le supone la lectura. Lamentablemente solo el 7% de nuestros maestros son lectores habituales.
13. Juan Antonio Granados (director del colegio Stella Maris La Gavia de Madrid), comentando su práctica: "En cada asignatura se lee, se relata y se escribe".
14. Otra idea de Juan Antonio Granados: "El hérore moral vive su vida con el enigma que él mismo es".
15. Y otra más: "El Quijote ha de ser imprescindible en nuestros colegios. Los maestros han de leerlo y los niños han de vivirlo en el maestro".
El Fedón de Platón y la Primera epístola de Juan tienen algo muy relevante en común: la convicción de que la misología y la misantropía son dos caras de la misma moneda. Donde se da la una, se da la otra.
Ese prefijo "mis-" puede traducirse por repugnancia, enemistad u odio. La misología es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) al lenguaje (y al razonamiento, pues el "logos" griego tiene este doble significado). Su contrario es la filología, que es apetito (amistad o amor) al lenguaje (y al razonamiento).
La misantropía es, pues, la repugnancia (enemistad u odio) hacia el hombre. Su contrario es la filantropía.
En definitiva, los tiempos de pensamiento débil son también tiempos de fidelidades líquidas.
Poco más de 24 horas en Pamplona, pero muy bien empleadas. Exprimidas, incluso. Llegué el lunes a la hora de la comida y volví el martes después de comer. Me recibió y me despidió una ciudad fría, encogida y cubierta por un mil hojas de nubes con toodos los tonos del gris. El sol era un supuesto metafísico, "epekeina tes ousías", y la luz un intangible, por lo frágil. ¡Pero qué verde, el verde de mi tierra y qué alegre el despuntar de la primavera! ¡Y qué generosísimo derroche de cordialidad y eficiencia por parte de todo el mundo!
Iba a eso que algunos llaman, pomposamente, "trabajar" y que en realidad fue una continua tertulia entre amigos en la UNAV. ¡Qué lujo andar discutiendo sobre el debate público en España con gente tan lista y tan acogedora como Daniel Capó, Armando Zerolo, Pablo de Lora, Juan Claudio de Ramón, Helena Herrero-Beaumont, Enrique García-Máiquez, Aurora Nacarino-Brabo, Juan Meseguer, José María Torralba, Ricardo Calleja, Alberto Nahum, María Guibert y Santiago Fernández-Gubieda.
¡Y qué alegría, volver a encontrarme con el sabio bueno Ricardo Piñero, al que en cuanto se descuida le aletean las alas, que me regaló tres libros con estas dedicatorias enlazadas: (1) "Querido Gregorio: te dedico esta 'Trilogía de la prudencia'... porque tu amistad me acogió con dulzura", (2) "porque tu palabra siempre es el eco de lo hermoso, que es lo auténtico..." y (3) "porque siempre es un placer compartir los sueños con otros aventureros de la verdad, el bien y la belleza". Obviamente traigo aquí estas palabras como homenaje a su generosidad... un tanto desmedida.
Son las 6 de la mañana y llevo un rato sentado en mi sofá, con un libro en las manos y cubierto con mi manta preferida. Tener la manta adecuada ayuda mucho a proporcionarte el ambiente que necesitas para concentrarte.
Me gustan estas horas tan silenciosas, donde todo es calma y aún no ha asomado el alba por el horizonte marítimo. Se lee de otra manera.
Con frecuencia me preguntan cómo es que publico tantas cosas. Efectivamente, estoy publicando un par de libros al año, sin contar las colaboracones en libros grupales. No es moco de pavo. Pero es que es fácil madrugar cuando con cinco horas de sueño tienes suficiente (a veces completadas con una siesta), apenas ves la televisión y no lees la prensa. Eso sí, de vez en cuando vengo al ordenador a recoger una frase, apuntar una idea, o a escribir esto.
Tres días intensos en Madrid llenos de conocimientos, personas nuevas y cordialidad.
Llegué a Madrid el lunes por la tarde y me dirigí directamente al Recuerdo, el colegio que los jesuitas tienen en Chamartín con más de 2.500 alumnos. Más que colegio, es una ciudad en la que, por cierto, no se ve ni un papel en el suelo ni una raya en las paredes. Mantuve un diálogo muy ameno con los padres, cené con los jesuitas y dormí en sus habitaciones. Vi mucho, escuché mucho; aprendí mucho. Conocí a Carlos Mulas Diego.
El martes el día estuvo dedicado a las buenas gentes del San Pablo-CEU. Comencé con un encuentro con los alumnos de Grados de Educación en el Colegio Montepríncipe y seguí con un desayuno con el Consejo de Dirección de este mismo Colegio; después, en la Universidad, un acto de CEU Talks y comida con profesores universitarios. Tarde de larga siesta, paseos lentos y placidez bajo un cielo inquietante, anaranjado, envuelto en una atmósfera de calima.
Estos días de finales de invierno son siempre revoltosos. Al invierno le gusta despedirse con algún portazo. Es su naturaleza desabrida. Más de una vez, cuando creemos que ya se ha ido, regresa súbitamente con una nevada y arroja sobre nosotros el frío que se ahorró en enero. Durante el fin de semana nos ha regalado un epílogo de nubes densas y bajas, lloviznas caprichosas, intérvalos de chaparrones furiosos y unas esporádicas ráfagas de viento que, tal como ahora mismo estoy viendo, parecen empeñadas en arrancar de sus pinzas las ropas puestas a secar y convertirla en cometas del caos. Pero el espectáculo verdadero está en el mar, en esas olas blanquísimas que rompen en espumas dehiscentes, en ese horizonte remoto que se diluye en el cielo, en esos grises plateados que las olas le arrancan al agua. Son días estos para mirar por la ventana, con la nariz pegada al cristal, observando embobado lo indefinido y perdiéndose en vaguedades mientras el cristal se va empañando con tu aliento. En ese gesto vuelve también un poco el niño que fui, que sale de su escondite a acompañarme un rato.
Vuelvo a publicar, aunque corregido y muy ampliado (y esta vez llegará a las librerías), el libro que me encargó la Compañía Nacional de Teatro Clásico sobre el Siglo de oro. Se tituló El recogimiento y llevaba como subtítulo La aventura del yo. Ahora lo publicará la Editorial Rosamerón con el título de El eje del mundo y el subtítulo de La conquista del yo. El mes que viene estará en las librerías. Un adelanto: Termina con sor María de Ágreda. Hoy me he pasado el día corrigiendo el texto. A estas horas ya puedo decir, con confianza, que todo está en orden.
En la editorial las cosas marchan mucho mejor de lo previsto y para celebrarlo haremos una especie de fiesta inaugural en la Bodega Saltó de Poble Sec (Blesa, 36), el día 30 del presente mes de marzo. Tendrán cumplida información en los próximos días, pero ya les aseguro que están ustedes invitados.
Sigo sintiendo la necesidad, casi el imperativo moral, de entregar un artículo o una colaboración periodística varios días antes de la fecha que me han marcado. Y, si puedo, me adelanto varias semanas. La voz de mis padres insistiéndome en no dejar nada para el último momento, sigue viva en mí. Y siento que, con mi anticipo, me concedo a mí mismo un premio y les rindo un pequeño homenaje a ellos. Es un gozo íntimo y gratuito que me temo que no comprenderá mucha gente, pero que es real y se llama pundonor.
Viaje ayer por la tarde a Santpedor, al norte de Manresa, a pasar un rato con un grupo de profesores en la escuela Llissachs que acabó con una cena serena y cordial. Mucho podría hablar de estos docentes, pero lo que quiero resaltar es el texto que me encontré sobre la puerta de entrada: "Para alcanzar la verdad es necesario hablar bien y razonar correctamente". Efectivamente son cosas elementales como estas las que hoy es imprescindible recordar. Un consejero de educación me pidió recientemente mi opinión sobre lo que debería de hacerse en las escuelas. "Back to basics", le respondí.
Al terminar la cena eché una mirada al móvil. Tenía un mensaje de José Ángel González Sainz. Ya les decía ayer que a Soria siempre se vuelve. Entre otras cosas me decía: "Hablamos de tu, nuestra, Sor María de Agreda. Si te apeteciera, estaría encantado de poder contar contigo para un LEER a Sor María de Agreda".
Es posible dudar de muchas cosas. De hecho la historia de Europa es (también) la de la metamorfosis de sus dudas, de Pirrón para aquí; pero es difícil negar que estás a gusto en la compañía de alguien cuando la buscas precisamente por el bienestar que te proporciona. Con la edad vas descubriendo que merece la pena seguir el rastro de las personas luminosas tanto por lo que te iluminan por sí mismas como por la luz que reflejan de otras personas luminosas con las que te ponen en contacto. En definitiva, que si los amigos de Encuentro Castellón me dicen "Ven", lo dejo todo. Sé que volveré a casa con las alforjas a rebosar de buenos recuerdos.
Llegué a Castellón, con retraso, el sábado a las 16:15 de la tarde y ya me estaba esperando un coche que me llevó al casino, donde Ferran Riera, en la puerta, mostraba impaciencia por mi tardanza. Mantuvimos los dos un diálogo muy cordial y creo que honesto ante una audiencia que, por su atención, se merecía alguien con más carisma que nosotros que les multiplicase el pan y los peces de la caridad. Nosostros solo pudimos darles un bocadillo de mortadela.
¡Qué gente más admirable! Tras el diálogo, una entrevista y cena en Benicasim, en una casa situada cerca del que, para mí, es uno de los hoteles más bonitos del mundo, el Voramar. Llegué a mi hotel en Castellón, muy tarde. Me costó dormirme y me desperté muy pronto. En el restaurante del hotel me encontré con J. A. González Sainz, que estuvo hablando en Encuentro de su admirable libro La vida pequeña. Congeniamos pronto y quedamos en que, tarde o temprano, iría a Soria (a Soria siempre se vuelve) a hablar de la correspondencia entre sor María de Ágreda y Felipe IV. Volví a casa a mediodía, con el tiempo justo para despedirme de mi mujer que partía a Pamplona.
En la inefable LOMLOE se estableece (articulo 10, punto 3) que en educación primaria se impartirán a los alumnos "contenidos referidos a la ciudadanía mundial". Me pregunto cómo demonios debemos interpretar hoy esto.
Comida cordialísima en el antiguo restaurante Rilke, que ahora tiene un nombre del que no quiero acordarme. ¡Ojalá sean así todas las comidas de empresa! Estamos viviendo un momento dulce y es hermoso paladearlo. Las ventas van muy bien, el nombre de la editorial se va haciendo un hueco y nos llegan manuscritos muy interesantes hasta de México. Tenemos buenas perspectivas para los próximos meses y vemos con orgullo de padres primerizos cómo el proyecto va tomando cuerpo. Queremos ser, sin embargo, sumamente realistas e incluso un poco conservadores. Me imagino que esto es como los primeros meses de vida en común de unos recién casados que han entrado a vivir en un piso sin muebles y poco a poco van comprando sus primeras sillas, su primera mesa, su primer colchón de espuma, sus primeros cubiertos... En los momentos fundacionales no hay tiempo para las rutinas. Somos a la vez humildes y ambiciosos. Humildes porque sabemos dónde estamos, pero ambiciosos porque sabemos cuáles son nuestros puntos fuertes y qué es lo que debemos hacer.
Tras una serie de llamadas telefónicas de gente con altas responsabilidades en el mundo educativo, cada una más estrafalaria que la anterior, he llegado a la conclusión de que nuestra educación se sostiene gracias a que en realidad nadie hace lo que le mandan y la mayor parte de los que mandan, lo saben.