I
Ayer fue un día dedicado a la dulce vagancia. Es decir, fue un día de hacer poco, muy poco, y dejarse llevar por la poquedad sin mala conciencia. Fue uno de esos días en que la posición horizontal parece mucho más lógica y conveniente que la vertical y repantingado en el sofá vas dejando pasar canales con el mando a distancia porque lo que te apetece es, exactamente, eso, disfrutar del flujo de la inapetencia mientras flotas sobre la levedad de la existencia.
II
Hoy es un día para pensar en Europa, esa amalgama política que no se decide a ser un país y parece sentirse cómoda en el limbo de la política. Europa no saldrá de ese limbo hasta que no sea una unidad simbólica común, conozca sus fronteras exteriores y disponga de algún fin colectivo. No parece que estemos cerca de nada de esto y, sin embargo, la condición imprescindible para ello es que creamos en su necesidad. A veces se dice, muy ingenuamente, que política es pedagogía. Más ajustado a la realidad es decir, con Maquiavelo, que política es hacer creer.
III
Dorar en abundante aceite unos ajos bien cortados en finas láminas. Echar un bote de pimientos del piquillo y dejar hacer hasta que el aceite se vaya espesando en una salsa dorada. Hacer una buena tortilla de patatas y servirla con unos pimientos preparados de esta forma. Acompañarlo todo de un buen vaso de vino y de la presencia de tu Agente conspirador. La vida es a veces tan asequible... Las tormentas del mundo parecen quedarse todas a la puerta de tu casa.