Respetar el pasado no consiste en venerarlo, seguirlo, obedecerlo, sino en crear desde él algo nuevo.
Por ejemplo: respetar a los filósofos del pasado, ahora que terminamos el curso de Bachillerato y vemos en perspectiva algunas de sus obras, no consiste en seguir sus ideas y defenderlas de heterodoxias sino en crear, desde su lectura, una nueva interpretación. Hacer nacer a un nuevo Platón o un nuevo Nietzsche desde el trato atento y cuidadoso con sus textos.
Respetamos el pasado cuando le permitimos crear desde sí mismo algo diferente, convirtiéndolo en semilla de un cierto porvenir.
Así damos cumplimiento al pasado: abriéndolo al futuro.