I
«Mi querida madre dio a luz gemelos: yo mismo y el miedo»
Hobbes.
II
Cuando en octubre de 1679 diagnosticaron a Hobbes una enfermedad mortal, comentó: «Me alegraré entonces de encontrar un hueco por donde escabullirme de este mundo»
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I
«Mi querida madre dio a luz gemelos: yo mismo y el miedo»
Hobbes.
II
Cuando en octubre de 1679 diagnosticaron a Hobbes una enfermedad mortal, comentó: «Me alegraré entonces de encontrar un hueco por donde escabullirme de este mundo»
I
«Sean los que sean los sistemas de opresión que creáis que estáis desmontando, son mucho menos opresivos que el caos que está sufriendo la escuela actual». Esto es lo que les decía Doug Lemov a los pedagogistas decididos a convertir la escuela en un paraíso infantil de aprendizaje fácil, salud emocional a raudales y empatía cósmica. Tiene razón.
II
Hablo con cierta frecuencia con gestores políticos de la educación española. No me he encontrado aún a ninguno que no se muestre decepcionado con la situación de nuestras escuelas. No digo que no haya partidarios de lo que tenemos, solo digo que yo no me los he encontrado. A veces se expresan con una radicalidad que asusta un poco, no porque carezcan de razones para el cabreo, sino porque son demasiado cobardes com para actuar en consecuencia.
III
Nuestro sistema educativo, con algunas notables excepciones, hace aguas, pero mientras Roma arde, el pedagogismo toca la lira. Y los políticos, dado que ninguno quiere ser tratado de facha, siguen fomentado la lira como recurso pedagógico para un sistema en el que no creen.
I
Ando inmerso en el minucioso comentario de Heidegger del Sofista de Platón. Casi me he trasladado a vivir a sus páginas. En alguna de ellas me pasa lo que dicen que le pasó a Sócrates cuando leyó el Sobre la naturaleza de Heráclito: que entendió poco, pero lo que entendió le pareció sublimne.
II
Paso por aquí para recordar este soneto del inmortal Quevedo, titulado «Contra los que quieren gobernar el mundo y viven sin gobierno»:
En el mundo naciste, no a enmendarle,
sino a vivirle, Clito, y padecerle;
puedes, siendo prudente, conocerle;
podrás, si fueres bueno, despreciarle.
Tú debes, como huésped, habitarle
y para el otro mundo disponerle;
enemigo de l'alma, has de temerle,
y, patria, de tu cuerpo, tolerarle.
Vives mal presumidas y ambiciosas
horas, inútil número del suelo,
atento a sus quimeras engañosas;
pues, ocupado en un mordaz desvelo,
a ti no quieres enmendarte, y osas
enmendar en el mundo tierra y cielo.
I
A veces pienso que los que trasteamos con la filosofía tenemos algún trastorno profundo. Lo nuestro no es normal. Lo digo porque escribiendo un texto para un proyecto aún remoto abrí el comentario de Heidegger al Sofista de Platón, que leí, no sin esfuerzo hace ahora 20 años. Es un libro de 660 páginas que no se lo recomendaría, por su meticulosa aridez, a nadie querido. Y, sin embargo, no lo he podido dejar en todo el fin de semana. He comprobado, una vez más, que lo que ahora subrayo coincide pocas veces con lo que subrayé hace 20 años. De hecho, siendo el mismo libro, su significado para mí es ahora bastante distinto. Leer es situar un texto en su contexto. Si cambias el contexto, cambias el texto.
II
Me dicen que debo pasarme a la IA porque, por ejemplo, facilita mucho el trabajo a la hora de hacer presentaciones. Lo probé y quedé decepcionado. Ciertamente hace presentaciones muy bonitas (aunque a veces con un tufillo cursi) sobre el tema que quieras. Le pides, por ejemplo, una presentación sobre la lectoescritura y en pocos segundos la tienes hecha. El problema es que es su presentación, no la mía. Lo que yo pienso hoy de la lectoescritura lo he ido construyendo a base de lecturas, conferencias, charlas, replanteamientos, observaciones, correcciones, etc. De modo que en cada dispositiva que presento hay una historia personal de conquista de alguna idea, de algún ejemplo, de algún gráfico o imagen. La IA no me da nada de esto. En las presentaciones de la IA me encuentro con ideas generales bien presentadas en las que yo no me encuentro por ningún sitio.
III
Cada vez estoy más contento de todo lo que me callo en las redes sociales.
I
Viaje relámpago a Palma de Mallorca, donde siempre me acogen con cariño. Me gusta, si tengo algo de tiempo libre perderme un rato por sus calles. Ayer tuve que conquistar ese tiempo levantándome temprano. El tiempo no era muy apacible -9º-, pero esta ciudad se reviste a sí misma con el clima de cada momento y en cada estación te muestra perfiles nuevos.
II
A resaltar el disgusto que se llevan los pasajeros de algunas compañías de aviación cuando descubren que tienen que pagar un dineral por el sobrepeso de sus maletas. Hay quienes reaccionan con humildad, como si los hubiesen pillado en un acto vergonzoso, y quienes se envalentonan y piden, con todo el derecho del mundo, una hoja de reclamaciones. Añadamos el descanso de los que miramos los toros desde la barrera... porque ya sabemos de qué va eso.
III
Tardo más en ir de mi casa al aeropuerto de Barcelona que del aeropuerto de Barcelona al de Palma. Lo más engorroso del vuelo: dónde encajar mis piernas.
IV
Ayer hablé de Patocka y de Ben Carson. Desayuné dos veces. Me hice 13.000 pasos. Y encontré cerrada una librería de viejo en la que suelo perderme.
I
Uno de los libros de la editorial Rosamerón está en el número 1 de ventas. Se trata de Por mis riñones, que hoy como bien. Para una editorial artesanal y mínima como la nuestra, esta es una alegría que no nos atrevíamos a soñar. Pero aquí está y sabe muy, muy rica.
II
En política, como estamos viendo en España desde hace algunos años, quien miente con desfachatez es inocente y tiene mucho que ganar. El culpable es el que miente con timidez.
III
El filósofo y jurista británico Stephen Fitzjames escribió en Liberty, Equality, Fraternity (1873) «Nos encontramos en un paso de montaña en medio de remolinos de nieve y de una niebla cegadora, a través de la cual vislumbramos de vez en cuando senderos que pueden ser engañosos. Si nos quedamos quietos, moriremos congelados. Si tomamos el camino equivocado, caeremos por un precipicio y acabaremos hechos pedazos. No sabemos con certeza si existe un camino correcto. ¿Qué debemos hacer? “Se fuerte y valiente”. Actúa buscando lo mejor, aspira a lo mejor y acepta lo que venga. Sobre todo, no caigamos en sueños quiméricos no digamos mentiras. Debemos seguir nuestro camino, adonde sea que nos lleve, con los ojos abiertos y la cabeza erguida. Si la muerte acaba con todo, no podemos encararla mejor. Si no es así, hagamos lo que haya que hacer con honestidad, sin amaneramientos en la boca ni máscaras en el rostro».
I
Ayer fue otro día largo. Por la mañana llevé a mi nieto Gabriel al cole y aproveché para dar un paseo por el pueblo mientras el sol se decidía a sacudirse la pereza. Normalmente vamos cantando pero ayer tocaba hablar del Valencia-Barça.
II
Comí en el Parlament de Catalunya con un grupo numeroso de exdiputados interesados por la educación. Creo que mereció la pena. Me regalaron un bolígrafo.
III
Al anochecer me apetecía dar un paseo. No tenía la cabeza ni para leer, ni para escribir, ni para dormir. Me paró una anciana en la calle Sant Pere para indicarme la franja de cielo que era visible entre dos edificios.
- En dos minutos pasará otro, ya verá.
Me pidió que esperara y esperé.
La mujer se alegró visiblemente al señalarme un helicóptero que pasaba de izquierda a derecha.
- ¿Lo ve? No tardará a volver por aquí. Los tengo a todos controlados.
Desde que mi mujer y yo decidimos pararnos a escuchar, el mundo es un poco más surrealista.
IV
Xabier Irujo cuenta en La mecánica del exterminio (Crítica, 2025) el impresionante caso de un niño de ocho años que en una ejecución en masa de los Einsatzgruppen, se giró hacia el verdugo que iba a dispararle y le preguntó con lo ojos muy abiertos: «¿Estoy bien aquí?»
I
Me cae bien Diego S. Garrocho. Muy bien. Pero a veces me parece que peca un pelín de ingenuo. Hoy, por ejemplo, escribe lo siguiente: «El doble rasero acabará con nosotros. Bien está denunciar los excesos de Trump y otros populistas, pero es un escándalo que haya tanta gente mirando para otro lado cuando en España, por ejemplo, un ministro puede señalar públicamente a un periodista».
II
A mí el doble rasero me parece la esencia de lo político, que sigue siendo, como reconocía Trasímaco, el arte de beneficiar a los nuestros y perjudicar a los que nos negamos a considerar nuestros. Ya lo dijo Schmitt: el amigo y el enemigo.
III
Ocurre que cuando analizamos friamente lo político a veces nos encontramos con el cinismo. Pero en el cinismo también hay grados. No se trata de la misma manera al enemigo en una democracia que en una dictadura. Y esta no es una diferencia menor.
IV
Leo Strauss dice por algún sitio algo que cuesta digerir, pero que conviene pensar. Que la esencia de lo político se muestra en la guerra, donde unos hombres matan a otros hombres a pleno sol y, si matan muchos, son condecorados por ello.
V
Hay sin embargo, de vez en cuando, políticos de vuelos más altos. Aristóteles considera que tienen un alma grande, una "megalopsykhía", una magnanimidad. Son los que tienen conciencia de la diferencia de grado y saben que de décima en décima se puede llegar a poner en riesgo la vida de amigos y enemigos. Saben que la guerra es siempre una posibilidad y por eso la temen. No le piden a lo político más de lo que puede dar de sí, pero tampoco menos.
VI
Dos políticos magnánimos fueron Dato y Canalejas. Se reunían semanalmente a comer para hace repaso a la política del país con la intención de cuidar su temperatura. Pero a los dos los asesinaron los que los consideraban enemigos.
I
Mañana de domingo, de Rodríguez y plotineando en la Plaza de Ocata.
II
Acabo de traducir de la enneada que Plotino dedica a la belleza estos dos párrafos:
Un alma impura va trastabillando mientras atiende la llamada de los objetos de los sentidos, profundamente infectada con enfermedad del cuerpo, anda siempre ocupada en la materia y materializándose ella misma. En su comercio con lo vergonzoso ha cambiado su naturaleza por otra ajena.
Si un hombre se ha hundido en la inmundicia o se ha revolcado en el barro, oculta su belleza nativa y todo lo que vemos de él es la materia sucia que lo mancha. Su fealdad se debe a la materia extraña que ha injertado en él, y si ha de recuperar su belleza natural debe afanarse en limpiarse y purificarse y convertirse en lo que era.
I
De vez en cuando me gusta volver al griego clásico y andar trasteando como si fuera filólogo, que no lo soy. A lo más que llego es a helenista aficionado. Precisamente porque sé lo que puedo dar de mí, cuando traduzco un texto suelo tener encima de la mesa dos ediciones serias, Les Belles Lettres y la Loeb. Eso no me garantiza que mi traducción sea impecable, pero me evita decir barbaridades.
II
Ocurre que a veces hay lagunas en los textos griegos de referencia y hay que completarlas con el buen sentido de cada editor. Y es aquí donde aparecen los problemas. Porque no es lo mismo decir que Plotino condena el amor homosexual que decir que incluso el amor homosexual es noble según Plotino. Y ante este dilema estoy ahora mismo.
III
En el libro VI de la República (509d) compara Platón las diferencias entre lo sensible y lo inteligible con una línea dividida en segmentos. La traducción más conocida de este pasaje dice: “si se toma una línea dividida en dos secciones desiguales…” (grammên díkha tetmêménên labôn ánisa thêmata).... Pero las palabras “tetmêménên labôn ánisa” llevan trampa. “Ánisa” es el acusativo plural neutro de “ánisos” (desigual) y depende (en mi opinión, no en la de Tomás Calvo) de “tetmêménên” (el verbo “témnô” significa cortar o dividir y es usado popr Platón para describir la dialéctica). El mejor manuscrito (A= Parisinus 1807) lleva “ánisa”, mientras que un excelente manuscrito (F= Vindobonensis 55) lleva “an ísa” (de “isos”: igual). Si se acepta "anisa", las secciones de la línea son desiguales; si se admite "an isa" son iguales. La interpretación de la ontología y de la epistemología platónica puede depender del manuscrito que elijamos, pero, a su vez, la elección depende de nuestra previa interpretación del platonismo. Lo más singular del caso es que el problema es filológicamente irresoluble, porque en el texto griego lo que se encuentra es “LABONANISA”, ya que los griegos escribían con mayúsculas y sin separar las palabras. Por lo tanto, tan legítimo es separar esta expresión en tres partes “LABON AN ISA” como en dos "LABON ANISA”.
I
Todo partido político se rodea de un perímetro ideológico defensivo, como ocurre en las películas del oeste con las caravanas, que se ponen en círculo para defender mejor a los colonos del ataque de los indios.
II
Todo partido político tiende a confundir los ataques a su perímetro ideológicos con ataques a la realidad. Siente sus malestares como malestares del mundo y cree que defender su perímetro defensivo es defender el mundo.
III
Todo partido político confunde su imagen del mundo con el mundo y está convencido de que cuando se hunde su imagen del mundo, se está hundiendo el mundo.
IV
En los últimos años, la caravana defensiva de la izquierda ha sido la convicción de que todo lo que le molestaba era una construcción social y que, por lo tanto, todo podría ser de otra manera, que lo posible no debería estar limitado por lo real. Pero si todo es una construcción social, la necesidad de vivir humanamente en construcciones sociales quizás sea una necesidad natural para el hombre.
V
La izquierda sostiene que el lenguaje es una construcción social y que la realidad social viene determinada y precedida por construcciones lingüística. La izquierda posmoderna cree que no hay un mundo real más allá del lenguaje. Por lo tanto, deduce que si cambiamos el lenguaje, cambiamos la realidad de nuestras vidas.
VI
Pero la realidad resiste. Pienso en el sexo. Platón llamaba a Eros "cazador temible". No se puede domesticar a un cazador y ofrecerle un vale en el supermercado para que compre carne y renuncie a salir de caza a la intemperie.
I
Conversación larguísima, por teléfono, con un viejo filósofo al que la edad va descascarillando. Sin embargo no se lamenta de sus innumerables achaques. Ha aceptado que la vejez es una forma de esclavismo. Comienza despacio, como si arrastrara las ideas, pero pronto se lanza al galope y me va soltando reflexiones memorables sobre el presente.
II
«Mira, Luri, los principales problemas del presente son estos. Primero, que hoy disponemos de varias generaciones de ciudadanos que no han necesitado lamerle el culo a nadie. Y eso es progreso. Lo que ocurre es que muchas veces no sabemos qué hacer con la lengua libre. Hay que conocer los posibles usos alternativos de la lengua. Segundo, que la democracia está hecha para poblaciones pequeñas. Todo lo que sobrepase los cuatro o cinco millones, malo. Tercero, que la transmisión del conocimiento solo se puede realizar a pequeña escala. Es necesario un maestro y un par de aprendices, tres como máximo. Todo lo que sea sobrepasar estas dimensiones, malo.»
III
Veo que tiene muchas ganas de hablar y le dejo explayarse. Estoy disfrutando oyéndolo y mordiéndome mis objeciones. Pero llega un momento en que necesito, con mala conciencia, eso sí, decirle que basta, que me llaman otras urgencias.
IV
El sábado pasado mi mujer y yo nos hicimos el propósito de escuchar más a la gente que necesita ser escuchada, pero no tiene auditorio. Algunos son bastante palizas, ciertamente, pero tampoco se nos va a hundir la vida por pararnos junto a ellos y escuchar lo que con tanta pasión nos cuentan.
V
Un día, cuando tenga tiempo y ganas, les contaré cómo y por qué conocí en Perú al Sodalicio de la vida cristiana, orden religiosa que el Papa Francisco ha disuelto con razones sobradas.
I
Trump me parece un tipo grosero. Pero las democracias se rinden de vez en cuando a los groseros si los votantes los visibilizan como uno de ellos y, honestamente, de esto sabemos los europeos más que los norteamericanos.
II
Parece que los europeos no estanos dispuestos a permitirles a los norteamericanos que voten siguiendo sus intereses de acuerdo con su visión de los mismos, sin consultarnos a nosotros, que parece, oyendo a ciertos comentaristas, que sabemos lo que necesitan los norteamericanos mucho mejor que ellos.
III
Ser demócrata significa aceptar que nadie en política tiene un acceso privilegiado a la verdad. Por eso, porque la verdad se nos escapa, recurrimos a lo segundo mejor, al consenso. Pero el consenso de los buenos, honestos e inteligentes, si fuera posible, difícilmente ganaría elecciones. Necesitamos ampliarlo a los que no son ni tan buenos, ni tan honestos, ni tan inteligentes. Una vez que depositamos nuestra fe en el consenso, hemos de aceptar la sofística (el populismo, decimos hoy) como un componente político inevitable.
IV
De estos días lo que más me ha revolverme en el sofá ha sido la publicidad de las declaraciones en el caso Errejón. Hay cosas íntimas que llevadas a la luz se pervierten, mudan su significado, dan pábulo a la hipocresía. El confesionario es más humano que un tribunal.
I
Resulta que la IA ha aprendido a insultarnos y lo hace sin problemas de conciencia.
II
Aconsejado por un sobrino remoto de Menéndez Pelayo (no es broma), le he pedido a la IA de Twitter, Grok, que haga una descripción irónica de Gregorio Luri y aquí están algunas de sus observaciones: «Su visión de la escuela es tan romántica que casi se puede ver a Don Quijote cabalgando por los pasillos, luchando contra los molinos de viento del progresismo educativo [...]. Ha demostrado que se puede ser "polipragmata" (léase: alguien que mete las narices en todo sin acabar de dominar nada) y aún así ser considerado una eminencia».
III
¿Qué pasa si en lugar de pedirle una descripción irónica le pido una sarcástica? Pues que sabe elevar el tiro: «Sus libros son tan fáciles de leer que necesitarás un diccionario, un tratado de filosofía y tal vez un curso acelerado de pedagogía para entender cada párrafo. Y claro, su crítica al sistema educativo es tan innovadora que prácticamente es el único que la entiende. Ah, y no olvidemos su capacidad para convertir cualquier discusión trivial en una disertación de tres horas sobre el humanismo, la ética o el arte de perderse en la Wikipedia.
IV
En fin, que si las máquinas han aprendido a evaluarnos, habrá que incluir su evaluación en nuestro CV. Podría estar tres horas hablándoles de la IA como ironía, pero no les quiero aburrir.
I
Participando en ciertos debates educativos no puedo reprimir la sensación de que a los seres humanos y, muy especialmente, a los seres humanos pedagogos, no nos gusta pensar. Nos gusta discutir, eso sí, pero pensar, no. Por eso hacemos todo lo posible por ahorrarnos el esfuerzo de pensar.
II
Una de las maneras más exitosas de conseguir no pensar es creer, a priori, que tu no pensamiento es pensamiento crítico y que tu pensamiento crítico es superior a cualquier pensamiento del adversario, porque no es crítico.
III
Al adversario hay que tratarlo siempre con una ligera displicencia y una sonrisilla de superioridad, buscando la complicidad de algún tercero.
III
Básicamente el no pensar consiste en crear en torno tuyo una serie de conceptos que huelan colectivamente mal, que no estén a tono con los prejuicios de los tiempos, y que podamos adjudicárselos al adversario para contaminarlo: ultraderechista, fascista, neoliberal, negacionista, binarista, etc. Estos conceptos no se definen, para no pensar en ellos, pero sirven de limite o de frontera en cuyo interior está lo bueno y en cuyo exterior está lo malo.
IV
Pero pensar es desconfiar de los fundamentos de tu pensar.
V
A los que trasteamos con la filosofía nos suele gustar alardear de la etimología de este término, filo-sofía, amor a la sabiduría, decimos. En español tenemos un curioso sinónimo de amar, que es «querer». Me parece que expresa mejor el sentido original de la filo-sofía: querencia a la sofía. Como en los toros, en la vida, hay querencias al cuarto de estar o a la intemperie.
I
Hay invitaciones que lo primero que haces al recibirlas es mirar la agenda con la esperanza de encontrar las fechas ya comprometidas. Y hay, al revés, invitaciones irresistibles. Para responderlas afirmativamente pondrías boca abajo tu agenda para perder cualquier otro compromiso. Entre estas últimas están las que me llegan de El Escorial.
II
Cuando ser calma el viento y las nubes se disipan, quedan unas mañanas luminosas que ya apuntan a la primavera. Aquí, donde vivo, no tardarán enflorecer los almendros. La flor del almendro, siendo tan frágil, es una flor pionera, que salta sobre los fríos previsibles, para anunciar que el invierno también pasa.
III
Un descubrimiento (no sé que pensará B., cómo lo valorará): Jean d'Ormesson. He devorado esta madrugada Comme un chant d'espérance. Él mismo les explica por qué: «J'ai aimé Dieu, qui n'est rien aux yeux des hommes qui ne sont rien. Je n'ai detesté ni les hommes ni les femmes. Et j'ai aimé la vie qui est beaucoup moins que rien, mais qui est tout pour nous. Je chanterai maintenant la beauté de ce monde qui est notre tout fragile, passager, fluctuant et qui est notre seul trésor pour nous autres, pauvres hommes, aveuglés par l'orgueil, condamnés à l'éphémère, emportés dans le temps et dans ce présent éternel qui finira bien, un jour ou l'autre, par s'écrouler à jamais dans le néant de Dieu et dans sa gloire cachée.»
I
De repente se va el sol y nos acordamos de que estamos en invierno y vuelan todos de sus mesas al interior del Petit Cafè. Fuera quedamos las hojas secas de los plátanos que no saben a dónde van (ni tan siquiera lo sabe el viento que las arremolina) y yo.
II
Leyendo a Paul Tillich al aire libre, rebozado en ropas, intento resistir un poco más a la intemperie. Tillich es uno de esos autores continentales de los que los filósofos analíticos no salvarían ni una hoja para envolverse sus sandwiches de pepinillo. A ellos la nada no les dice nada. Y, sin embargo, si uno se entretiene repasando sus vidas -sus existencias- los ve a todos rondados permanentemente por una angustia a la que no pueden dar nombre porque para ellos el significado de una proposición es, simple y llanamente, el método de su verificación.
III
Utilizo con frecuencia el concepto de «dignidad» porque me parece que la dignidad del maestro se manifiesta, ante todo, en su capacidad para respetar la dignidad del alumno. Distingo en este sentido -con Leopoldo Eulogio Palacios- entre dignidad ontológica (la que tiene cada hombre por ser hombre: la que se corresponde con la estructura ontológica del ser humano) y dignidad moral (la que ponen de manifiesto las obras). Pues bien, acabo de aprender con Tillich que lo mismo, exactamente, podemos decir del valor. Y me pregunto si no es lo mismo hablar de dignidad ontológica y del valor ontológico y de dignidad moral y valor moral.
IV
Termino de escribir lo anterior y oigo el timbre de la puerta de casa. Me traen un paquete con una hermosa sorpresa:
Para inscripciones:
http://bit.ly/3CfEHGN
I
Me preguntaba recientemente un periodista en una radio qué libros aconsejaba a los oyentes. Le contesté con una evasiva, porque no me gusta aconsejar libros. No me importa e incluso me gusta mostrar lo que estoy leyendo, pero no con el ánimo de aconsejar lecturas a nadie (muy de vez en cuando hago alguna excepción con personas de confianza) sino de mostrar mi trayectoria lectora. Esto es lo importante, hacerse con una trayectoria lectora que sea propia y que por eso mismo te permita echar la vista atrás y ver el recorrido que vas haciendo.
II
Mi experiencia me dice que todo libro interesante te lleva a otro libro que pocas veces decepciona. Conviene seguir las sugerencias porque así descubres ideas, más allá de las modas, que amplían tus horizontes o que los ponen en cuestión.
III
La cartera me acaba de traer este libro:
I
Me rompí ayer, no sé cómo ni dónde, la uña del dedo meñique de la mano derecha y desde entonces mi dedo meñique, habitualmente discreto, no deja de insistir en su impertinente presencia. Se ha convertido en mi embajador en el mundo de las cosas.
II
De nuevo mareos y vómitos. Cama, oscuridad y silencio. Y a verlas pasar. A veces intento abrir un libro, pero el mareo me impide mantenerme pendiente de las líneas y tengo que dejarlo. Esta mañana he salido a la plaza de Ocata. Estoy mejor, pero mi estómago se ha empeñado en competir con mi dedo meñique por el protagonismo de mi existencia.
I
Leído a primer ahora de la mañana (¿cómo hubiese reaccionado aquel dormilón que fui si alguien le hubiese dicho que las horas en las que más disfrutaría leyendo serían las monacales de la amanecida?): «Si realmente no pensamos, es porque pensar no significa nada para nosotros…» (Peter Sloterdijk).
II
Escuchado a mediodía a una mujer vecina de mi mesa en la terraza del Petit Café: «Los hombres atienden al 25% de lo que les decimos y al 0% de lo que no les decimos.»
I
Has intentado explicarte durante una hora y al terminar, se te acerca alguien con cara de entusiasmo para decirte que está totalmente de acuerdo con lo que dices. Pero al explicarse compruebas que no ha entendido nada de lo que has dicho. Entonces me atrapa una especie de pereza cósmica y decido no llevarle la contraria. Y le digo que sí, aunque sabiendo que es no.
II
Ley general del conferenciante: No importa ni lo que digas ni cómo lo digas, algunos de los que te escuchan con más atención siempre entenderán otra cosa.
III
La única manera de vivir decentemente es comprometer tu fidelidad con Dulcinea. No importa -bien lo sabía don Quijote- si Dulcinea existe o no. Lo que importa son las consecuencias reales de ese compromiso. A don Quijote le proporcionaron la impagable experiencia de una lucha con gigantes.
IV
Leo un librito de Laurent de Sutter titulado Elogio del peligro (Herder). Se lee fácil y, sobre todo, rápido. A medida que voy pasando páginas voy confirmando mi sospecha de que una parte -posiblemente la más combativa- de la filosofía actual no se respeta a sí misma. Aprovechando que Roma arde, se dedica a organizar barbacoas.
I
I
La vida es lo que te pasa de largo mientras tú te estás preguntando por el sentido de la vida.
II
Josep Pla: ¿Sentido de la vida? Aquí lo tienes, el sentido de la vida… ¡Ármate de tu zurrón y de tu escopeta de caña y sal a la caza de las melodías de este mundo, que cada vez vuelan más altas.
I
Hace un par de años escribí una obra de teatro sobre sor María Jesús de Ágreda. Consciente de mis límites como dramaturgo, la guardé en un cajón. Pero hace unas semanas, pensando en el viaje a Tel Aviv, propuse hacer allí una lectura de la obra.
II
Ayer me contestaron: «Hay varias traducciones al árabe de la obra de sor María Jesús en manuscritos pertenecientes a bibliotecas cristianas de Alepo. Es curioso observar de qué manera este tipo de obras llegaban a manos de los cristianos orientales, en pleno corazón del Imperio Otomano, por medio de traductores locales o de misioneros jesuitas o franciscanos".
Emocionado, se lo cuento inmediatamente a José Ángel González Sáinz, y acabamos emocionados los dos.
III
Estas casualidades -los azares amigos- son la sal de la vida.
I
Carmelo, de quien hacía muchos años que no sabía nada, me llama sorpresivamente por teléfono. Mi alegría es enorme. Le ha dado mi número mi hermana que, como era de esperar, me ha puesto por las nubes.
II
Hay muchos seres estrambóticos, raros, desmedidos, excéntricos... en el mundo, pero ninguno de ellos se puede comparar con una hermana. Siempre fueron raras, pero a medida que la edad se despliega en lo desconocido, parecen haber ido cargando sobre sus espaldas todos los cariños que nos ha ido arrebatando el tiempo (la muerte) y al final se convierten en monstruos amorosos.
III
Creo que la única cosa que mi hermana ve en mí como un defecto grave es que aún no haya conseguido ser, a la vez, el papa de Roma y el presidente de los Estados Unidos, pero me parece que en su interior permanece viva la esperanza de que tarde o temprano solucionaré esta lamentable dejadez y me pondré a la altura de sus expectativas.
IV
Como la edad, con las canas te va liberando de prejuicios, ahora puedo decirles que el hiperbólico amor de una hermana, tomado a pequeñas dosis, sabe muy rico.
V
Me llama J.J. desde Panamá. Es diplomático y me asegura que le gusta estar en primer línea en los conflictos candentes. Hablamos de Trump y de Venezuela. Yo, pobre ciudadano de a pie, desde que acepté que en el poder la inteligencia es siempre escasa y que no hay Maquiavelos al timón (no por falta de ganas, sino de astucia) miro lo que ocurre y me espero cualquier cosa. La tontuna de los poderosos ha arruinado mi capacidad de sorpresa. Me invita a ir una semana a Costa Rica. A ver si consigo ordenar mi calendario.
I
El año comienza con un magnífico regalo. Mi querido y muy admirado José Antonio González Sainz, un clásico de nuestro tiempo, me envía este mail: "Organizamos en el CIAM de Soria para los días 23-24 de julio un Congreso internacional en conmemoración del 150 aniversario de Machado. ¿Te apetecería tener una ponencia sobre las ideas pedagógicas de Mairena-Machado?"
II
No sé lo que pensarán ustedes, pero me da igual. Yo tengo la firmísima e irrefutable convicción de que lo peor del día de Reyes son los folletos con las instrucciones de funcionamiento de los aparatos que recibes de regalo. Un martirio que te anima a declararte republicano simbólico.
III
Ando intentando comprender bien lo que Rorty y Derrida tienen contra Platón y cuanto más lo intento, más me convenzo de que cuando de Rorty y de Derrida no se acuerde nadie (para lo cual no falta mucho), Platón seguirá allí. Ya les contaré.
IV
Estoy empeñado en escribir un panfleto, algo de unas 70 u 80 páginas, no más, intentando demostrar que la posmodernidad es un cuento chino, fruto de un idealismo exacerbado que lleva a los posmodernos a ignorar aquello en cuyo nombre supuestamente hablan, el mundo de la vida.
I
Solo recuerdo haber tenido una noche de Reyes en mi primera infancia. No volví a tener otra hasta los ocho años (un juego de construcciones). Y eso fue todo.
II
Que los Reyes te trajeran zapatos nuevos -marca El gorila, que venían con una pelota de goma- era una humillación.
III
Aprendí a escribir relativamente pronto, y con mala letra e innumerables faltas de ortografía mi primer escrito fue una carta clandestina a los Reyes en la que pedía lo que me parecía que era lo más maravilloso del mundo: una pluma estilográfica. Puse la carta en un sobre. Escribí "Para los Reyes Magos" y la eché al buzón de correos. No me hicieron caso.
IV
En Navidad me gustaba recorrer con otros niños los escaparates de las dos o tres tiendas del pueblo que mostraban juguetes. Competíamos entre nosotros por lo que nos habíamos "pedido", sabiendo que los Reyes no nos tomarían en serio.
V
En casa no había para más.
VI
No viví la pobreza como una desgracia, porque si en una Noche Buena cenas sopas de ajo, no tienes ni idea de qué estarán cenando los demás y, por lo mismo, no eres consciente de la diferencia.
VII
Iba todas las Navidades a la "novenica del Nino Jesús". Cada día me daban un número para una rifa de juguetes. Nunca me tocó ninguno.
VIII
Esto ha salido demasiado melancólico, pero no considero que fuese infeliz en mi infancia. Creo que tuve una infancia, cosa que dudo que tengan mis nietos. La escuela era liviana, no había deberes, y la asignatura que más me gustaba era la Historia Sagrada, que era también la que más le gustaba a mi maestro. Teníamos todo el campo, la ribera del Ebro y el monte para nosotros y bien que explorábamos todo con una imaginación aventurera. Mi regalo fue mi paisaje y el caballo de labranza, que me concedía la categoría de gran jefe de los Sioux nada más subirme a él.
IX
Mi primer regalo fue un libro con dibujos. Yo aún no sabía leer. Pero había un niño cabalgando una libélula, una casa de ratones en un árbol llena de comodidades, etc. A mi me parecía todo tan elementalmente creíble que buscaba libélulas por los campos con la esperanza de encontrar a algún niño cabalgándolas y que de alguna manera consiguiera que yo pudiera acompañarlo.
I
Llega un momento en que, por mucho que te guste la Navidad, pesa. Se añoran entonces las comidas frugales y las rutinas habituales. Por eso me pregunto si la finalidad de la Navidad no será poner en valor la prosa de los días laborables.
II
Tarde de compras en una gran superficie. Agotadora. Los hombres, al menos los de mi edad, no estamos programados para eso. Lo comprobamos cuando se cruzan nuestras miradas y sin decirnos nada notamos la inconfundible empatía.
III
Sueño extraño. Estaba en Pamplona y era más joven. Tan joven que eran los tiempos en los que quedábamos para estudiar en el bar Niza. Estudiábamos poco, pero, ciertamente, quedábamos para estudiar. Era consciente de que se me estaba haciendo tarde y de que me quedaría sin autobús para ir a algún sitio, no sé el cual, al que era imprescindible ir. Pero algo me retenía en la mesa del Niza, no sé si la compañía o mis apuntes. Entonces me veo a mí mismo pasar al otro lado de las ventanas del bar. Intento decirme que me dé prisa, pero no hay manera de decirme algo a mí mismo. No me puedo oír.
IV
Cada año hay algún psicólogo progre que arremete contra los Reyes Magos porque dice que con ellos engañamos a los niños. ¿No debiera, entonces, arremeter contra la inmensa mayoría de la literatura infantil?
I
Aquí estamos, entrados ya en un año nuevo, el 2025.
II
Esto de medir el tiempo es una manera de disfrazar la ferocidad del tiempo, su hambre insaciable, que todo lo devora, especialmente a sus hijos.
III
Cada año más es un año menos.
IV
Volviendo muy atrás, a mi infancia: recuerdo la primera vez que calculé los años que tendría cuando llegase el año 2000. Estaba en la cama. Era una mañana muy fría, quizás de enero. Me parecieron muchísimos, pero el 2.000 estaba tan lejos que no había que preocuparse por ello.
V
Ahora me pregunto dónde se han metido los años intermedios, los que transcurrieron entre aquel niño que imaginaba el tiempo y este que lo recuerda. ¿Qué pasó en 1986? ¿Y en el 2007? ¿Existió el 2013? ¿No se nos olvidó de contabilizar el 1994?
VI
Lasa horas pueden ser largas, pero los años, vuelan.
VII
Dicen que Satán está condenado a intentar retener el tiempo, encerrarlo en una jaula. Pero el tiempo pasa y sólo él y Dios permanecen. Satán no puede escuchar el sonido de una flauta sin ponerse a llorar. ¿Y Dios, para el que el tiempo es un eterno presente, podrá escuchar a Mozart?
VIII
Cedo el paso a nuestro mejor pensador del tiempo, Quevedo:
Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!, Yace, donde reinaba el Palatino; Solo el Tíber quedó, cuya corriente, ¡Oh Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura |
I
Agradecer que tengo una zona de confort. Tengo, repito, una zona de confort. No me puedo imaginar cómo sería mi vida sin ella.
II
Cuidar de mi zona de confort como de un jardín de invernadero. A ser posible, mantenerla siempre en floración, para hacerla aún más habitable. Sé que la seguridad de disponer del refugio de mi zona de confort me permitirá salir de vez en cuando a la intemperie.
III
Mantener viva mi relación con mis amigos de la República Dominicana, de Costa Rica, de Uruguay, de Argentina, del Perú, de Chile, de Ecuador, de México y, por supuesto, con B. Porque todos ellos son como estancias de mi zona de confort que tengo repartidas por el mundo.
IV
Agradecer cada día el maravilloso hecho de que disponga de muchas más ideas que tiempo de llevarlas a cabo.
V
Aceptar que seguirán las despedidas, las previsibles y las inesperadas, aceptarlo si hace falta entre lágrimas, pero sin aspavientos, entendiendo que gracias a la muerte hay vida.
VI
Celebrar que hay quien me quiere conociendo todos y cada uno de mis defectos, que no son pocos (y a pesar de ellos).
VII
Saltar de gozo por ver crecer a mis nietos y madurar a mis hijos.
VIII
Bajar el ritmo de trabajo.
IX
Aceptar que no cumpliré con VIII.
X
No perder nunca la fe en el azar amigo.
I
Sigo alimentándome de croquetas... y muy buen vino. Cambio de vino cada día para no hacer monótono el menú. Mi hijo me ha proporcionado un surtido variado y muy rico de botellas, que mantengo en un rincón de mi pequeño jardín, al aire libre, cogiéndole el pulso al tiempo.
II
Voy dándole vueltas al menú de nochevieja. Creo que me decidiré por el pescado. Bacalao con salsa de gambas. Tengo también un excelente surtido de vinos blancos.
IIIHe comenzado El hombre sin atributos. He decidido leerlo muy lentamente, con la intención de saborearlo como si fuera un buen vino.IV
¿Se nota, verdad, que estoy de Rodríguez?
V
Estoy trabajando bastante, ya que el tiempo está a mi entera disposición. Ando merodeando una tentación: un libro titulado «Hermana muerte, que me das la vida». Va totalmente en serio.
I
Entrevista muy agradable en No es un día cualquiera, el programa que tan magistralmente dirige Pepa Fernández en Radio 4. Pepa me recibe siempre con los brazos abiertos. Durante un tiempo tuve una sección semanal en su programa. Pero tuve que elegir entre lo bueno y lo mejor.
II
No doy para todo y cada vez veo más importante mantener firme el ritmo de lectura. Leyendo El futuro de la teoría me he encontrado con que la mayoría de los filósofos de la actualidad que cita Jason Ananda JosephsonStorm me resultan completamente desconocidos. El problema es que los que conozco me interesan tan poco... Pienso en el neorrealismo de Rossi Braidotti.
III
Como la mañana estaba preciosa he decidido acercarme hasta Los Encantes, que me he encontrado con un hervidero caótico y vociferante de gente entusiasmada. No se podía dar un paso y en los dos puestos de libros de segunda mano que he podido visitar no he hallado nada interesante.
IV
De vuelta a casa me he pasado un buen y muy entretenido rato haciendo croquetas. Tengo el congelador a rebosar de croquetas. Me temo que pasaré varios días de menú único. Mi mujer está en Pamplona, pero se mantiene puntualmente alarmada sobre Israel y me lo hace saber. Las croquetas, por cierto, me salen deliciosas.
V
Tengo muchos libros pendientes de lectura, pero he decidido posponer todo y releer El hombre sin atributos. Lo voy a considerar un ensayo profético de filosofía.
I
Leí hace tiempo, y lo acabé no sin esfuerzo, El hombre sin atributos de Musil. Mientras lo leía tenía permanentemente la sensación de que estaba viajando por un paisaje tan denso que me sobrepasaba hasta el punto de que con frecuencia tenía que ir tan pendiente de mi propia atención que solo veía mis propios pies.
II
De vez en cuando vuelvo a este libro infinito abriéndolo al azar, y nunca me decepciona. Hoy, hace un rato, he tropezado con esta reflexión de Ulrich: «Tenía miedo de que si miraba con atención, descubriría que realmente no había respuestas ahí afuera». La atención es necesaria, ¿quién lo duda?, para no perderse, pero demasiada atención a los detalles nos impide ir avanzando y entonces la misma atención se convierte en «una máquina de devaluación implacable de la vida»
III
En una ocasión, hace ya unos años, me pidieron en el Departament de Cultura de la Generalitat que propusiera ideas para un magno acontecimiento que se celebraría en Cataluña y yo, intentando hacer una broma que me parecía fácil de captar entre personas supuestamente ilustradas, propuse La acción paralela. Pero como, por lo visto, nadie en el Departament de Cultura se había leído El hombre sin atributos (toda la novela gira en torno a una comisión con este nombre que nadie sabe de qué trata, aunque no para de crear subcomisiones) se tomaron la ironía con total seriedad, tan total, que no me atreví a revelar la verdad para evitar que alguien se sintiera desautorizado. Lo que no llegué a prever es que se haría publicidad de La acción paralela en los medios. Pero nadie dijo nada.
I
Recibo una invitación para visitar Tel Aviv. Mi mujer me dice que ni hablar. Pero yo digo que sí. Si he conducido en Nápoles, ¿cómo no me voy a atrever a viajar a la capital de Israel? Por otra parte, si ya he estado en Atenas parece elemental acercarse a Jerusalén.
II
Ayer me entrevistó por zoom el periodista chileno-holandés José Zepeda, que trabaja para Radio Media Naranja de Holanda. Uno sabe que está delante de un periodista que merece su nombre porque todo fluye con facilidad, todo lo hace fácil. Me envió las preguntas que me iba a hacer con antelación, pero se las devolví sin mirar. No me gusta prepararme las respuestas porque cuando vas a una entrevista sabiendo tanto lo que te van a preguntar como lo que vas a responder, pierdes espontaneidad y, por lo tanto, verosimilitud.
III
La cabeza me hierve de ideas y proyectos. Pero no tengo manera de adaptar el tiempo a mis deseos, así que debo recortar mis deseos, porque el tiempo no se deja manipular. Quiero escribir sobre el tiempo y la muerte.
I
No nos podemos bañar dos veces en el mismo río, decía Heráclito.
II
Todo cambia y nosotros con ello. Pero el ritmo del cambio se manifiesta con una intensidad bronca en la adolescencia. Los adolescentes, como las culebras, cambian de piel, pero lo más característico de ellos es la prisa que tienen por librarse de cualquier adherencia de la niñez. Crecen contra la infancia. Ser adolescente es rebelarse contra el propio pasado. Lo cual, para un espectador melancólico, como es mi caso, es completamente fascinante. Yo también debí de ser así, como mis nietos, pero en algún momento de la vida necesitamos adentrarnos en la vida adulta, cosa que solemos hacer sublevándonos contra la adolescencia.
III
Todo cambia y ese es el fundamento de las ilusiones humanas de estabilidad. Nos aferramos a lo que podemos para proporcionarnos instancias de aparente solidez. Precisamente porque hay muerte (es decir, porque hay tiempo), hay vida. Y la vida es una continua revuelta contra el tiempo, cosa que aprendemos más tarde, cuando ya no tenemos ningún deseo de librarnos del pasado.
He cocinado rabo de toro a la cordobesa. Creo que no les diré a mis nietos qué carne es... al menos hasta saber si les gusta. Cuatro gozosas horas en la cocina y la casa inundada de aromas de chup-chup. Esta, la del aroma de la cocina casera, es mi aportación a la decoración navideña de mi casa.
III
Me han tocado 24€ en la primitiva y me he puesto tan contento que los he invertido... en nuevas apuestas.
I
Se mire como se mire: el 22 de diciembre debiera ser la fiesta nacional de España. Nada nos une más que la lotería de navidad.
II
Esa alegría porque el azar caprichoso se ha fijado en ti, es decir, porque tu esfuerzo de comprarte un décimo ha sido recompensado con creces, también me parece muy española.
III
Es el día grande de la cultura del golpe de suerte, del hemos caído en gracia, del pelotazo de la Fortuna, que nos ahorra los esfuerzos del trayecto para depositarnos victoriosos eufóricos en la meta.
IV
Y los medios, a la caza de las mismas imágenes de cada año.
V
El 22 de diciembre es, al menos, la fiesta de estamos encantados de ser como somos.
I
Como entramos en la Navidad, decidí ayer llenar la casa de olores caseros y cociné una gran cazuela de pies de cerdo que, se lo aseguro, me han salido para chuparse los dedos.
II
Decidí también que para la cena de la Noche Buena tenía que continuar alimentando estos aromas y hoy he comprado un rabo de toro y un pollo de corral de casi cuatro quilos.
III
Sí, la Navidad es la festividad de los excesos, pero es que todo nos parece poca cosa para los nuestros. Sobrará mucha comida y estaremos alimentándonos de las sobras durante días, pero es inevitable que todo sea así.
IV
En Navidad gastamos mucho, pero no para nosotros.
V
Mientras cocinaba los pies de cerdo me preguntaba si acaso no cocino en exceso porque, de alguna forma, pienso en ponerles un plato a los que ya no están, a todos los seres queridos que se han vuelto inasibles. Inevitablemente la Navidad está teñida de melancolía. En la fiesta de los afectos las ausencias ocupan una parte muy relevante de nuestro espacio vital.
I
Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac, pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has leído algo importante, a la lectura le sigue algo así como una rememoración relectora, en silencio, que tiene más que ver con el sabor rumiante que con el saber clasificado. He subrayado abundantes pasajes a los que un día de estos volveré. La novela, en definitiva, trata de la diferencia entre el logos matemático y el logos filantrópico y ha caído en mis manos justo cuando no paro de darle vueltas a la misma.
II
Se acaban las clases del primer trimestre y mis dos nietos nos comentan sus impresiones. Son diferentes porque uno está entrando en la pubertad y anda desperezándose de la niñez y el otro cabalga ya a lomos de la caprichosa adolescencia. ¡Pero qué fascinante es seguir la evolución de un adolescente... especialmente si eres su abuelo y no su padre! Me gusta ver con qué vehemencia el mayor quiere quedarse con la última palabra, con qué esfuerzo busca argumentos que puedan rebatir los nuestros, y cómo disfruta cuando lo consigue, cosa que, a decir verdad, sucede con frecuencia. Esa voracidad por descubrir un mundo apasionante, es formidable. A él la naturaleza lo empuja; a mí, me aguarda. Pero el encuentro de mi perspectiva con la suya es un espectáculo que me resulta deslumbrante.
I
Gisèle Pélicot. Lo que le ha ocurrido a esta dignísima mujer me parece tan imposible como cierto. Representa la certeza en la posibilidad de lo imposible.
II
Soy incapaz de pensar en su marido sin sentir al mismo tiempo una repugnancia visceral y un asombro moral. Es, sin duda alguna, un monstruo. Pero es un monstruo que solo pueden surgir entre los humanos. Ese es el mayor espanto.
III
¿Quién conoce el límite de los monstruos que podemos incubar los hombres?
IV
Si una cosa y su contraria son ciertas, decía Bertrand Russell, entonces cualquier cosa es posible.
V
Cualquier cosa es posible.
VI
Podemos mantener recluida a la bestia, pero no podemos impedir el nacimiento de otras bestias.
VII
Somos optimistas porque ignoramos la posibilidad de lo imposible... lo que puede estar creciendo al amparo de nuestra sombra.
VIII
Pero hoy es el día de afirmar la dignidad de Gisèle. Nunca podremos compartir su dolor. El dolor propio no puede dividirse y repartirse en fracciones para aligerar su peso sobre nuestra vida. Pero desde la distancia, nuestro cariño hacia ella es real.
I
Cuando Moisés le pregunta a Dios cuál es su nombre (Éxodo 3:14-15), recibe esta respuesta: «Yo seré el que seré». Literalmente: «Ehyeh Asher Ehyeh».
Lhiyot, לִהיוֹת significa «ser» o «estar» en hebreo; «Ehyeh» es la forma imperfecta singular de la primera persona en tiempo futuro.
II
La filosofía moderna cuando habla del "yo" tiende a pensar en la memoria que uno tiene de sí mismo; pero en la Bíblia es lo contrario: el yo es un futurizador.
III
He definido alguna vez el «yo» como el momento intensivo del alma.
IV
Entiendo por alma la instancia que dice «mío» sin confundirse con lo suyo: «Este brazo es mío», «este pensamiento es mío», «este dolor es mío», «esta confusión es mía», «este estado de ánimo es mío», «mi hijo», etc. En este sentido el alma sería una extensión: la de las posibilidades de referirme a lo mío.
V
Pero lo mío remite a un poseedor de lo que ahora mismo -en este mismo momento del flujo de mi vida-tengo presente como mío. Esta presencia ahora mismo adquiere un protagonismo indudable y se convierte en el referente frente al cual siento algo como mío (por ejemplo, mi inseguridad).
VI
Esto mío es lo ahora mismo presente ante mí: esta manera de sentirme ante algo (una persona, un sentimiento, una idea, mi propia imagen en el espejo) es el momento intensivo de mi alma. Es lo que ahora soy yo.
VII
En este sentido soy un siendo. Seré, pues, lo que seré.
I
Vamos, renqueando, pero vamos.
II
En la carnicería, una mujer joven, de unos 30 años, pregunta qué es eso, señalando los cuartos abiertos de una gallina. Y sin que le responsan comienza a murmurar un «¡Qué asco, qué asco!», in crescendo. La carnicera le dice que son los huevos que se come fritos, pero en formación. La mujer se sorprenda de que haya gente que pueda comprar eso y, aún más, comérselo.
III
Se me van acumulando las lecturas. Me mandan El futuro de la teoría, de Jason Ananda Josephson Storm y sin tener tiempo para abrirlo, la cartera me trae Maniac, de Benjamín Labatut. El primero me lo han recomendado eruditos fiables. El segundo me lo sugirió la mejor crítica literaria que conozco, el olfato infalible de las letras modernas, mi amiga B.
IV
Abro el libro de Labatut y me encuentro con esto: "Vi una reina con un vestido dorado, y su vestido estaba lleno de ojos, y todos los ojos eran transparentes, como si fueran llamas ardiendo, y sin embargo parecían cristales. La corona que usaba en su cabeza tenía tantas coronas encima, una sobre otra, como ojos había en su vestido. Se acercó a mí con una rapidez espantosa y puso su pie encima de mi cuello, y exclamó con una voz terrible «¿Sabes quién soy yo?». Y yo le dije: «¡Sí! Durante mucho tiempo me has causado dolor y miseria. Eres la parte de mi alma capaz de razonar».
Es un fragmento de Hadewijch de Bramante, mística belga del siglo XIII.
I
Comienzas el día bien y de repente notas que tu estómago se altera y que la verticalidad se te vuelve problemática. Ya sabes lo que viene después. La rutina: Vómitos, mareos, y paciencia. Nada de lecturas, nada de televisión. Cama, oscuridad y silencio. Ya se pasará.
II
Hoy hace buen día. Los socios de Rosamerón tenemos programada una comida. Dios proveerá.
I
Mañana luminosa, generosa de luz y placidez. Avanzo por la biografía de Dennett como por un camino amplio, lleno de sugerencias a izquierda y derecha que el autor tiene la elegancia de no cargar de erudición. Este libro no va de filosofía de la mente, sino de algo más importante: del arte de saber vivir serenamente sin perderse en las mil vocaciones que nos salen al paso cada día.
II
Videoconferencia con una profesora de literatura infantil. Amena y creo que fructífera. Sigo pensando que nos falta una didáctica de la literatura y que, siendo tan necesaria, cada vez se echa menos en falta, porque la lectura lenta va recluyéndose en los nuevos monasterios, que son los de la soledad del que se detiene a rumiar en medio del vértigo.
IV
Después, llamada de Tel Aviv. Me invitan a dar una conferencia en la ciudad y a visitar el país. Digo inmediatamente que sí, aunque me temo que no contaré con el beneplácito de mi mujer. Pero hoy la historia de los próximos años se está esbozando ahí y Netanyahu es uno de sus principales constructores. Si consigue la victoria que busca, y todo parece indicar que así ocurrirá, todo le será perdonado por los que hoy lo acusan de genocida. Hablo de todo esto por teléfono y me quedo con dos notas: (1) la población no ha salido a la calle con banderas islamistas, sino con las del Irak previo a la familia Asad y (2) el nuevo gobierno encargó al obispo católico de Alepo el gobierno de esta región.
V
De la biografía de Dennett: Cuando le pregunté si su mujer, Elisabeth, tenía reparos acerca de que él hiciera cosas tan arriesgadas, contestó: «No, nuestros hijos ya son mayores; estoy completamente amortizado. Puedo hacer lo que quiera».