Me gusta la envenenada sutileza con que Menéndez Pelayo trata a sus enemigos.
Para muestra, un botón: "El culto de la verdad exige de nosotros demostraciones y no dicterios. Si algún día, en los hervores de la primera mocedad, traspasé algo los límites de la moderación en las controversias, hoy me pesa de ello, y no quiero contribuir ni en poco ni en mucho a la propagación de los perversos hábitos literarios que van haciendo incompatible el oficio de escritor con el de persona culta y bien criada."
Ahí queda eso.
Menéndez Pelayo, Ensayos de crítica filosófica.