En una maravillosa obrita titulada El arte de trepar, dedicada al estudio del fenómeno singular del cortesano, Holbach llegó a la conclusión de que, aunque hay poderosos argumentos para incluir al cortesano en el género humano, hay que tener muy en cuenta que, mientras los hombres ordinarios tienen un alma, el cortesano tiene varias. El lector actual entenderá fácilmente que donde Holbach habla de "cortesanos" él puede leer (¿algunos?) "políticos".