TAL VEZ LA contradicción entre figuras líderes de la vieja izquierda y un gran movimiento social multiforme derive en la crisis del Foro Social
MANUEL CASTELLS - 05/02/2005
Si alguien duda de que otro mundo es posible, es una lástima que no pudiera estar en Porto Alegre durante la celebración del Foro Social Mundial en estos últimos días. Hubiera visto cómo más de 150.000 personas se reunían, pensaban, debatían, argumentaban, proponían, discutían, proyectaban y soñaban sobre todos los temas del mundo, de la sociedad, de la naturaleza, de la cultura y de la vida personal.
Pacíficamente, tranquilamente, aunque también apasionadamente y, de vez en cuando, improvisando manifestaciones y gritando sus reivindicaciones para que las recogieran los demás participantes y los casi 6.000 periodistas de los medios de comunicación de todo el mundo.
Y también cantaban, bailaban y hacían fiesta buena parte de la noche. Pero a las 9 de la mañana miles de personas estaban ya en los distintos foros de debate. Más de 5.000 debates distintos, organizados por cientos de organizaciones y grupos, por su cuenta, sin programa central, sin comités de mandamases ni estrategas revolucionarios. Cada uno se lo ha montado, en estos días o desde hace meses, y el resultado ha sido una extraordinaria riqueza de ideas, propuestas, iniciativas y, sobre todo, el sentimiento de un gran movimiento en marcha que no se resigna a la idea de que el mundo es como es y que la lógica del mercado y el poder es lo que acaba imponiéndose. Claro que el Foro de Porto Alegre ha contado desde sus inicios con un fuerte apoyo del municipio de Porto Alegre (incluso ahora, cuando ya no gobierna el PT), del estado de Rio Grande do Sul y, ahora, del Gobierno federal brasileño y de algunas corporaciones públicas, como Petrobras. Buena parte de la infraestructura del foro (incluyendo 10 kilómetros de fibra óptica) han sido proporcionados por la Administración. Y su sede central y el centro de información están en el edificio de la Administración municipal. Pero la iniciativa de los participantes amplifica las dimensiones y significado de la reunión. Así, el Campamento Intercontinental de la Juventud, agrupaba en el parque ribereño del lago donde se celebraba el foro a más de 60.000 personas viviendo en tiendas de campaña y construyendo sus propios edificios efímeros con paja, barro, madera, bajo la regla estricta de utilizar materiales naturales y reciclables. Así construyeron el espacio del Laboratorio de Innovación de la Cultura Digital, donde grupos de personas, la mayoría jóvenes, disponían de ordenadores, de conexión de internet de banda ancha y de equipos digitales de filmación, grabación y montaje, para crear y difundir sus productos en la red. Al tiempo que se hacían también debates y se transmitían en directo por internet. De hecho, la cultura digital realmente existente estaba presente en todo el foro, en todos los ámbitos, en todas las expresiones, sin que nadie lo hubiera programado. No tanto en los contenidos (aunque uno de los debates más seguidos fue el de software libre) sino en su práctica. Por eso el foro es a la vez expresión de las culturas marginadas y oprimidas y plataforma de lanzamiento de las nuevas tecnologías de libertad que son ya el medio familiar de las nuevas generaciones. Así se expresaban los derechos de las prostitutas, el movimiento de software libre, los campesinos sin tierra, los pueblos indígenas de todo el mundo, las mujeres en lucha por su emancipación, los movimientos por la libertad de elegir a quién se ama sin prescripción de sexo, los gritos contra la pobreza, la defensa de los millones de niños a quienes este sistema masacra, la salvación de un bello planeta azul donde late una vida en peligro de extinción; y la oposición a la guerra y a los diversos terrorismos. Jóvenes, muchos jóvenes, pero también rostros curtidos por el sol de la explotación y algunas cabezas canas esperanzadas con la oportunidad de volver a vivir batallas perdidas.La organización del Foro Social es mínima. Y sus contenidos, diversificados y efímeros. Pero no así las ideas que emanan del foro y los proyectos de lucha y de propuesta que estos debates inspiran en todos los rincones del mundo, incluido Davos últimamente. Algunos líderes provenientes de la izquierda se impacientan con esta eclosión de energía liberadora espontánea y difícilmente canalizable. Y claman por una organización, por una estrategia, por un liderazgo global, por un plan práctico y concreto que se enfrente eficazmente con el imperialismo. Basta de utopías, pasemos a la práctica, venía a decir en su discurso Saramago, gran escritor, admirable persona, pero también sempiterno bolchevique. Por no citar aChávez, el presidente venezolano, autoproclamado líder revolucionario, que emplaza al movimiento a convertirse en sus tropas de choque para liberar al mundo mediante la conjunción de los jóvenes idealistas y los nuevos medios de comunicación financiados con sus petrodólares. Lula fue más moderado y pasó rápidamente por el foro, porque tenía que tomar el avión para Davos. Pero fue bien recibido. Los abucheos de una parte del público, tan comentados en la prensa internacional, provenían de los dos partiditos escindidos del PT y por tanto eran un arreglo de cuentas político más que una distanciación entre la gran masa del Foro Social y el político que aún es su referencia más sólida en la política institucional. En cualquier caso, el intento de instrumentalizar el movimiento social espontáneo y multiforme que se expresa en el Foro Social es una vana estrategia de quienes no han entendido todavía las nuevas formas de transformación social en nuestra sociedad. Aunque el poder existe y se encarna en estados, grandes empresas y sistemas mediáticos, de forma cada vez más concentrada, el cambio social no requiere la toma del poder sino la transformación de las mentes. Y esta estrategia radical, fundamental, se funda en utopías, no en tácticas. Y no es organizable, sinoautoorganizable, utilizando, entre otras cosas, el poder de internet y de los medios de comunicación alternativos.Yalimentándose con el entusiasmo y la iniciativa de todos aquellos para quienes cambiar el mundo es su proyecto personal e intransferible, no la creencia en un partido o la fe en una ideología.Tal vez esta contradicción entre unas figuras líderes de la vieja izquierda y un enorme movimiento social multiforme derive en la crisis del Foro Social Mundial. La prueba de fuego será el año próximo, cuando, por vocación universal, el foro deje su sólida base de Porto Alegre (como hizo en el 2004 con Bombay) y se celebre, en los mismos días de la reunión de Davos, en distintos puntos del mundo, para ampliar la conexión directa al conjunto de la humanidad. Más aún, el foro del 2007 podría celebrarse en África.
La dispersión organizativa y geográfica unida a la crisis de identidad por la tensión entre utopía transformadora y política estratégica auguran difíciles años venideros para el Foro Social Mundial. Pero el gran movimiento social del que el foro es expresión, pero no organización, no tiene visos de diluirse. La gran mayoría de los cientos de miles de jóvenes y menos jóvenes que, en Porto Alegre y en todo el mundo, sueñan con otra forma de vivir y luchan por conseguirlo saben que su fuerza es sentirse ellos mismos, no delegar su inmensa esperanza. Porque saben que este mundo no es sostenible, ni en el medio ambiente, ni en lo social ni en lo político ni en lo personal. Y que el nuevo mundo, la utopía, es un proyecto abierto, en construcción interactiva.
Por eso pasarán de cualquier forma de encuadramiento revolucionario como pasaron de la política institucional cuando ésta se vació de contenido para ellos. Y se centrarán en anticipar el mundo que quieren viviéndolo ya en su cotidiano. Eso es lo que vi en Porto Alegre. Existe, funciona, luego es posible. Y tal vez necesario.
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