XAVIER ANTICH - 19/01/2005 LA VANGUARDIA
El año del aniversario no ha dejado una mala cosecha, más bien al contrario. En Francia, Seuil y Gallimard siguen con la edición de los míticos cursos de Foucault en el Collège de France, este año con dos imprescindibles: uno, del curso 1978-79, sobre El nacimiento de la biopolítica, cuyo contenido es urgente repensar hoy, en el marco de novedades del liberalismo que Foucault diagnostica ya entonces; otro, del curso anterior, sobre Seguridad, territorio, población, plantea la nueva tecnología del poder que aparece en el siglo XVIII y de la cual somos herederos, porque es, precisamente, con esta noción que aparece entonces, de gobierno, con la que nos las tenemos hoy.
En castellano, con edición de Ángel Gabilondo y Fernando Fuentes Megías, ha aparecido la traducción de una de sus últimas conferencias, en otoño de 1983, en la Universidad de California, en Berkeley, en el contexto de un seminario sobre Discurso y verdad. Su centro es la noción de parresía, sin duda uno de los conceptos fundamentales de esa historia de la verdad que Michel Foucault no llegó a concluir. Un texto, sin duda, deslumbrante, que muestra al pensador de las genealogías, buceando en la cultura grecorromana para rastrear algunas de las claves de ese presente, más bien turbulento, en el que todavía habitamos.
Un magnífico complemento de esta lectura es el volumen editado por Frédéric Gros y Carlos Lévy (Foucault y la filosofía antigua) que nos acerca a esos últimos trabajos de Foucault, que tanto desconcertaron a los que no entendían cómo ese moderno radical se encerraba en la biblioteca para desempolvar textos que llevaban olvidados veinte siglos y que, según él, permitían claves inéditas de lectura para nuestra modernidad.
En catalán, Josep Antoni Bermúdez ha editado un Foucault vist per Foucault con “once textos más uno”, entre los mal considerados como menores, que es una magnífica introducción a su pensamiento y a su idea de la filosofía. Y que lo confirman como lo que a menudo dijo ser: “Soy un experimentador y no un teórico”; “escribo para cambiarme a mí mismo y no para pensar como antes de escribir”. El mismo Josep Antoni Bermúdez ha publicado un ensayo reinvindicando, a contracorriente, al Foucault ilustrado y, con él, al gran crítico de la dominación.
Y, entre los trabajos dedicados a las cuestiones tal vez todavía urgentes, cabe destacar el ensayo de Tamsin Spargo que rastrea la vinculación entre Foucault y la cultura queer, y el de François Boullant sobre el problema penal y la prisión, cuestiones a las que Foucault dedicó más de sesenta textos en sus últimos quince años.
Y el relato de los ecos de Foucault continúa...