La Vanguardia - Cultura | 21/08/2011 - 10:07h
Diego Giménez
La coexistencia entre el mal y la divinidad es un problema que ha afectado a la filosofía desde los griegos. Los epicúreos, por ejemplo, afirmaban que dada la maldad que hay en el mundo, Dios es malo o es impotente o ambas cosas a la vez. Por consiguiente, un Dios infinitamente bueno es lógicamente imposible. Dostoievski escribía en los Los hermanos Karamazov: "No puedo resolver esta cuestión. Si todos deben sufrir para ayudar con su sufrimiento a la armonía eterna, ¿qué papel desempeñan los niños? No se comprende por qué deben sufrir ellos también en nombre de la armonía".
El problema de la Teodicea es uno de los principales escollos que ha de responder, entre muchas religiones, el cristianismo. En 1995 el filósofo de la religión, Leszek Kolakowski, plasmó estas inquietudes en el libro Si Dios no existe: Sobre Dios, el diablo, el pecado y otras preocupaciones de la llamada filosofía de la religión, utilizando una de las frases celebres de Los hermanos Karamazov que decía algo así como que "Si Dios no existe, todo es posible".
Para Kolakowski es significativo que sólo en el marco de lo sagrado la experiencia religiosa tiene sentido, es decir, no se puede intentar comprender ni a Dios ni a la religión mediante el razonamiento lógico-científico. Así, del caos de la vida a un cosmos ordenado en el que todo, al final, tiene sentido, hay un salto que no se puede apoyar en la experiencia empírica. El acto de fe y de confianza en Dios tiene que preceder a la capacidad de ver su mano en el curso de los acontecimientos. Para el filósofo polaco, la fe religiosa no puede "provocarse" por medio de la reflexión racional. El que cree en Dios no lo hace por los argumentos a favor de su existencia, es porque ven en él el sentido que da a sus vidas y sin dicha creencia se vería abocado al caos de la incertidumbre que provoca el inevitable sufrimiento de vivir. Es decir, si no se cree en Dios, no existe, con lo que el caos se erige como dador de sentido y, por consiguiente, todo es posible.
Por lo que se refiere a la Teodicea, Dostoyevski subraya un tema de vital importancia tratado por Kolakowski que hace alusión a que dentro de la fe cristiana es incomprensible, o mejor dicho, "problemático" cualquier tipo de sufrimiento que no pueda ser redimido ni explicado en términos de castigo. Precisamente, el sufrimiento de los niños no parece venir del pecado y podemos recordar, en esta línea, la última película de Haneke, La cinta blanca. Dosteivski en este sentido argumentaba: "Creo que esa armonía no vale lo que las lágrimas de un niño; de aquella pequeña víctima, que se golpeaba el pecho y llamaba al "buen Dios" desde un rincón infecto. No lo vale porque esas lágrimas no han sido rescatadas nunca. Mientras que sea así no podrá ser cuestión de armonía."
El escritor ruso da una posible solución a la Teodicea en el final de Los hermanos Karamazov. El filósofo polaco, no obstante, deja abierto el problema y en este punto, según su tesis, afirma que sólo dentro del marco de lo sagrado se puede entender a Dios y sólo dentro del marco de lo sagrado la vida cobra sentido. Por lo que, conceptualmente, intentar conjugar a Dios con la existencia del mal en el mundo, no tiene sentido, ya que es una tarea que no se puede explicar de la forma que explicamos por qué llueve. Es decir, es una cuestión de creer o no.
El razonamiento resulta honesto, tanto para los que creen como para los que no lo hacemos. Ya que deja al libre albedrío la elección de nuestras propias creencias. El que se quiera consolar pensando que Dios tiene un plan maestro que escapa a nuestra finitud y que explica, por ejemplo, el sufrimiento de los niños enfermos o el sufrimiento de los que mueren de hambre, es libre de hacerlo. Ahora bien, resulta complicado poder conjugar a Dios con tantas aporías, que no hace falta recordar, en el seno de la Iglesia. Con lo que no se puede dejar de pensar que hoy en día, todo es posible.