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De la disimulación

La disimulación, cuyo célebre descubridor fue Sócrates se diferencia de la simulación especialmente en que aquélla se fundamenta en cosas reales y se efectúa de forma pasiva, mientras que la simulación, en lo que no existe y en que es activa. Por eso, la simulación está más cerca de la pura mentira, siendo en cambio la disimulación más elegante siempre. En cualquier caso, el fin de una y otra es el mismo: engañar. Y casi idéntico viene a ser también el uso de ambas: las dos se emplean con los embaucadores domésticos y con los príncipes. Ahora bien, el disimulo en estos últimos resulta mucho más peligroso, ya que esos hombres pretenden que, como instrumento básico de toda mala acción y todo engaño sea de su exclusiva potestad y licencia.

Disimulamos principalmente lo que sabemos. Las malas acciones para cuyo cometido has dado tu permiso, las achacará a tu ignorancia -como si no supieras nada de ello-, o bien a tu mala suerte. En tales circunstancias, nodebes proferir ninguna palabra dura o desagradable, ni tampoco bromear, sino que todo lo que digas ha de ser severo, mesurado y puro. Esto, no obstante, lo aprenderás más de la experiencia misma que de lo que pueda enseñarte cualquier argumentación teórica.

Un tipu de sisimulación consiste en contar a alguien un determinado chisme que él mismo te haya dicho en otro momento, com si te hubieras olvidado del autor de la noticia. Al disimular que él te la ha contando, estás mostrando al mismo tiempo que tú has sido objeto de una acusación calumniosa y él, a su vez, de una engañosa persuasión. [...]

Otro tipo de disimulación es el siguiente: cuando un amigo te pida que hagas lo que tú tenias ya pensado llevar a cabo por un motivo distinto, prométeselo sin falta, y después dale a entender que otra persona te ha solicitado ya lo mismo: te ganarás las simpatías de ambos.

La ocultación es una especie de disimulación; o mejor, vendría a ser su finalidad. [...]

Por último, hay un nuevo tipo de disimulación que se usa al escribir cartas y que no es nada despreciable -yo mismo lo utilizo de vez en cuando-. Consiste en que, cuando alguien te pide consejo sobre algún asunto privado, que le parece indigno, le respondas como si te preguntase algo diferente. Además de otros efectos, resulta un modo honesto de advertir a tu amigo que tal consejo no te parece propio de su dignidad.

Gerolamo Cardano: Simulación y disimulación, en el libro Sobre la mentira, ediciones cuatro, Valladolid, 2001.

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