Mapa

Contacte






Contacte

Ràtio: 1 / 5

Estrelles activesEstrelles inactivesEstrelles inactivesEstrelles inactivesEstrelles inactives
 

Centenario Gregory Bateson

Biólogo, antropólogo y filósofo inglés, varios libros rescatan la figura del pionero de la ciencia transdisciplinar

Trabajó en cibernética, teoría de sistemas y psiquiatría, donde trató a alcohólicos y esquizofrénicos

JORDI PIGEM - 22/12/2004

El “divide y vencerás” que Descartes recetó como método a la ciencia moderna nos ha llevado a concentrarnos en lo cuantificable y lo cada vez más pequeño, hasta llegar a entidades prácticamente intangibles (fotones, quarks, genes) y a la vez a fragmentar el conocimiento en especialidades que a menudo, pese a cohabitar en una misma facultad, son en el fondo incompatibles (así, la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica). Uno de los síntomas más obvios de esa fragmentación es el hiato entre lo que C. P. Snow llamó “las dos culturas”, la literaria y la científica. Goethe todavía podía despuntar en ambos mundos. Entre verso y verso, descubrió el hueso intermaxilar humano y con sus estudios de plantas y animales fundó la morfología (término que él mismo acuñó). A Goethe le interesaban –tanto en la vida como en la ciencia– las formas, las cualidades y las relaciones.

Pero la mente moderna tomó otros derroteros. Perdió de vista el todo (véase el estado del planeta) y se entregó a lo cada vez más abstracto y aislado (destino acaso latente en la etimología de ciencia, de una raíz que significa cortar y que también da cisma, esquizofrenia y escisión). Gregory Bateson (Cambridge, 1904) compartía los intereses del Goethe naturalista (no, por supuesto, sus dotes literarias). Se propuso salvar la brecha entre ciencia y arte, realizó contribuciones a múltiples disciplinas y reavivó para el siglo XX los estudios transdisciplinares, desarrollados luego por autores como Maturana, Varela y Capra.

Su padre, William Bateson, eminente biólogo, le llamó Gregory en honor a Gregor Mendel y acuño el término genética cuando él tenía dos años. Ya en la infancia inició Gregory su carrera como biólogo, y en su madurez consideró que toda su obra había sido, en sentido amplio, bio-logía, “estudio de la vida”, ya se tratara de antropología, psiquiatría o epistemología. Hizo trabajo de campo como antropólogo en Nueva Guinea (de ahí surgió su primer libro, Naven, que de hecho versa más sobre epistemología) y luego en Bali (antes de la avalancha turística). En EE.UU. se introdujo en la cibernética, la teoría de sistemas y la psiquiatría, trabajó con alcohólicos y con el entorno familiar de los esquizofrénicos, y en sus últimos años (murió en 1980 en el Centro Zen de San Francisco) se interesó por los delfines y por cuestiones filosóficas relacionadas con la ecología. Aplicando, por ejemplo, la visión sistémica a la psiquiatría, Bateson desarrolló la teoría del double-bind como origen de la esquizofrenia: ambientes sociales y familiares esquizofrenogénicos imponen a la persona (en su infancia o adolescencia) mensajes contradictorios que no es capaz de resolver (como te quiero y no te quiero, uno expresado tal vez con palabras y el otro con la rigidez del cuerpo). Apasionado, como Goethe, por las formas y las relaciones, por el pattern (patrón, pauta, ritmo) que liga las cosas, Bateson buscó una ecología de las ideas que diera cuenta de cuestiones tan diversas como “la simetría bilateral de un animal, la disposición de las hojas en una planta, la carrera de armamentos, la dinámica del cortejar, la naturaleza de los juegos, la gramática de una oración, el misterio de la evolución biológica y la actual crisis ecológica”. Formuló respuestas y sobre todo preguntas, como ésta que plantea en su último libro, Mind and nature: “¿Cuál es el pattern que conecta al cangrejo con la langosta, a la orquídea con la prímula y a todos ellos conmigo? ¿Y a mí contigo?”

Bateson consideraba que la mente está implícita en todo lo viviente, pero él veía como modelo de la mente no el ordenador, sino el ecosistema, y como modelo del pensamiento, la metáfora. A los silogismos de la lógica (“Los hombres son mortales / Sócrates es hombre >Sócrates es mortal”) contraponía los silogismos de la metáfora (“Los hombres mueren / la hierba muere >los hombres son hierba”). “La metáfora”, escribió, “no es ni buena ni mala lógica, sino la lógica sobre la que se asienta el mundo biológico”. La lógica abstracta es fascinante, pero poco tiene que ver con la vida. En su apoyo Bateson solía citar, en francés, el aforismo pascaliano: “Le coeur a ses raisons que la raison ne connait point”. Hoy la ciencia cognitiva le apoya también, mostrando (como señala Lakoff en Philosophy in the flesh y sabía Nietzsche) que la mente es inherentemente corporal y que los conceptos abstractos se basan inconscientemente en metáforas.

Preocupado por la creciente crisis ecológica, Bateson señalaba ya en 1970 que las ideas que guían a nuestra civilización son erróneas y las resumía en siete puntos: “a) se trata de nosotros contra el entorno; b) se trata de nosotros contra otros; c) lo que importa es el individuo (o la empresa o el país por sí solos); d) podemos y debemos controlar el medio ambiente; e) vivimos en un horizonte que se expande infinitamente; f) el determinismo económico es sentido común; g) la tecnología lo resolverá todo”. Curiosa y tristemente, esto se puede leer hoy como un resumen de la agenda política de Bush (y de otros muchos). Pero las ideas que Bateson sembró darán fruto tarde o temprano: transdisciplinariedad, conciencia de las relaciones que entretejen toda la realidad y, como raíz de la vida y de la mente, la metáfora.

 

  • No s'han trobar comentaris