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F. Nietzsche

Lou Andreas-Salomé, nació en San Petersburgo y atravesó como una amazona toda la gran cultura centroeuropea de los últimos años del siglo diecinueve y de principios del veinte (murió el 5 de febrero de 1937, a los 77 años). Su personaje (más que su obra tal vez), evoca todavía un cierto perfume de escándalo y de erotismo pese a los años transcurridos.



La obra de Frank WEDEKIND "LA CAJA DE PANDORA, TRAGEDIA DE MÓNSTRUOS", que se inspiró en ella, le ha dado la eternidad en la historia de la literatura; y la famosa foto en que aparece montada en un carrito del que tiran Paul Rée y Nietzsche, con el Jungfrau al fondo, es bien conocida de todos los estudiosos de la filosofía niezcheana. Bien merece ser recordada una vida por la que pasaron Nietzsche, Rilke y Freud (por no citar a su marido, Andreas, el iniciador de la arqueología caldea, y a su primer mentor el teólogo Gillot). Que su autobiografía MIRADA RETROSPECTIVA sea decepcionante y que sus obras sean poco leídas no empaña el valor del personaje. Recogemos aquí los aforismos, LA ESCUELA DEL ESTILO, auténticos diez mandamientos del arte de escribir, que le dedicó Nietzsche y que constituyen una excelente introducción al debate sobre la centralidad del estilo en Nietzsche.


I

Lo más importante es la vida: el estilo tiene que vivir.

II

El estilo tiene que estar apropiado a tu persona, en función de una determinada persona a la que trata de comunicar tu pensamiento (ley de la doble relación).

III

Antes de tomar la pluma hay que saber exactamente cómo expresaríamos de viva voz lo que tenemos que decir. Escribir tiene que ser nada más que una imitación.

IV

El escritor dista mucho de poseer todos los medios del orador. Por consiguiente tiene que expresarse en forma de un discurso muy expresivo. Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo.

V


La riqueza de vida se expresa en la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerarlo todo como un gesto: la largura y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones; por último la elección de las palabras

VI

¡Cuidado con el ritmo! Sólo tienen derecho a él, los que tienen profunda y larga respiración hablando. En la mayoría, el ritmo no es más que una afectación.

VII

El estilo tiene que mostrar que se cree en los propios pensamientos, no solamente que se piensan, sino que se sienten.

VIII

Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, tanto más importa que hacia ella converjan todos los sentidos del lector.

IX

El tacto del buen prosista en la elección de sus medios, consiste en acercarse a la poesía hasta rozarla, pero sin jamás franquear los límites que la separan.

X

No es ni sabio ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; en cambio es muy sabio y muy hábil, dejarle el cuidado de formular por sí mismo la última palabra de nuestra sabiduría.

 

Texto extraído de LOU ANDREAS-SALOMÉ: Nietzsche. Ed. Zero-Zyx. 2ª ed. Madrid, 1979, p. 234-235. Traducción de Luis Pasamar.

Sobre LOU ANDREAS-SALOMÉ, véase también Stéphane MICHAUD: Lou Andreas-Salomé; l'alliée de la vie. Ed. du Seuil.

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