GIOVANNI SARTORI, POLITÓLOGO
Tengo 80 años. Nací en Florencia y vivo entre Nueva York y Roma, desde donde opino sobre la política italiana. Soy profesor de Teoría Política y analista político. Siempre he sido un liberal clásico, un liberal puro. Tengo una hija y no tengo nietos. Soy agnóstico, y muy crítico con este Papa, por su irresponsable política demográfica
VÍCTOR-M. AMELA - 19/10/2004
Qué le ocupa ahora?
-Mi guerra contra Silvio Berlusconi.
-¿Desde alguna formación política?
-No: desde mis artículos en prensa. Yo soy un profesor. Jamás he estado en partidos ni he ejercido cargos. Soy un liberal. Y, como tal, critico por igual tanto ciertas actitudes de la izquierda como a Berlusconi.
-¿Y qué le reprocha a Berlusconi?
-Que ha impuesto en Italia un monopolio televisual... y casi también en la prensa.
-¿Acaso no escribe usted en la prensa?
-¿Acaso cree usted que Berlusconi no está presionando desde hace tiempo a Il Corriere della Sera para que me eche?
-Pero no lo ha logrado, ¿no?
-Por ahora. Sepa usted que la mayoría de los diarios italianos están endeudados con los bancos... y que Berlusconi tiene mano en el sistema financiero, así que...
-¿Diría usted que ha muerto la pluralidad informativa en Italia?
-El que diga que los medios de comunicación son libres en Italia... tendrá que demostrármelo.
-¿Y cómo nos ve en España?
-¡Mucho mejor! Aquí aún hay pluralidad.
-Pero no sabemos qué hacer con TVE...
-Si quiere, yo les brindo una idea.
-Sí. El comité de sabios se lo agradecerá.
-Bien: que TVE deje de emitir publicidad y que haga una programación de calidad, al margen de las audiencias. Y las televisiones privadas, que se queden con toda la publicidad y que hagan su programación comercial.
-¡Menudo regalazo para las privadas...!
-Bueno, a cambio de esto las privadas entregarán la mitad de lo que ingresen (o el porcentaje que sea) a TVE, que financiará con eso su programación no comercial.
-Bravo. Lo malo es que los gobiernos quieren una tele pública de masas, para influir.
-En este sentido, en Estados Unidos hay más garantía de pluralidad: Bush, por ejemplo, tiene muy poca capacidad para influir en los medios, que son privados.
-¿Cuál es el país con mayor pluralidad comunicativa, que usted conozca?
-Estados Unidos tiene una alta cota de pluralismo: miles de radios, de televisiones locales... Si hubiese una buena y poderosa televisión pública al estilo de la BBC, sería ideal.
-¿Y qué me dice de los contenidos?
-Los contenidos de la televisión son lamentables en general: no se aprovecha su capacidad para formar. La televisión no nos explica lo que realmente sucede en el mundo.
-¿No?
-No. Dedica la mayor parte de su tiempo a nimiedades, a conflictos domésticos ínfimos... Se dedica sólo a entretenernos el ocio. Y dedicamos demasiado tiempo de nuestro ocio a la televisión. Es una tendencia que culminará con la extinción del Homo sapiens.
-¡No exagere!
-No exagero. Las funciones cerebrales de la especie humana están modificándose a causa de la televisión: ¡el Homo sapiens está extinguiéndose, y emerge el Homo videns!
-¿Seremos el hombre que mira en vez del hombre que piensa?
-Sí. El acto de telever está cambiando la naturaleza del ser humano. ¡Nos encontramos en un momento de mutación!
-Pero ¿por qué?
-En estos últimos 3.000 años aprehendimos el mundo mediante la lectoescritura alfabética, es decir, con abstracción, conceptos abstractos, símbolos. Esto cambia radicalmente con la televisión: aparece el videoniño, novísimo ejemplar de ser humano educado en el telever antes de saber leer y escribir.
-¿Y qué implicaciones tendrá esto?
-Las estructuras cerebrales de ese ser humano van a ser distintas: pierde capacidad de abstracción y retorna a otra más animal, meramente vidente. De entender sin ver (letra impresa)... retornamos al ver sin entender (televisión). ¡Porque ver no es conocer!
-¿No?
-No: el conocer verdaderamente se despliega por entero más allá de lo visible. Ver el mar no es conocerlo. La abstracción nos lleva al HO: ¡eso sí es conocimiento, pues nos permite controlar y transformar las cosas!
-Muy bien: ¿y qué propone que hagamos?
-Yo ya hago lo que puedo: explico lo del Homo videns en mis libros, batallo en la prensa, planteo propuestas como la de la tele pública... Pero soy un perdedor: ¡pierdo todas mis batallas! Por poco, pero pierdo.
-La gente mira la tele, vota a Berlusconi...
-Es la condición humana: grandes problemas, pequeños cerebros. ¡Vivimos en el tiempo de los microcerebros! La gente... ¿piensa? Ésa es la cuestión. Yo creo que no estamos a la altura de los retos de este tiempo.
-Pero ¿estuvimos alguna vez a la altura?
-Hasta mediados del siglo XX gozábamos todavía de pensadores sólidos. Desde entonces es palmaria la carencia de grandes cabezas, de guías intelectuales, de inteligencia...
-Está usted.
-Yo estoy próximo a la extinción.
-¿No le parece que alguna inteligencia habrá demostrado Berlusconi?: ¡ahí le tiene!
-¡El concepto inteligencia excluye a Berlusconi! Será simpático, seductor, astuto, osado..., ¡lo que quiera!: pero inteligente ¡no!
-Insisto: los italianos le han elegido.
-Sí, pero un millón de microcerebros no suman un cerebro. Yo... yo sigo en mi guerra.
-Menos cruenta que la de Iraq, menos mal.
-Eso sí. Y yo, que previne contra esa guerra equivocada, digo hoy que Zapatero es un irresponsable: si nos vamos todos de Iraq, ¡se convertirá en un Estado terrorista, una amenaza temible para la vida de todos los europeos, la suya, la mía...! Y yo aprecio mi vida.