Los empleamos, como decía
Housman, como un borracho usa una farola: para buscar apoyo y no iluminación. Si no ayudan al argumento, siempre se puede hablar de percepciones o metafísica. La anécdota se debe colocar en un contexto que ayude a evaluar lo que significa, salvo cuando no conviene.
Daniel Gascón, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sesgo?, El País 22/1272018
[https:]]