Sal a la calle y pregunta a la gente si la información genética debe ser privada. Todo el mundo te responderá que sí, que por supuesto. Pero las cosas, como ocurre siempre, son más complejas en cuanto uno profundiza un poco. El año pasado, una embarazada británica ganó un caso bien curioso en la corte de apelación de su país, que está solo un paso por debajo del Tribunal Supremo. Su padre se había hecho la prueba genética del Huntington, una enfermedad neurodegenerativa mortal, y decidió ocultárselo a la hija embarazada. Ésta supo después del parto que ella también llevaba el gen mortal, con lo que su hijo tenía un 50% de probabilidades de llevarlo a su vez, y demandó al hospital por haber mantenido secreta la información genética de su padre. De haberla conocido, dijo, ella habría abortado. El tribunal le dio la razón y sentenció que los médicos que diagnostiquen un caso de Huntington están obligados a informar a los hijos del paciente.
Javier Sampedro,
Gen secreto, El País 10/05/2018
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