Los partidos populistas resultan atractivos precisamente porque prometen una victoria total. Se dirigen a aquellos que ven en la separación de poderes, tan respetada por los liberales, más una coartada para que las clases dirigentes puedan incumplir sus promesas electorales que un medio para que los gobernantes tengan que rendir cuentas. Por ello, una vez llegan al poder, lo que caracteriza a los partidos populistas son sus sistemáticos esfuerzos para desmantelar el sistema de pesos y contrapesos y para tomar bajo su control todas aquellas instituciones que gocen de alguna independencia, como los tribunales, los bancos centrales, los medios de comunicación o las organizaciones de la sociedad civil. Pero estos partidos populistas no son sólo unos vencedores despiadados: también son unos perdedores mezquinos. Como están convencidos de ser los portavoces de la mayoría, tienen muchas dificultades para aceptar las derrotas electorales. La consecuencia es que aumenta el número de elecciones impugnadas y se extiende la opinión de que “unas elecciones sólo son justas si las ganamos nosotros”.
Ivan Krastev, Un futuro para las mayorías, ctxt 24/05/2017 [ctxt.es]