Desde la perspectiva postmoderna, propuestas liberales como la de
John Rawls en su
Teoría de la Justicia (1971) resultan inaceptablemente ingenuas.
Rawls propone construir un sistema de justicia igualitario a partir de un experimento mental consistente en colocarse en una posición original fuera del tiempo y del espacio en la que, cubiertos por un velo de ignorancia, desconocemos cuál será nuestra vida en este mundo al nacer, si rico o pobre, hombre o mujer, blanco o negro, plenamente capacitado o con discapacidades físicas, etc.
Rawls razona que desde esa posición será en nuestro propio interés diseñar un sistema de justicia verdaderamente justo e igualitario para todos, al no saber cuál será nuestra futura situación en esta vida. Para el pensador postmoderno, es inconcebible, por imposible, que nadie pueda desentenderse u olvidarse, ni siquiera experimentalmente, de quién es, de las condiciones materiales que dictan su forma de pensar y su mismo sentido de la justicia. En esto, marxismo y postmodernidad encuentran un punto de confluencia.
Juan Herrero Brasas,
Conocimiento y poder: de San Agustín a San Foucault (II), Claves de razón práctica nº 248, Septiembre-Octubre 2016