El niño, en particular, siente con alarma la diversidad de imponencia física y confronta continuamente su estatura y su fuerza con las de los demás. Contra la evidencia de este preocupante descubrimiento se baten en vano las doctrinas igualitaristas y pacifistas, que pretenden que los hombres nacen en una inicial condición de igualdad y de paz, que sólo más tarde es interrumpida por la intervenciópn de un factor mítico de perturbación.
Este factor de perturbación es identificado de varios modos: para la Biblia se trata de un "pecado original" (la desobediencia a una prescripción divina, de la que se siguen efectos catastróficos); para los rousseaunianos, del nacimiento de la propiedad privada; para otras perspectivas, del deseo nato de poder y así sucesivamente. Cualquiera que sea la versión en la que aparece, el factor de perturbación tiene siempre el efecto de desequilibrar la igualdad originaria generando la diversidad. Esta es presentada como el punto en el que se aterriza después de una caída desde un estado inicial de perfección más que como el punto de partida de un proceso de evolución. (51-52)
Raffaele Simone, El Hada Democrática. Cómo la democracia fracasa, Taurus, Barna 2016