El Roto |
De lo digital no sale ninguna resistencia material que hubiera de superarse por medio del trabajo. Así, de hecho, el trabajo se acerca al juego. Pero (…), la vida digital, sin cosas, (…) quita al juego todo lo lúdico y lo convierte de nuevo en trabajo. El jugador se dopa y se explota, hasta que se derrumba en ello. La época digital no es una era de la musa, sino del rendimiento. El «hombre que teclea sin manos» no es un homo ludens …. El juego mismo se somete a la coacción del rendimiento. A la atrofia de las manos le sigue una artrosis digital de los dedos. (De la acción al tecleo, 25)
El imperativo neoliberal del rendimiento trasforma el tiempo en tiempo de trabajo. Totaliza el tiempo de trabajo. La pausa es solamente una fase del tiempo de trabajo. Hoy no tenemos otro tiempo que el del trabajo. Y así lo llevamos con nosotros también a las vacaciones, e incluso al sueño. Por eso hoy dormimos inquietos. Los agotados sujetos del rendimiento duermen de la misma manera que se duerme la pierna. Y la relajación no es más que un modo de trabajo, en la medida en que sirve para la regeneración de la fuerza laboral. La diversión no es lo otro del trabajo, sino su producto. Tampoco la llamada «desaceleración» puede engendrar otro tiempo. También ella es una consecuencia, un reflejo del tiempo acelerado de trabajo. Se reduce a hacer más lento el tiempo de trabajo, en lugar de transformarlo en otro tiempo. (De la acción al tecleo, 25)
Hoy, en efecto, estamos libres de las máquinas de la era industrial, que nos esclavizaban y explotaban, pero los aparatos digitales traen una nueva coacción, una nueva esclavitud. Nos explotan de manera más eficiente por cuanto, en virtud de su movilidad, transforman todo lugar en un puesto de trabajo y todo tiempo en un tiempo de trabajo. La libertad de la movilidad se trueca en la coacción fatal de tener que trabajar en todas partes. En la época de las máquinas el trabajo estaba ya delimitado frente al no-trabajo por la inmovilidad de las máquinas. El lugar de trabajo, al que había que desplazarse, se podía separar con claridad de los espacios de no trabajo. En la actualidad esta delimitación está suprimida por completo en muchas profesiones. El aparato digital hace móvil el trabajo mismo. Cada uno lleva consigo de aquí para allá el puesto de trabajo como un campamento. Ya no podemos escapar del trabajo. (De la acción al tecleo, 25)
Byung-Chul Han, En el enjambre, Herder, Barna 2014