El Roto |
El juego de la humillación cínica es interesante y (es posible) compararlo con algo que, hasta cierto punto, derivará de él pero cambiará sus valores, significaciones y formas: la humildad cristiana. De la humillación cínica a la humillación cristiana hay toda una historia, toda una historia de lo humilde, toda una historia de la infamia, toda una historia de la vergüenza, del escándalo por la vergüenza, que es algo muy importante históricamente y, una vez más, bastante extraño a lo que era la moral corriente de los griegos y romanos. Y yo creo que es menester distinguir bien lo que será la humildad cristiana –que es un estado, una actitud del ánimo que se manifiesta y se prueba en las humillaciones sufridas- y el deshonor cínico, que es un juego con las convenciones concernientes al honor y el deshonor, en el cual el cínico, en el momento mismo de interpretar el papel más deshonroso, hace valer su orgullo y su supremacía. El orgullo cínico se apoya en esas pruebas. El cínico afirma su soberanía, su dominio a través de las pruebas de la humillación, en tanto que la humillación o, mejor dicho, la humildad cristiana será una renuncia a sí mismo. (275)
Clase del 14 de marzo de 1984. Segunda hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2010