Odo Marquard |
El sutil filósofo alemán Odo Marquard ha explicado la diferencia entre tener conciencia moral o convertirse en conciencia moral. Tener conciencia moral es algo que desasosiega y obliga a una permanente autocrítica: en cierta forma, tener conciencia es siempre tener mala conciencia. Pero eso puede arreglarse convirtiéndose uno mismo en la conciencia moral que critica a los demás y les recuerda los altos deberes que han vulnerado: de ese modo, la conciencia es siempre para uno buena conciencia. Dar caña a quienes no son de los nuestros nos hace sentir morales sin padecer los agobios del examen de conciencia. Uno se convierte en exigencia para los otros, sobre todo si ocupan puestos social o políticamente relevantes, mientras se envuelve en la autocomplacencia de ser el dedo que señala pero nunca es señalado.
Hay todavía otro oscuro motivo más, aunque quizá sea demasiado intelectualmente sofisticado para la mayoría de quienes dan caña o disfrutan con los que la propinan. Se trata de lo que Flaubert llamaba la rage de vouloir conclure, el rabioso afán de llegar a conclusiones. Los problemas de nuestras sociedades son siempre arduos, inciertos, llenos de aristas y aspectos contrapuestos. Ser honrado frente a ellos, sopesar sus matices y distintas perspectivas, es condenarse a la insatisfacción de no saber nunca del todo. ¿Cómo negarse el gusto de salir de la incertidumbre por la puerta falsa de pasar por alto cuanto nos contradice y sentirnos seguros dando caña o dejándonos halagar por quienes la dan a favor de nuestros prejuicios?
Fernando Savater, Dar caña, El País, 29/10/2013 [cultura.elpais.com]