El debate en torno a la identidad suele generar fuertes tensiones grupales y sociales hasta el punto de que hace sufrir a muchas personas (que con frecuencia, a su vez hacen sufrir a otras). Obviamente es un tema muy amplio, pero me quiero referir brevemente a tres reduccionismos, a tres sesgos, muy habituales, que considero que son negativos porque al hipersimplificar el concepto de identidad, contribuyen a incrementar innecesariamente las tensiones que ya de por sí este tema comporta.
1. El primer reduccionismo es el que tiende a plantear, la ecuación, identidad= diferencia. Sin embargo, el propio término identidad hace referencia a lo que permanece, a lo que es idéntico a algo, “ la conveniencia de cada cosa consigo misma” de los clásicos. Identidad proviene del latin “idem” que significa lo igual
La identidad es un juego de espejos de semejanzas y de diferencias. La identidad tiene que ver con lo que somos, con lo que nos define. Cuánto somos de iguales y de diferentes? No es fácil responder a esa pregunta, pero solo quiero señalar que si miramos a nuestros orígenes, sabemos desde la perspectiva evolucionista que apenas 7.000 generaciones atrás todos los humanos que poblamos hoy la tierra (más de 7.000 mil millones) nos hallamos vinculados por lazos de sangre, somos en realidad familia, todos somos parientes ( con alguna excepción que ahora sería largo de explicar) .
Obviamente la diferencia es una parte de la identidad. Se me objetará que hay quien la niega o le da muy poco valor, lo cual ciertamente también es problemático. Pero definir identidad como diferencia, es confundir la parte con el todo. Como señala la Teoría del significado, la identidad ha de entenderse más como una relación, que como una propiedad
Desde el punto de vista psicológico, por ejemplo, podemos ver cuánto sufren muchas personas porque se sienten muy diferentes de los demás, angustiadas por la extrañeza de sus sentimientos y fantasías. Sin embargo, pocas ideas son más erróneas que ésta. Hoy conocemos por los estudios de psicología y psiquiatría transcultural que las patologías psiquiátricas son universales y que entre el funcionamiento psicológico sano y el patológico hay un continuum que se da en todas las personas, aquí, y en la más remota aldea melanésica. Cuando el paciente puede afrontar ese narcisismo, no magnificar la diferencia y reconocer que es un ser humano más, que sus síntomas forman parte de las dificultades de resolución de los problemas de adaptación a la realidad que tiene cualquier otro ser humano, y puede entonces afrontar su realidad con serenidad, se siente mucho mejor
2. El segundo reduccionismo que querría señalar es el de considerar a la identidad como algo estático, fijo, inamovible. Cuando, la identidad es dinámica, se halla en permanente interacción, es una construcción, un proceso personal, en el que es muy importante además respetar y apoyar la libertad del sujeto para escoger, dentro de lo posible, su propio camino.
3. El tercer reduccionismo consiste en definir la identidad de la persona basándola tan solo a algún aspecto de todo el conjunto de elementos que la definen, sobrevalorando ese aspecto, y no teniendo en cuenta que la identidad abarca muchísimos elementos: aspectos anatómicos, fisiológicos, generacionales, sociales, de género, culturales, etc . Responder a la pregunta ¿ Quién soy yo? no se puede reducir a delimitar un par de rasgos, por importantes que se consideren. Así incluso un aspecto tan relevante como el sexo, ser biológicamente hombre o mujer, algo fuertemente anclado en lo biológico, posee un gran nivel de complejidad (bisexualidad, transexualidad, diferencias entre sexo y género, etc.)
De suyo para evitar el estigma en relación a la identidad, por ejemplo en el área de la salud mental, se considera que no se debe decir que alguien es un esquizofrénico, sino que es una persona con esquizofrenia, porque ni siquiera un trastorno como la esquizofrenia puede, ni de lejos, definir a una persona.
En definitiva, asimilar identidad a diferencia, verla de modo estático, y reducirla a un pequeño número de aspectos, favorecen convertir la identidad en una fuente artificial de conflictos y sufrimientos.
Joseba Achotegui,
Tres reduccionismos peligrosos sobre la identidad, Público, 26/05/2013