Los deberes, como todo el mundo sabe, son malísimos, secan el cerebro de los niños y vampirizan la alegría familiar. En cambio el homelearning es lo más: dinámico, práctico, variado, colectivo y transversal. Y, por si fuera poco, "supone aprendizaje significativo, implica muchas más competencias y aporta valor al aprendizaje". En definitiva, que la raíz de todos nuestros males es nuestra incapacidad para llamar al pan bread y al vino wine.