Uno de mis primeros días en la Casa, lo consagré a una conversación con el director general de primera enseñanza. Por él me enteré de que había en España unas 11.500 escuelas que carecían de maestro y unos 11.500 maestros que carecían de escuelas -pero no de sueldo-. De modo que la república, al cabo de tres años de gestión, pagaba a 11.500 maestros que no enseñaban y tenían privadas de enseñanza por lo menos a 300.000 criaturas.
Le hice traer la documentación. "Vamos a ver, éste. ¿Por qué está ausente?" -"porque está con una beca estudiando pedagogía en Lovaina" -"Me parece muy bien que estudie. Pero mientras estudia él, ¿qué pasa con los chicos?" -"Como no hay maestro, la escuela está cerrada" -"Nombre usted a otro". Aquel hombre se escandalizó. "Pero, señor ministro, es él el maestro PROPIETARIO."... -"¿Y éste?" -"Pues éste, como es diputado, está ausente." -"Y la escuela, ¿cerrada?" -"Claro, sí señor. Porque él es el PROPIETARIO.(...)Me volví al director general y le dije: "Bueno. Hoy es el 15 de marzo. Si el 15 de agosto no me ha reducido usted ese escándalo de 11.500 a 500, me traerá usted su dimisión". El que dimitió, o fue dimitido, fui yo. Y no a los dos meses, sino a las cuatro semanas.
Todo esto me hacía desesperar no de la república, sino del país.
Salvador de Madariaga, Memorias.