... al progresa adecuadamente. Esta es, en el fondo, al historia pedagógica de la izquierda española.
Ustedes quizás ignoren que hubo un tiempo en que la competitividad era el rasgo definidor del socialismo. El mismísimo Lenin lo dejó muy claro en un artículo publicado el 20 de enero de 1929, el primer año del primer plan quinquenal. "El socialismo -decía- no solamente no ahoga la emulación sino que, bien al contrario, crea las posibilidades para que, por primera vez, adquiera unas proporciones amplias y que, de hecho, alcance a todas las masas y atraiga a la mayoría de los trabajadores al campo de trabajo en el que puedan revelarse y desarrollar sus capacidades, descubrir su talento. El pueblo da generosamente capacidades y talentos, que es lo que el capitalismo pisotea, ahoga". O sea que el socialismo, como fiel heredero de los revolucionarios franceses, es meritocrático.
Para dejar las cosas claras, el XVI Congreso del PCUS aprobó, el 29 de abril de 1929, pedir a todos los obreros que fomentasen la emulación en las fábricas, los talleres, las minas, los ferrocarriles, las escuelas, los hopitales, etc. Stalin, haciendo suyo este proyecto, sentenció: “la emulación es el método comunista de construcción socialista”.
Hoy, como bien sabemos, todo lo que suene a emulación es para la izquierda, neoliberalismo. Los políticos de izquierda, que son los que han gestionado las leyes educativas que hemos tenido, defienden con gran orgullo una equidad en la mediocridad que habría escandalizado al mismísimo Lenin. Allá cada cual con sus proyectos políticos, evidentemente, pero no está nada mal recordar algunas cosas.