He estado un par de días en la Facultad de Teología hablando del mito de Prometeo. Creo que nos lo hemos pasado bien, es decir, que hemos profundizado en el mito y en su exégesis y que el esfuerzo dedicado ha sido compensado con creces con el placer del descubrimiento. Han interesado especialmente las imágenes prometeicas de los sarcófagos romanos del siglo II de nuestra era y este poema que Goethe le dedica a Prometeo:
Cubre tu cielo, Zeuscon vapor de nubes
y manifiesta tu poder, como un niñoque descabeza cardos,
sobre encinas y montañas;
pero no te atrevas con mi tierra
y mi cabaña,
que tú no has construido,
ni con mi hogar
cuya llama me envidias.
No conozco bajo el sol
nada más pobre que vosotros,
los dioses.
Alimentáis vuestro poder con sacrificios e inciensos
y languideceríais
si criaturas y mendigos
no fuesen necios llenos de esperanzas.
Cuando yo era un niño
no sabía a quién dirigirme,
levantaba hacia el sol
mis ojos extraviados,
como si allá arriba
hubiera alguien dispuesto
a escuchar mi queja,
un corazón que, como el mío,
compadeciera al afligido.
¿Por qué he de honrarte yo?
¿Acaso has aliviado jamás
el dolor del inquieto?
¿Es que a mí no me han hecho hombre
el Tiempo omnipotente
y el Hado eterno,
tan señores míos como tuyos?
¿Quizás suponías
que odiaría la vida
y huiría al desierto
porque no todos mis sueños
maduraban?
Aquí me mantengo firme,
modelando hombres a mi imagen,
una estirpe que sea como yo,
que sufra, llore,
disfrute y se alegre
sin estar pendiente de ti,
como hago yo.
Goethe escribió este poema en 1774 y poco después de lo mostró a Jacobi, que hizo una copia.
Jacobí conservó su copia como un tesoro secreto hasta que el 4 de julio de 1780, se lo leyó a Lessing.
El 4 de noviembre de 1783 Jacobi le comunicó por carta a Moses Mendelssohn que en el transcurso de su conversación, Lessing le había confesado que compartía la fe de Spinoza. Le adjuntó una copia del poema. Estalla así la llamada "querella del panteísmo".
En 1.785 Jacobi publica sus Cartas sobre la doctrina de Spinoza e intercala entre ellas el poema, aún inédito, sin la autorización de Goethe, que se cogió un buen cabreo.
Estos versos impresionaron profundamente a F. Schlegel, Nietzsche, Turgeniev, Flaubert, Daudet, Goncourt, Gide... y a mis alumnos... que espero que no se hayan hecho panteístas.