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El café de Ocata
He estado repasando el único libro que tengo de Svetlana Alexievitch, La Fin de l'homme rouge, fijándome en las frases o párrafos que tengo subrayados y que, por cierto, son muchos. Encuentro, por ejemplo, esta confesión: "Es más fácil olvidarse de las colas y de las tiendas vacías que de la bandera roja sobre el Reichstag".
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El café de Ocata
"Y una vez sacó el Steinway del camión y tocó en un campo de trigo de Touraine para dos aldeanos franceses".
Rosa Belmonte sobre Sviatoslav Richter en el ABC cultural de hoy.
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El café de Ocata
Cuando Svetlana Alexievitch resume la experiencia de creación del "homo sovieticus", llega a esta conclusión: "Nadie nos enseñó la libertad. Nos enseñaron solamente a morir por ella" (El fin del hombre rojo). Y leyendo a esta mujer pensé que la Biblia le da más dignidad al hombre porque, si bien lo considera hecho de barro, ese barro no es cualquier fango, sino el barro del Paraíso. Eso significa que siempre hay en él algo que salvar. El experimento social de creación del hombre soviético iba justo en la dirección contraria: el hombre viejo era algo a superar.