Una anécdota para la historia esencial de la filosofía política (de don Alfredo, of course):
"Don Joaquín Costa fue invitado a pasar unos días en un pueblo andaluz. Los hombres significados de la localidad invitaron al ilustre polígrafo a pasar la velada en el Casino.
Costa acudió por cortesía. Después de tomar café, se empezó a charlar de diversos problemas políticos y sociales.
Don Joaquín hablaba con efusión y entusiasmo de apóstol, queriendo llevar el convencimiento de sus ideas a los oyentes.
Pero estos, poco a poco, iban desfilando, hasta que sólo quedaron tres o cuatro al lado del pensador aragonés.
El alcalde, viendo lo violento que aquello resultaba, invitó a Costa a jugar una partida de tresillo.
Don Joaquín se desató en improperios. Jugar al tresillo era perder el tiempo lastimosamente.
El médico de la localidad, gran lebrero y aficionado al juego, quedó mirando a Costa. Luego, falló definitivamente:- Ese hombre está loco.
Y los vecinos del pueblos quedaron convencidos, desde aquel momento, de que Costa era un temible orate.