A la hora de la verdad, resulta pasmosamente evidente que del fracaso sólo se aprende algo si es pequeño y circunstancial y, sobre todo, si resulta que ha sido un excurso en el camino del éxito. La verdad pura y simple es que si triunfas eres recordado como triunfador y si fracasas eres recordado -en el caso de que seas recordado- como perdedor.
Dicho de otra manera, querido coach: el fracaso tiene valor si el éxito lo descubre como un momento de su propia historia. En caso contrario sólo es triste, frustrante. No hay vitrinas para lucir el fracaso.